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Patxi López, a la palestra
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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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Patxi López, a la palestra

Tras el suicidio de Pedro Sánchez, el PSOE necesita urgentemente un líder de repuesto. Quizá por eso se ha precipitado la inscripción del socialista vasco para aspirar a la jefatura del partido

Foto: Patxi López entra en el hemiciclo del Congreso. (EFE)
Patxi López entra en el hemiciclo del Congreso. (EFE)

Tras el suicidio consumado por Pedro Sánchez ante Jordi Évole y más de 3,5 millones de telespectadores, los restos del sanchismo necesitan urgentemente un líder de repuesto. Es imposible seguir a “Oh Capitán, mi Capitán” en su galopada hacia los brazos de Pablo Iglesias. Pero el vacío podría provocar una desbandada prematura en las filas del no es no.

Quizá por eso se ha precipitado la inscripción de Patxi López en la carrera por el liderazgo socialista. Era el Plan B por si, como cabía esperar, lo de Sánchez se hacía insostenible. Y era un secreto a voces desde hace semanas (como dice un amigo, “a esta gente se le ha olvidado hasta conspirar”).

La revelación ha seguido el ritual preceptivo en estas ocasiones: solemne artículo de fondo en la página noble de 'El País' (sí, ese periódico traidor vendido a los poderes financieros y a las grandes corporaciones), acompañado por crónica a tres columnas que aclara, por si alguien se había despistado: “Sectores del PSOE apuntan a Patxi López para renovar el liderazgo”.

Foto: Pedro Sánchez y Patxi López, el pasado 26 de octubre en el Congreso, antes de que el ex secretario general renunciara a su escaño. (EFE)

Patxi López ha tenido varias ocasiones de aspirar a la jefatura del PSOE. Tras la hecatombe electoral de 2011, Rubalcaba se lo propuso de forma insistente. El rehusó, esgrimiendo su contrato en vigor como lehendakari. En las primarias de 2014 muchos lo empujaron a presentarse, pero él no se animó a competir con Sánchez y Madina: era la hora de las jóvenes promesas. Resultó lo que resultó.

Ahora, sobre las ruinas del edificio implosionado, emerge para pujar por el solar, representando el papel de unificador de los “bandos” del PSOE tras la batalla cruenta del 1 de octubre.

En realidad, no se trata de administrar la herencia de Pedro Sánchez, sino de hacerla olvidar llevando la competición a otro terreno. Su candidatura cumpliría una doble función: a) proporcionar una pista de aterrizaje practicable a los dirigentes del “no es no”, huérfanos tras el “evolazo”; b) ofrecer un cobijo soportable a todos los que padecen urticaria al pensar en Susana Díaz instalada en Ferraz.

Así pues, se prefigura una dupla de candidatos del “sector clásico”: López frente a Díaz. Sería un repliegue del PSOE sobre sí mismo, el regreso al PSOE troncal para emprender la reconstrucción. Ambos disponen de un pedigree indiscutible que los acredita como descendientes de pura raza de las dos patas –la andaluza y la vasca- del legendario “pacto del Betis”, fundacional del PSOE moderno.

A favor de López juega el mérito de haber sido el lendakari del final de ETA (también el único socialista que ha gobernado con el apoyo del PP, lo que no le ha impedido militar con fervor en el no es no). También (y no es cosa pequeña) su condición de diputado, de la que carece su presunta adversaria. En su contra, además de los mal disimulados movimientos en la oscuridad de las últimas semanas, su poco lucida actuación como efímero Presidente del Congreso.

Para la puesta de largo como precandidato en 'El País' ha elegido un título realmente ambicioso: 'Un nuevo proyecto para un nuevo siglo'. Nada menos: Proyecto, Siglo y dos veces Nuevo. Admitan que impresiona.

Patxi López tiene a su favor el haber sido lehendakari del final de ETA y su condición de diputado, de la que carece Susana díaz, su presunta adversaria

En realidad el siglo no es nuevo, nos hemos comido ya 16 años de él. Y el proyecto que se presenta, tampoco. Por su contenido y por su lenguaje, ese texto podría haber sido extraído de cualquier ponencia de un congreso del PSOE de hace 20 años.

