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Una encuesta hecha en medio del terremoto
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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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Una encuesta hecha en medio del terremoto

Los resultados de la encuesta elaborada por el Instituto DYM para El Confidencial evidencian un resultado por el que muchos han trabajado estos diez meses: la mayoría absoluta del PP y C's

Foto: Javier Fernández, presidente de la gestora del PSOE, durante una rueda de prensa. (EFE)
Javier Fernández, presidente de la gestora del PSOE, durante una rueda de prensa. (EFE)

En la encuesta del Instituto DYM que El Confidencial publica durante este fin de semana hay un dato importantísimo: las fechas en que se realizó. La ficha técnica nos informa de que las entrevistas tuvieron lugar entre el 26 de septiembre y el 6 de octubre. Es decir, desde cinco días antes y hasta cinco días después del sábado negro del PSOE. Ese mismo día, los entrevistadores de DYM hacían sus llamadas mientras los dirigentes socialistas se encerraban en un sótano de la calle Ferraz, se colocaban un chaleco explosivo y apretaban el detonador.

Parece evidente que un cataclismo como ese en medio del trabajo de campo tiene que haber afectado a las respuestas de muchos entrevistados: desde luego, a las de los potenciales votantes del Partido Socialista. Hasta el punto de dejar obsoleta alguna de las preguntas, como la que se refiere al liderazgo electoral.

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Observen que DYM pregunta quién preferiría que fuera el candidato de cada partido si finalmente se celebraran nuevas elecciones generales. Y se sugieren tres nombres del PSOE: Pedro Sánchez, Susana Díaz y Eduardo Madina. Pues bien, ninguno de esos tres es un candidato verosímil en un hipotético 18-D (otra cosa es lo que suceda con el liderazgo orgánico en el futuro congreso partidario). Si la encuesta se estuviera haciendo hoy, en el caso del PSOE habría que incluir al menos nombres como el de Ángel Gabilondo (del que se ha hablado durante toda la semana) y el propio Javier Fernández, actual número uno del partido y todo un descubrimiento para mucha gente. No es extraño que la respuesta más numerosa a esa pregunta sea la que reclama “nuevos liderazgos” en el PSOE.

Vayamos a los datos. En relación al voto en esas elecciones que ojalá no existan, me llaman la atención cuatro aspectos:

1. El recuerdo de voto. El 26-J fue hace solo 16 semanas. Sin embargo, la gente se acuerda muy mal de lo que votó aquel día. A tenor de lo que han respondido en esta encuesta, Unidos Podemos habría ganado aquellas elecciones con mucha claridad, el PP y el PSOE habrían tenido un resultado mucho peor del que realmente tuvieron y Ciudadanos habría salido mejor librado de lo que salió.

placeholder Mitin del líder de Podemos, Pablo Iglesias, en la campaña del 26-J. (EFE)
Mitin del líder de Podemos, Pablo Iglesias, en la campaña del 26-J. (EFE)

La encuesta nos muestra que casi dos millones de personas que votaron al PP parecen haberlo olvidado; lo mismo les pasa a un millón y medio de los que votaron al PSOE. Por el contrario, aparecen 1,2 millones de personas que no votaron a Unidos Podemos y afirman haberlo hecho (¿abstencionistas arrepentidos?: es la cifra que los dirigentes morados echaron de menos aquel día). Esto muestra el nivel de confusión climática que existe en el electorado tras el enloquecido carrusel de citas electorales sucesivas.

2. La participación. El 63% de los encuestados dice que votará con seguridad si se repiten las elecciones. Para que se hagan una idea: en otra encuesta de DYM, realizada aproximadamente a la misma distancia temporal del 26-J, el porcentaje de quienes afirmaban que en caso de una repetición electoral votarían seguro era el 74%. Eso significa que hoy hay cuatro millones menos de personas decididas a participar en las terceras elecciones que las que había dos meses antes de las segundas.

