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De Sánchez a Fernández, del ruido a la solución
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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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De Sánchez a Fernández, del ruido a la solución

Sánchez acudió a las rondas anteriores con el propósito de bloquear cualquier investidura que no fuera la de su persona; y Fernández ha acudido a esta con el mandato de romper ese bloqueo

Foto: El presidente de la gestora del PSOE, Javier Fernández, en el Palacio de la Zarzuela. (EFE)
El presidente de la gestora del PSOE, Javier Fernández, en el Palacio de la Zarzuela. (EFE)

Entre esta quinta ronda de consultas del Rey y las cuatro anteriores, ha habido dos pequeñas gigantescas diferencias: que de ella saldrá un Gobierno y que el portavoz del PSOE no fue Pedro Sánchez, sino Javier Fernández. En realidad, hay una relación causa-efecto entre ambas: saldrá un Gobierno porque ha cambiado el protagonista del partido que siempre tuvo la decisión en sus manos.

Sánchez acudió a las cuatro rondas anteriores con el propósito de bloquear cualquier investidura que no fuera la de su persona; y Fernández ha acudido a esta con el mandato de romper ese bloqueo y parar el dislate de las terceras elecciones.

Fernández dio ayer una solución al Rey y ningún titular a los medios. En las ocasiones anteriores, Sánchez dio decenas de titulares y ninguna solución para el Estado. Javier Fernández ha producido más ideas de fondo en tres semanas que Sánchez en tres años, pero Sánchez hizo más ruido en su primera semana que el que hará Fernández en toda su vida. Fernández jamás aceptaría mantener un debate ideológico en Twitter; Sánchez no resiste un debate ideológico, pero ha producido más de 20.000 tuits. Es la esencia frente a la apariencia.

Fernández ha tenido más ideas en tres semanas que Sánchez en tres años, pero este hizo más ruido en su primera semana que el que hará Fernández en su vida

El 100% de los titulares de la prensa internacional sobre lo ocurrido en España en estos últimos días refleja estas tres ideas: España, por fin, tendrá un Gobierno. Se rompen 10 meses de bloqueo. Y ello es posible por una decisión del Partido Socialista.

España vuelve a tener un Gobierno porque el partido perdedor de las elecciones ha decidido permitir que gobierne el ganador. Esta es la información que recibe el mundo y lo que destacarán los libros de historia cuando narren los acontecimientos que estamos viviendo.

No encontrarán, ni en la prensa mundial ni en los futuros libros de historia, referencias a Susana Sumelzo, ni especulaciones sobre cuántas cabezas rodarán en el PSOE, o si Sánchez se pondrá más o menos de canto en la votación, o sobre los mal disimulados movimientos de López (Patxi) para hacerse con la herencia del líder destronado (no se engañen, en esa carrera, Borrell es la liebre falsa).

España vuelve a tener un Gobierno porque el partido perdedor ha decidido permitir que gobierne el ganador. Esta es la información que recibe el mundo

Lo cierto es que el problema lo soluciona el mismo partido que lo creó. Y que para llegar a ello ha tenido que someterse a una operación sangrienta. Como no hay cosa que atraiga más en este país que el olor de la sangre, el 90% de las preguntas que recibió ayer Javier Fernández versaron sobre las próximas ejecuciones en el PSOE: ¿qué cabezas rodarán?, ¿se usará la guillotina, el garrote vil, la silla eléctrica o la hoguera, como cantaba Javier Krahe?, ¿cómo se consumará el Brexit que ayer votó el PSC?

Eso era todo lo que se le preguntaba al tipo que en tres semanas ha dado la vuelta a una posición descabellada y suicida, ha sacado al país de un atolladero y a su partido de una catástrofe y ha dado una lección de madurez y sentido del Estado mostrando que, aunque duela, siempre es preferible el Gobierno de otro (cuando es legítimo) que el desgobierno. Hizo muy bien el presidente de la gestora cumpliendo el trámite sin dar un solo titular.

