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El discurso de un hombre libre y la peligrosa tentación de Patxi López
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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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El discurso de un hombre libre y la peligrosa tentación de Patxi López

El presidente de la gestora del PSOE, Javier Fernández, habló con la serenidad de quien se sabe libre. Pero, cuando la imagen del oficialismo ofrece un discurso autocrítico, ¿qué queda para los 'críticos'?

Foto: El diputado socialista Patxi López (c), a su llegada a la sede de la calle Ferraz este domingo. (EFE)
El diputado socialista Patxi López (c), a su llegada a la sede de la calle Ferraz este domingo. (EFE)

“Al día siguiente de las elecciones de junio, la inmensa mayoría de los dirigentes de este partido sabíamos lo que había que hacer. Lo que no sabíamos era cómo ganar el congreso después de hacerlo”.

Esta frase de Javier Fernándezsonó como un latigazo en el comité federal del PSOE. En ella quedaron colectivamente retratados todos los dirigentes, de un bando y del otro, que durante meses mantuvieron bajo secuestro la gobernación de España por puro afán de preservar una posición de ventaja en la contienda por el poder interno.

Foto: Patxi López llega a la sede del PSOE en Ferraz acompañado de su mujer, Begoña Gil, y de Rodolfo Ares, este 14 de enero. (EFE)

Pese a la dureza de la denuncia, le aplaudieron. Quizá con cierto sentimiento de culpa, admitiendo la veracidad de sus palabras; y quizá invitándolo discretamente a no seguir por ese camino. Pero este sábado al presidente de la gestora no había forma de pararlo:

“Hace tiempo que la agenda del partido no camina de la mano de la agenda del país”, continuó. Señaló como culpables a la endogamia y al ombliguismo, al antagonismo ritual, a “ese fuego interior que nos bloquea y paraliza”. Para concluir con una tan dura como la primera: “Los ciudadanos no saben por qué discutimos y peleamos los socialistas, lo que saben es que no tiene nada que ver con ellos”.

Foto: Javier Fernández, al inicio del comité federal del PSOE de este 14 de enero en Ferraz. (EFE)

Javier Fernández produjo el ejercicio de sinceramiento más notable que se ha escuchado a un dirigente político desde hace años. Habló con la serenidad de quien se sabe libre y no comprometido en una apuesta personal de poder.

Cuando el representante del oficialismo lanza una autocrítica de esa envergadura, ¿qué espacio queda para los llamados 'críticos'? Puede decirse que la esperada sesión del comité federal (ya se sabe, los socialistas siempre dan espectáculo) empezó y concluyó con el discurso de Fernández. Lo que siguió fue un turno de intervenciones rutinarias plagadas de tópicos.

Sánchez confirmó con su incomparecencia su ingreso definitivo en el selecto club de los exsecretarios generales; y el candidato entrante, Patxi López, permaneció en silencio, reservándose para el inminente alumbramiento (no por casualidad programado para el día siguiente). El gilidebate sobre la fecha del congreso quedó sepultado, menos mal.

La aprobación casi por unanimidad de la resolución política que presentó la gestora muestra que la actual estrategia de oposición del PSOE ni se va a alterar ni tiene contestación o alternativa interna. Permanecen abiertas y sangrantes las heridas de la lucha fratricida de los socialistas durante todo el año 2016, pero nadie parece cuestionar que la línea tomada desde la investidura de Rajoy sea la correcta.

Con Patxi López optando a liderar el PSOE, la candidatura de Sánchez solo serviría para dividir las fuerzas, entregando la victoria a Díaz

Así pues, al menos hasta el verano el PSOE seguirá disponible para ejercer de pieza maestra, tanto en acuerdos con el Gobierno como en alianzas de la oposición frente al PP; y no parece que ello vaya a ser objeto de controversia en la carrera por el liderazgo que comienza hoy mismo.

Todo indica que se avecina un duelo a dos, Patxi frente a Susana.

El apresuramiento del vasco por lanzarse a la pista obedece a un doble propósito táctico: por un lado, tomar ventaja sobre Susana Díaz, aprovechando las dificultades domésticas que a esta le plantea en el PSOE de Andalucía el formalizar su candidatura nacional con tanta antelación. Segundo y principalmente, bloquear disuasoriamente a Pedro Sánchez. Es obvio que con Patxi López ocupando ese lado de la pista, la candidatura de Sánchez —o de cualquier otro procedente de ese bando— solo serviría para dividir las fuerzas, entregando la victoria en bandeja a Díaz.

Foto: Guillermo Fernández Vara y Susana Díaz se saludan en Monesterio, Badajoz, el pasado 7 de marzo. (EFE)

Patxi López le ha tomado la posición a Sánchez ante la indignación de los muyahidines del “pedrismo” en las redes sociales, pero con el inocultable consentimiento de los barones que en su día apoyaron al exlíder (que tiene motivos para sentirse traicionado por sus generales, empezando por los dos López, Óscar y Patxi).

Pero a Patxi López no le basta con el voto del sanchismo para ganar esta elección. Necesita reformular la competición aglutinando a todos los que, en público o en privado, recelan de la jefatura de la andaluza —al margen de la posición de cada uno durante la batalla del “no es no”—.

Difícil ejercicio: por un lado no puede prescindir del voto sanchista pero, por otro, tiene que difuminar todo lo que le relaciona con el recuerdo de Sánchez; especialmente con el negro recuerdo del 1 de octubre, en el que el dirigente vasco jugó un papel no precisamente apaciguador y difícil de olvidar por quienes lo presenciaron.

Pero quizá a ustedes les interese más saber de qué discutirán de aquí al verano Susana Díaz y Patxi López, cuáles son —si es que existen— las diferencias de fondo entre ellos.

Por lo que se ha visto en el comité federal, no hay discrepancias sobre la estrategia de oposición. Pronto se verá que tampoco las hay sobre el modelo de partido: ambos son dirigentes de un perfil muy similar, de la vieja escuela del PSOE de toda la vida. Aunque se esfuercen por diferenciarse, en ese terreno destacarán espontáneamente las coincidencias. Y dudo mucho que sea creíble una confrontación en el eje izquierda-derecha: no hay forma de hacer pasar a ninguno de ellos por un rojo peligroso.

Foto: Javier Fernández y Miquel Iceta, en su reunión en Ferraz del pasado 14 de noviembre. (EFE)

Así las cosas, existe el riesgo de que finalmente la discusión se establezca sobre la política territorial y lo que Javier Fernández llama “la planta de España”. Que se abra, de forma mas o menos artificial, una especie de doble versión de Granada: la versión “multi”, que pone el acento en el federalismo asimétrico y en la gestión de la diversidad, y la versión “mono”, más jacobina y unificadora. Volviendo al presidente asturiano, la España de las identidades diversas frente a la de la ciudadanía común. Todo ello mezclado con la pugna por el vidrioso asunto de las relaciones entre el PSOE y el PSC y la participación de los socialistas catalanes en las primarias.

Por esa vía, Patxi López podría atraerse apoyos territoriales no vinculados al sanchismo. Pero sería también un juego peligroso. Por buscar un espacio de diferenciación interna, podríamos encontrarnos con el segundo partido del país enfangado, en el peor momento posible, en una polémica sobre la idea de España teñida de división Norte-Sur. Una mala tentación.

“Al día siguiente de las elecciones de junio, la inmensa mayoría de los dirigentes de este partido sabíamos lo que había que hacer. Lo que no sabíamos era cómo ganar el congreso después de hacerlo”.

Comité federal del PSOE Patxi López Susana Díaz