Una Cierta Mirada
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El PSOE y Cataluña, ¿corresponsable o irresponsable?
Los socialistas dicen que promoverán por su cuenta iniciativas legislativas sobre el conflicto de Cataluña. Eso debilita la posición del Gobierno y divide al frente constitucional
En las reuniones políticas suele pactarse lo que se va a contar a la salida. A veces, si todo viene resuelto de antemano o si se sabe que no hay acuerdo posible, eso es lo único que se negocia.
Imaginaba que al menos esa parte se habría cubierto en el encuentro entre el presidente del Gobierno y el secretario general del PSOE. Luego se comprobó que no: las versiones de ambos portavoces sonaron como si hablaran de dos reuniones distintas.
Parece ser que el secretario general del PSOE no advirtió al presidente de su intención de promover por su cuenta iniciativas legislativas sobre el conflicto de Cataluña, ni le anticipó que se opondrá en cualquier circunstancia a que se aplique el artículo 155 de la Constitución. Mala costumbre esta de callar dentro lo que se piensa decir fuera, sobre todo cuando se trata de asuntos trascendentales.
Este otoño no se jugará en Cataluña la integridad territorial de España, pero sí su integridad constitucional. Del choque de trenes no nacerá un Estado independiente; pero podría conducir al establecimiento, por la vía de hecho, de una “zona de exclusión constitucional” dentro del Estado español. Una parte del territorio en la que en la práctica no rige la Constitución o solo se aplica cuándo y cómo conviene a las autoridades locales.
¿A qué se refiere el PSOE cuando dice que promoverá medidas legislativas? No hubo forma de que Robles, tras lanzar la piedra, enseñara la mano
En realidad, esa es la propuesta de Podemos: no queremos que Cataluña se vaya de España pero sí que pueda cumplir o incumplir la Constitución a su libre albedrío. Y aunque la posición del PSOE no es esa, algunas de las cosas que está diciendo lo aproximan peligrosamente a ella.
¿A qué se refiere el PSOE cuando dice que promoverá medidas legislativas? No hubo forma de que Robles, tras lanzar la piedra, enseñara la mano. Si se trata de una reforma federalista de la Constitución, tiene dos problemas: primero, que carece del consenso y de la mayoría para que prospere. Y segundo, que quizá sea pertinente para el diseño general del Estado, pero no para este conflicto específico. El secesionismo es profundamente antifederal y jamás estuvo interesado en ese camino.
La única reforma que aplacaría a los patrocinadores del 'procés' sería reconocer el derecho de autodeterminación. Eso es lo que, con claridad que se agradece, propugna Pablo Iglesias. ¿Y Sánchez? De momento no, pero debe explicar qué medidas legislativas son esas que quiere impulsar, que tendrían el efecto milagroso de desactivar el conflicto antes de que explote.
¿Se avendrán Puigdemont, Junqueras y la CUP a paralizar el referéndum y restablecer el principio de legalidad en Cataluña cuando aparezcan la misteriosas medidas legislativas de Sánchez y Robles? Porque si mantienen el órdago, clamar por un diálogo del que nunca se precisa el contenido es, en el mejor de los casos, un ejercicio de vacuidad.
Luego está lo del 155. La Constitución contiene mecanismos para defenderse de quienes la ignoran o desafían. Uno es la actuación del Tribunal Constitucional. Otro es la posibilidad de que el Gobierno, con el respaldo del Senado, obligue a una comunidad autónoma a cumplir la ley cuando sus autoridades han dejado de hacerlo.
El artículo 155 no habla de suspender la autonomía, ni de derogar el Estatuto o liquidar las instituciones de autogobierno. Lo único que hace es facultar al Gobierno para que, en una situación puntual, pueda dar instrucciones directas a los órganos y funcionarios de la comunidad en la que se está quebrantando la ley para asegurar su vigencia efectiva.
Es muy prematuro decidir si será necesario o no recurrir a ese instrumento constitucional, ni de qué manera o durante cuánto tiempo habría que hacerlo. Supongo que dependerá de la situación concreta que se produzca en Cataluña tras el verano. Es prudente no abrir ese melón antes de tiempo, entre otras cosas porque la gravedad de los hechos puede obligar a algunos a reconsiderar sus posiciones actuales.
Precisamente por eso, es una gran torpeza lanzarse a descartar de raíz el uso de ese o de cualquier otro recurso constitucional. Primero, porque envalentona a los promotores de la insurrección: es de manual que en cualquier conflicto la otra parte debe saber que estás en condiciones de utilizar todos los instrumentos a tu disposición. Afirmar de entrada que no se puede usar el 155 es tan insensato como asegurar desde ahora que hay que hacerlo; o como las peligrosas alusiones de Cospedal al papel de las Fuerzas Armadas. En este momento, los gritos de guerra sobran tanto como las promesas –expresas o implícitas– de posibles impunidades.
Como todo lo que hace el refundado PSOE, nada tiene que ver con el problema sino con su diseño para progresar en el mercado electoral
Lo cierto es que las palabras de Robles –ratificadas por Sánchez– debilitan objetivamente la posición del Gobierno y dividen al frente constitucional en vísperas de un conflicto que si algo requerirá es fortaleza política y unidad. Yo digo que te apoyo, pero te siembro el camino de clavos.
Como todo lo que viene haciendo el PSOE desde su reciente refundación, nada tiene que ver con el fondo del problema, sino con su diseño táctico y estratégico para progresar en el mercado electoral.
Los rasgos distintivos de esa estrategia son diferenciarse a toda costa del Gobierno y aproximarse a las posiciones de Podemos; y hacerlo con especial desenvoltura en los temas en los que el voto de los socialistas carece de poder decisorio (que últimamente son casi todos). Así ha ocurrido con el CETA, está ocurriendo con el techo de gasto y, por lo que parece, puede ocurrir también con el conflicto de Cataluña.
Cuando el comisario europeo Moscovici trató de convencer a Pedro Sánchez de que no se opusiera al tratado comercial con Canadá, este le espetó: “Tienes razón en lo que dices, pero, ¿sabes?, yo tengo que situarme en la izquierda”. Suponiendo que sea de izquierdas ir contra el libre comercio o renunciar a defender la Constitución con todos sus instrumentos, esa respuesta muestra hasta dónde puede llegar quien confunde la ideología con la topografía.
¿Qué podría haber exigido el PSOE al Gobierno a cambo de su apoyo ante la insurrección en Cataluña? Codecisión y corresponsabilidad. Un compromiso firme de no tomar decisiones sin consultarlas y compartirlas. Incluyendo, por supuesto, la de recurrir o no al artículo 155.
Pero me temo que este PSOE de Sánchez huye con especial ahínco de cualquier imagen que sugiera corresponsabilidad. Más bien busca lo contrario: zafarse de todo aquello que los asocie a las decisiones del Gobierno, sean buenas o malas para el país. Es una forma de actuar, pero quizá deberían medir sus pasos para no recorrer sin darse cuenta el corto trayecto que separa el rechazo de la corresponsabilidad de la pura y simple irresponsabilidad.
En las reuniones políticas suele pactarse lo que se va a contar a la salida. A veces, si todo viene resuelto de antemano o si se sabe que no hay acuerdo posible, eso es lo único que se negocia.