Pero gran parte de la culpa de haber llegado a esta situación la tienen los propios socialistas. Porque todo lo que han hecho desde las elecciones del 20-D ha estado contaminado por un virus fatal: el anudamiento de la cuestión del gobierno de España con la lucha por el poder interno en el PSOE.

Todos los dirigentes del PSOE —y todos significa todos— han estado jugando una enloquecida partida simultánea en dos tableros, en la que cada movimiento en uno se hacía en función de su repercusión en el otro. En el primer tablero, se decidía el Gobierno de España. En el segundo, el gobierno del PSOE.

Lo hizo descaradamente Sánchez, lo hicieron silenciosamente sus emboscados detractores; y se hizo también en el comité federal del pasado domingo.

Los dirigentes del PSOE han jugado una partida simultánea en dos tableros. En el primero se decidía el Gobierno de España. En el segundo, el del PSOE

Ayer apareció una carta de ocho secretarios generales reclamando que la abstención decidida por el comité federal se reconvierta en un voto negativo 'ma non troppo' fanático. “Para impedir las terceras no hace falta que se abstengan 85 diputados. Vosotros ganáis la grande, que es frenar las elecciones y que haya Gobierno, y nos dais la vida de votar no a Rajoy”.

El argumento parece razonable. Pero lo hubiera sido más si lo hubieran esgrimido dos días antes del comité federal, o incluso allí mismo, y no cuando ya no hay margen para rectificar. Si en lugar de ir al choque con una propuesta que sabían derrotada de antemano hubieran intentado negociar una fórmula de consenso sobre el texto que presentó Elena Valenciano.

¿Por qué no lo hicieron? ¿Se les ha olvidado hacer política? No, es que querían dejar plantado el estandarte del 40% opositor como plataforma de arranque para la batalla del congreso partidario. Consensuar hubiera sido el primer paso para la autodisolución del sanchismo.

Es obvio que si el “no es no” hubiera ganado la votación del comité federal, quien osara pedir libertad de voto para abstenerse habría sido fulminado

¿Y por qué la extrema rigidez de la resolución de la nueva mayoría exigiendo una abstención en bloque y cerrando cualquier otra salida? Porque no solo se trataba de destrabar la gobernabilidad de España, sino además de no dejar salida al enemigo interno, de hacer patente y visible su derrota. Ya se sabe que en estas guerras partidarias no se hacen prisioneros (toma nota, Errejón).

Por lo demás, es obvio que cuando uno participa en una votación es para aceptar su resultado. Si se tiene el propósito previo de hacer lo contrario, lo leal es renunciar a participar (como de hecho propusieron el día anterior algunos dirigentes del PSC, como Antonio Balmont y José Zaragoza).

Hasta que el PSOE no sea capaz de desanudar los problemas del país de sus querellas internas, estará preso de sí mismo y despojado de credibilidad

Es obvio que no se puede exigir que haya 'una sola voz' si es la tuya y defender la polifonía en el caso contrario.

Es obvio que si el “no es no” hubiera ganado la votación del comité federal, quien osara pedir libertad de voto para abstenerse habría sido fulminado.

Todas esas incoherencias son expresiones de la ley del embudo que, por desgracia, rige en la política española. Pero lo importante es que hasta que el PSOE no sea capaz de desanudar los problemas del país de sus querellas internas, estará preso de sí mismo y despojado de credibilidad. Porque nunca sabremos si están hablando de la España de todos o del salón de su casa.

Entre esta quinta ronda de consultas del Rey y las cuatro anteriores, ha habido dos pequeñas gigantescas diferencias: que de ella saldrá un Gobierno y que el portavoz del PSOE no fue Pedro Sánchez, sino Javier Fernández. En realidad, hay una relación causa-efecto entre ambas: saldrá un Gobierno porque ha cambiado el protagonista del partido que siempre tuvo la decisión en sus manos.

Mariano Rajoy Crisis PSOE