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Según el CIS, España se serena
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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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Según el CIS, España se serena

La combinación del desbloqueo político con la mejoría económica ha inducido un notable relajamiento del malestar social, tanto en lo que se refiere a la economía como a la política

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Lo que muestra el barómetro que este martes hizo público el CIS es el estado de la opinión pública entre el 2 y el 12 de enero, que fue cuando se hicieron las 2.500 entrevistas del estudio. Interpretarlo a la luz de hechos posteriores es una muestra poco loable de laxitud analítica.

En los primeros días del año se había desbloqueado la gobernación, Rajoy había sido investido gracias al apoyo de Ciudadanos y a la abstención del PSOE y se habían consumado los primeros acuerdos parlamentarios. Pedro Sánchez había desaparecido de la dirección del PSOE y ese partido estaba en manos de una gestora provisional con Javier Fernández al frente. Las cuatro fuerzas políticas nacionales afrontaban sus respectivos congresos. Y se empezaban a conocer los datos de la economía y del empleo durante 2016, confirmando claramente la tendencia a la recuperación. Este es el marco en el que deben contemplarse los datos de la encuesta.

Foto: Mariano Rajoy. (Efe)

A mi juicio, la principal conclusión es que la combinación del desbloqueo político con la mejoría económica ha inducido un notable relajamiento del malestar social, tanto en lo que se refiere a la economía como a la política y a las expectativas personales y familiares de los españoles. Tras unos años de máxima ansiedad económica seguida de la máxima cólera política, hoy España está más serena que en ningún otro momento de esta década tremebunda.

Hoy, el 58% de los españoles dice que la situación económica del país es mala. Parece una cifra elevada, pero resulta una minucia comparada con el 92% que afirmaba lo mismo en enero de 2013. De hecho, hay que remontarse al verano de 2008 para encontrar un porcentaje de valoraciones negativas de la economía por debajo del 60%.

El PP volvería a ganar las elecciones, según la encuesta del CIS

El 51% señala al paro como el principal problema de España. Es la cifra más baja desde que comenzó la crisis. El récord se batió en enero de 2012: entonces, el paro era el primer problema para el 83%.

Aún más significativo me parece el hecho de que hoy solo el 11% de los ciudadanos con empleo teme perderlo próximamente. Y casi el 40% de los parados cree tener probabilidades de encontrar trabajo en los próximos meses. En el peor momento de la crisis, el clima era inverso: uno de cada tres empleados veía en peligro su empleo y la mayoría de los que lo habían perdido desesperaban de recuperarlo.

Foto: El presidente de la gestora y de Asturias, Javier Fernández, junto al padre Ángel, este 7 de febrero en un desayuno informativo. (EFE)

Algunos datos más: en una escala de cero a 10, los españoles declaran un grado de felicidad personal de 7,4. Solo el 17% afirma que su situación económica personal es mala (se impone el 'regular'). Y solo el 7% teme que su economía personal empeore durante este año, mientras la mayoría (63%) cree que seguirá igual y casi un 20% espera que mejorará.

En octubre de 2016 se alcanzó el punto más alto de malestar político desde que hay democracia en España. En ese momento (el desquiciamiento del 'no es no', la investidura frustrada de Rajoy, el 1 de octubre negro del PSOE, la amenaza inminente de terceras elecciones), el 88% de los españoles declaraba que la situación política del país era mala o pésima. Han transcurrido tres meses y esa cifra ha descendido al 67%. No hay que tirar cohetes, pero 21 puntos menos en tres meses no es poca cosa.

¿Cómo se traduce eso en la intención de voto? Primero, cambia la perspectiva con la que se expresa. Es muy distinto que te pregunten a quién votarías cuando hay unas elecciones inmediatas que cuando no hay nada que votar a corto plazo. El desbloqueo ha cerrado un frenético ciclo electoral de casi dos años y abre un periodo sin presiones compulsivas sobre el voto, que permitirá que sedimenten los alineamientos políticos.

Foto: La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y el líder de Catalunya en Comú, Xavier Domènech, en el acto de presentación del proceso participativo 'Un país en comú'. (EFE)

Precisamente lo que indica el CIS —y confirman otras encuestas publicadas recientemente— es que hemos entrado en una especie de valle electoral, una fase de estabilidad en la que —salvo hechos traumáticos no previstos— no cabe esperar desplazamientos espectaculares, si bien se irán incubando las tendencias para el futuro.

El PP se ha instalado en una zona de confort por encima del 30%. Probablemente, no puede aspirar a mucho más: en un esquema estable de cuatro partidos nacionales más los nacionalistas, el 35% marca el techo razonable del partido líder. Para romper esa barrera, alguno de sus competidores tendría que desplomarse.

El PSOE mejora levemente su registro, lo que es significativo teniendo en cuenta todo lo sucedido últimamente en ese partido. Comienza a recuperar lentamente la fidelidad de sus votantes del 26-J: entre octubre y enero, han regresado algo más de 100.000 votantes socialistas que huyeron despavoridos tras el horror del 1 de octubre. Y en el intercambio con sus vecinos, el PSOE logra un saldo favorable de 87.000 votos con Unidos Podemos y de 50.000 con Ciudadanos. Nada grandioso, pero es que antes todo eran pérdidas en todas direcciones. Su frontera con el PP está sellada en ambos sentidos, ahí no hay trasvases.

Lo mínimo que puede decirse a la vista de estos datos es que los votantes socialistas ni penalizan la abstención en la investidura ni echan de menos a Pedro Sánchez. Ellos, como casi todos los españoles sensatos, deseaban salir del bloqueo y evitar las terceras elecciones. No obstante, una estimación del 18,6% sigue siendo deprimente para quien no hace tanto blasonó como “el partido que más se parece a España”.

Pablo Iglesias, el político peor valorado según el CIS

El conglomerado formado por Podemos, Izquierda Unida y las confluencias se mantiene respecto a la encuesta anterior. Ello se debe más a la solidez del voto de IU (Alberto Garzón sigue superando a Pablo Iglesias incluso entre los votantes de Podemos) y de las confluencias que a la de Podemos. De hecho, Unidos Podemos, sin confluencias, pierde fidelidad de voto y Pablo Iglesias desciende (aún más) en valoración. Hasta ahí llegan de momento los estragos de la batalla interna. Lo que suceda a continuación depende de si este fin de semana se convierte en el 1 de octubre de Podemos o se resuelve de forma razonable y digerible para sus votantes.

Ciudadanos tiene algún motivo incipiente para la preocupación: la fidelidad de sus votantes es la más baja de los cuatro grandes (59%). A cambio, obtiene un saldo de 200.000 votos a su favor en el intercambio con el PP. Dentro de la estabilidad general, su construcción electoral sigue siendo más frágil que las de sus rivales.

Por último, esta es la enésima encuesta que confirma la irresistible ascensión de ERC al liderazgo del nacionalismo catalán y el naufragio de lo que un día fue CiU.

Con la estimación que ofrece el CIS y suponiendo que el voto se distribuya territorialmente de forma similar a la del 26-J, el Parlamento resultante quedaría así:

Lo que muestra el barómetro que este martes hizo público el CIS es el estado de la opinión pública entre el 2 y el 12 de enero, que fue cuando se hicieron las 2.500 entrevistas del estudio. Interpretarlo a la luz de hechos posteriores es una muestra poco loable de laxitud analítica.

Barómetro del CIS Ciudadanos Alberto Garzón Mariano Rajoy Pedro Sánchez Esquerra Republicana de Catalunya (ERC)