El 54% declara intención de voto a un partido, frente a un 46% de abstención y voto blanco o nulo

En la historia de las elecciones generales normales, el récord de abstención estaba en el 30%. El 26-J lo elevó cuatro puntos (les recuerdo que a estos efectos cada punto son 350.000 personas); y el 18-D promete superar todas las marcas. Este ciclo maldito de elecciones anómalas es veneno para la participación democrática. A la gente, con mucha razón, no le gustan las elecciones consultivas en las que los votantes proponen y los partidos disponen.

3. La intención de voto. No hablo ahora de la estimación de resultados que hace DYM tras corregir las impurezas de los datos de origen, sino de la respuesta directa que los encuestados dan cuando se les pregunta por su invención de voto en unas hipotéticas terceras elecciones. Solo el 54% de los encuestados declara intención de voto a un partido concreto. El 46% restante se mueve en ese difuso mundo de la indecisión, la abstención y el voto blanco o nulo.

Hay diferencias entre partidos, claro. Veamos en qué situación está cada uno de ellos en este momento tomado a sus votantes del 26-J y dividiéndolos en tres grupos: los que permanecerían fieles al partido al que votaron entonces, los que cambiarían su voto a otro partido y los que están en la indecisión o en la abstención.

Hay poco tráfico de votos entre partidos. Pero el Partido Popular y Unidos Podemos mantienen un gran número de votantes fieles, dispuestos a revalidar su apoyo. El PSOE y Ciudadanos, por el contrario, tienen a una gran parte de sus votantes de junio indecisos o prestos a abstenerse. Además, la intención de participar es notablemente más baja entre quienes votaron al PSOE y a Ciudadanos. Así que quizás aquí tengamos una primera indicación de quiénes podrían ser los beneficiarios y quiénes los damnificados en esa votación.

Es la primera vez en mi vida que veo al PSOE con una intención directa de voto inferior al 10% del censo: el 7,1%, igual que la de Ciudadanos. Cierto que hay voto socialista oculto y que las fechas de la encuesta le han tenido que perjudicar, pero el dato es estremecedor.

4. El Parlamento resultante. Los responsables de DYM no se aventuran a proyectar el reparto de los escaños a partir de su estimación de resultados, y hacen bien. Con una muestra nacional de 1.132 entrevistas, es lo correcto y lo profesional.

Bajo mi exclusiva responsabilidad, puedo decirles que si damos por buena la estimación de voto de DYM, ello daría probablemente un reparto de escaños muy parecido a este:

Con este resultado, muchos conseguirían por fin aquello por lo que han trabajado durante 10 meses. El PP, formar un Gobierno con mayoría absoluta (177 escaños con el apoyo de Ciudadanos). Los socialistas, que gobierne el PP con su voto en contra y librarse de tomar decisiones enojosas. Podemos, el ansiado 'sorpasso'. Ciudadanos, ser al fin el socio imprescindible: cada vez menos escaños y cada vez más influencia.

Y la izquierda, pasar de 161 diputados en el primer intento a 156 en el segundo y a 148 en el tercero, con dos partidos enfrascados en sendas guerras civiles internas. Premio Nobel de política avanzada para sus dirigentes.

En fin, ahora se trata de que nunca lleguemos a saber si esta encuesta es buena o mala porque el Rey no tenga que convocar esas elecciones. Ese es el único resultado con el que la ciudadanía y la democracia no saldrían derrotadas.

En la encuesta del Instituto DYM que El Confidencial publica durante este fin de semana hay un dato importantísimo: las fechas en que se realizó. La ficha técnica nos informa de que las entrevistas tuvieron lugar entre el 26 de septiembre y el 6 de octubre. Es decir, desde cinco días antes y hasta cinco días después del sábado negro del PSOE. Ese mismo día, los entrevistadores de DYM hacían sus llamadas mientras los dirigentes socialistas se encerraban en un sótano de la calle Ferraz, se colocaban un chaleco explosivo y apretaban el detonador.

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