Es noticia
¿Y si resulta que hacer política funciona?
  1. España
  2. Una Cierta Mirada
Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

Por

¿Y si resulta que hacer política funciona?

Podría ser que esta legislatura cenicienta produzca algunos frutos que ninguna consiguió: un pacto educativo, un marco de relaciones laborales concertado, un acuerdo para salvar las pensiones

Foto: - La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría (d), conversa con el portavoz parlamentario socialista, Antonio Hernando (i). (EFE)
- La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría (d), conversa con el portavoz parlamentario socialista, Antonio Hernando (i). (EFE)

Si se hubiera impuesto el “no es no”, hoy estaríamos a dos semanas de las terceras elecciones y viviríamos con hastío la precampaña electoral más amarga, las urnas como maldición. Se avecinarían una abstención histórica, el derrumbamiento del PSOE, una derrota contundente de la izquierda y una probable mayoría absoluta de la derecha.

Para evitar eso, el PSOE se abstuvo en la investidura de Rajoy, qué horror. ¡Traición!, se clamó desde los garitos que administran las esencias ideológicas. ¡Más de lo mismo!, tronaron foros, redes sociales, tribunas y tertulias.

Suponga que ha estado usted varias semanas fuera de España, desconectado de la actualidad doméstica. Para ponerse al día, acude al diario 'El Mundo' (un periódico no precisamente prosocialista) y este viernes lee en portada:

El PSOE impone al PP debatir sobre la reforma de la Constitución. Los socialistas logran el apoyo del resto de los grupos para crear una subcomisión que abra el camino para la reforma de la Carta Magna. El Gobierno asume el plan y pide prudencia en busca de un consenso tan amplio como el del 78”.

Pasa a la siguiente página de información política y aparece otra noticia:

“El PSOE prepara el ataúd de la Ley Mordaza: Tras lograr que el Congreso pidiera su derogación, presenta ahora una proposición para iniciar la elaboración de una norma que la sustituya”.

En la página siguiente:

Gobierno y PSOE pactan el déficit autonómico. Hacienda eleva el objetivo hasta el 0,6% para cerrar con los socialistas el primer gran acuerdo presupuestario de la legislatura”.

Se detiene en esa noticia para averiguar que, gracias a este acuerdo, habrá 4.000 millones más para sostener la sanidad, la educación y los servicios sociales. Y que en la próxima Conferencia de Presidentes se empezará a negociar ¡por fin! un nuevo sistema de financiación autonómica.

Restregándose los ojos, busca otro periódico. En la portada de 'El País', por ejemplo, puede leer:

"El salario mínimo tendrá la mayor subida en 30 años. El PSOE arranca al Gobierno un alza del 8% en su primer gran pacto económico”

¿Pero estos no eran los del “no es no”? Vaya —se dice usted—, parece que aquí están pasando cosas interesantes.

Repasa la prensa de los días anteriores y se entera de que la semana pasada, también por iniciativa socialista, el Congreso paralizó la tristemente famosa ley Wert, y que el Gobierno ha aceptado trabajar en un pacto educativo, ese que llevamos 40 años esperando.

Podría ser que el PSOE vuelva a ser un instrumento útil que recupera la agenda del país, pacta cosas importantes y consigue mejoras para los ciudadanos

También conoce que el Gobierno se reunió con los empresarios y los sindicatos. Tema principal: la reforma de la reforma laboral. No su mantenimiento a ultranza, como pretendía el PP, ni su derogación total, como reclamaba la oposición, sino eso: la reforma de la reforma. El PSOE se ha hecho presente en esa negociación: Javier Fernández ya se ha visto con UGT y CCOO y no tardará en hacerlo con la CEOE.

Su resultado más promisorio será probablemente la recuperación del equilibrio en la negociación colectiva, algo esencial para millones de trabajadores —especialmente de pequeñas y medianas empresas— que habían quedado indefensos.

Además, el Gobierno parece haberse enterado de que para salvar las pensiones hay que resucitar el Pacto de Toledo que enterró mientras esquilmaba el fondo de reserva.

Lo de Cataluña sigue enrevesado pero, de momento, la vicepresidenta-ministra para Cataluña ha hecho tres cosas impensables en los tiempos de la mayoría absoluta: se ha puesto un despacho en Barcelona (se ve que piensa pasar tiempo allí y no precisamente haciendo turismo); ha declarado que está dispuesta a negociar sobre 45 de las 46 reclamaciones de la Generalitat, todas menos el referéndum de autodeterminación; y en la Comisión Constitucional manejó un lenguaje que se aproxima extraordinariamente al de la famosa Declaración de Granada del PSOE.

Llámenme iluso, si quieren. Pero podría ser que finalmente esta legislatura cenicienta, que tardó meses en arrancar y a la que se presagiaba una corta vida, produzca algunos frutos que ninguna de las anteriores consiguió: un pacto educativo, un marco de relaciones laborales concertado, un nuevo acuerdo para salvar las pensiones, una ley de seguridad aceptable para la derecha y la izquierda, un pacto de financiación territorial…, y si además se comenzara a encauzar una reforma constitucional razonable, ya sería la caraba.

Podría ser que el Partido Socialista vuelva a ser un instrumento útil que recupera la agenda del país, pacta cosas importantes y consigue mejoras para los ciudadanos a los que quiere representar. Es el único camino para su redención. Depende de que utilice con inteligencia el poder que le dan sus 85 diputados y sus siete gobiernos autonómicos (diez, contando los tres en los que participa). Justamente lo que el anterior líder, hoy de gira promocional, estuvo a punto de arrojar por la ventana —antes de arrojarse él—.

En este Parlamento conviven al menos tres mayorías políticas que se activan de forma alternativa según los temas:

—La que forman el PP, el PSOE y Ciudadanos. Que será operativa sobre todo en las cuestiones económicas y territoriales y en las políticas de Estado.

—La que hace coincidir al PSOE, Ciudadanos y Podemos. Que aparecerá sobre todo cuando se trate de regeneración política y reformas democráticas.

—La que eventualmente suman el PSOE, Unidos Podemos y los nacionalistas. Que no da para formar un gobierno sostenible, pero ha dado, por ejemplo, para obligar a que se eliminen los aspectos más odiosos de la 'ley Mordaza'.

¿Y si resulta que la democracia funciona? Para los que creemos más en la política que en la antipolítica sería una noticia tan inesperada como grandiosa

En todas ellas está el PSOE. Por eso es tan importante que salga de su depresión postraumática y aproveche todas las oportunidades que le brinda el momento.

Esto puede desembocar en un escenario caótico con elecciones precipitadas o, por el contrario, en la legislatura más productiva en mucho tiempo. Y sobre todo, instalar una cultura política en la que los dirigentes no tengan miedo a pactar, sino a no hacerlo. Que sea una cosa o la otra lo sabremos en los primeros seis meses de 2017.

Mal momento ha elegido Pablo Iglesias para renegar del Parlamento y regresar al monte, justo cuando en el Parlamento se está cociendo cada semana todo lo que importa a eso que él llama “la gente”.

¿Y si resulta que, pese a todo, la democracia funciona? Para los que creemos más en la política que en la antipolítica y más en la verdad que en la postverdad, sería una noticia tan inesperada como grandiosa.

Si se hubiera impuesto el “no es no”, hoy estaríamos a dos semanas de las terceras elecciones y viviríamos con hastío la precampaña electoral más amarga, las urnas como maldición. Se avecinarían una abstención histórica, el derrumbamiento del PSOE, una derrota contundente de la izquierda y una probable mayoría absoluta de la derecha.

Reforma educativa Ciudadanos Reforma laboral Reformas