Dejemos la obligada parte autorreferencial (“El PSOE sigue siendo un gran partido, imprescindible para vertebrar España” y demás rezos tribales) y vamos a lo mollar, al nuevo proyecto para el nuevo siglo.

La reflexión que nos propone López gira sobre cuatro ejes:

a) ¿A quién defendemos los socialistas? Ya es notable que haya que preguntarse eso a estas alturas. Pero junto a una colección de tópicos hueros vagamente evocadores de la vieja lucha de clases, aparece una frase reveladora: “Decir que defendemos a la ciudadanía es la prueba de que no sabemos quiénes son los nuestros”. Ahí queda eso. A mí me parece que podrían darse con un canto en los dientes si la señora Ciudadanía percibiera que el PSOE le está siendo de alguna utilidad. No está el patio para ponerse estrechos, matizando quiénes son “los nuestros” y quiénes no.

Foto: Eduardo Madina y Soraya Rodríguez, a su llegada a la reunión de diputados y senadores socialistas en la Cámara alta, el pasado 18 de octubre. (EFE)

b) Reformar la Administración pública. Propuesta que, en esencia, se reduce a preservar los servicios públicos básicos y subir los impuestos a los ricos para financiarlos. Muy novedoso, como ven.

c) Participar en la economía. Confusa y voluntariosa formulación que parece referirse a la necesidad de que el poder político prime sobre los mercados especulativos y se resume en esta cita para la historia del pensamiento: “Tenemos que gastar dinero en la economía porque es la mejor inversión para el crecimiento”. Definitivamente, lo de Rajoy es contagioso.

d) Definir un modelo de Estado moderno. En eso estamos desde Bonaparte, pero en realidad López se refiere a las soberanías compartidas, a la necesaria cohabitación de elementos de unión y de diversidad entre los países y en el interior de cada país. Nada que objetar, claro. Especialmente si no entramos en detalles.

Foto: Mario Jiménez, durante la rueda de prensa en Ferraz este 3 de noviembre. (EFE)

Hasta aquí el Nuevo Proyecto para un Nuevo Siglo en la versión de Patxi López. Es una lástima que no le haya quedado espacio para mencionar otros asuntos de menor importancia que, a mi entender, algo tienen que ver con este siglo ya bien entradito. Sugiero algunos a vuelapluma, sin afán de molestar:

  1. La supervivencia del planeta.
  2. El tránsito de la era industrial a la era tecnológica y su impacto sobre la forma de producir, de trabajar, de comprar, de vender y de relacionarnos.
  3. Las migraciones masivas y el problema de los refugiados.
  4. El terrorismo global.
  5. La financiación del bienestar.
  6. La respuesta política a los populismos nacionalistas que minan la democracia y arrastran por millones a los electorados de los partidos socialistas.
  7. Los nuevos poderes geoestratégicos y el decadente papel de Europa en el mundo.
  8. La crisis demográfica y el envejecimiento de las sociedades desarrolladas.
  9. El papel de la educación y la ciencia en el progreso económico.
  10. La revolución igualitaria entre hombres y mujeres.

Y, quizá, tratándose de un partido socialista, algo sobre la pobreza.

Ya digo, asuntos menores que pueden esperar frente a los gigantescos dilemas que nos plantea Patxi López en el periódico de Telefónica.

Si se confirma el duelo, el debate entre López y Díaz promete ser apasionante. Pero algunos dirán, como en el chiste de Eugenio: ¿hay alguien más, por favor?

Tras el suicidio consumado por Pedro Sánchez ante Jordi Évole y más de 3,5 millones de telespectadores, los restos del sanchismo necesitan urgentemente un líder de repuesto. Es imposible seguir a “Oh Capitán, mi Capitán” en su galopada hacia los brazos de Pablo Iglesias. Pero el vacío podría provocar una desbandada prematura en las filas del no es no.

Patxi López Susana Díaz Jordi Évole Pedro Sánchez