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Vuelco de verano en el CIS
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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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Vuelco de verano en el CIS

El barómetro muestra que la suma de la izquierda (PSOE+Unidos Podemos) supera en votos y en escaños a la de la derecha (PP+Ciudadanos)

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (d), y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (d), y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)

Si hemos de dar por buena la estimación que ofrece el CIS a partir de los datos de su barómetro de julio, entre la primavera y el verano se habría producido algo muy parecido a un vuelco en la intención de voto de los españoles. El vuelco afectaría principalmente al PP y al PSOE, al primero para mal y al segundo para bien. Pero invertiría también la relación de fuerzas entre la derecha y la izquierda y abriría el escenario de un gobierno de coalición de los partidos de Sánchez e Iglesias.

La magnitud del movimiento se ve más claramente expresada en votos reales que en porcentajes. Presumiendo una participación equivalente a la de las últimas elecciones (24 millones de votantes), las cosas habrían evolucionado así:

Votos por partidos (expresado en miles de votos)

Elecciones 2016

Abril 2017

Julio 2017

PP

PSOE

UP

C’s

Otros

7941

5444

5088

3142

2438

7539

4763

4715

3566

3470

6892

5959

4858

3470

2874

Entre la estimación del mes de abril y la de julio, el Partido Popular habría perdido casi 650.000 votos y el PSOE habría ganado casi 1.200.000, mientras Unidos Podemos y Ciudadanos se mantendrían estables. Respecto al último resultado electoral, el PP retrocedería algo más de un millón de votos y el PSOE avanzaría algo más de medio millón.

Si hacemos el ejercicio de trasladar esta simulación del voto a un hipotético reparto de escaños, en el Parlamento resultante habría 120 diputados del PP, 97 del PSOE, 70 de Unidos Podemos y 39 de Ciudadanos. La Cámara se completaría con 11 diputados de ERC, 6 del PDeCAT, 4 del PNV, 2 de Bildu y 1 de Coalición Canaria.

Por primera vez en la legislatura, la suma de la izquierda (PSOE+UP) supera en votos y en escaños a la de la derecha (PP+C`s). Y con 167 diputados, la hipótesis de un gobierno del PSOE con el apoyo de Podemos y alguna abstención nacionalista sería altamente verosímil.

No es normal que se muevan tantos votos en tan poco tiempo cuando no se ha producido ningún acontecimiento que haya conmocionado al país

Quizá las cifras sean excesivas: no es normal que se muevan tantos votos en tan poco tiempo cuando no se ha producido ningún acontecimiento que haya conmocionado al país (aquí no somos de interpretar que un partido gana o pierde cientos de miles de votos por cosas como el tratado comercial con Canadá). Sin embargo, es preciso atender a la tendencia que marca este barómetro y ver si es respaldada por otros datos de la encuesta.

El PP viene perdiendo terreno de forma consistente durante todo el año. En esta encuesta vemos, por ejemplo, que la valoración de la gestión del Gobierno ha empeorado desde el mes de abril: entonces era mala para el 53% y ahora la desaprobación ha subido al 55,4%. También entre los votantes del PP se ha reducido la aprobación del Gobierno, pasando del 47% al 40%. Siete puntos menos en la propia parroquia.

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Ello va acompañado de un empeoramiento, si cabe, de la imagen de Rajoy. El porcentaje de quienes dicen desconfiar de él roza ya el 80%. La desconfianza ha crecido casi 5 puntos entre los votantes del PP desde la última encuesta (y eso que las entrevistas se hicieron antes de su paso por la Audiencia Nacional).

Como consecuencia de ello, el PP pierde 5,5 puntos de fidelidad de sus votantes. En ese espacio aumentan los que hoy se muestran indecisos; y en el intercambio de votos con otras fuerzas, el PP presenta un saldo negativo de 160.000 votos con el PSOE y de casi 500.000 con Ciudadanos. Tratándose del partido con el electorado más rocosamente fiel de nuestro sistema político, el dato es alarmante.

Lo llamativo es que la percepción de la recuperación económica es cada vez más clara. Sigue mejorando la valoración de la situación económica del país y la de las economías personales, desciende la preocupación por el paro y aumenta entre los desempleados la esperanza de encontrar trabajo próximamente.

La corrupción, estrechamente asociada al PP y a la figura de Rajoy, es un fardo que lastra decisivamente al partido del Gobierno

¿Qué sucede? A mi juicio, solo puede ser una cosa: la corrupción. En esta encuesta salta otros 4,5 puntos el porcentaje de quienes la señalan como el principal problema de España, y ya estamos en el 45% que la incluyen entre nuestros tres problemas más importantes. Es obvio que la corrupción, estrechamente asociada al PP y a la figura de Rajoy, es un fardo que lastra decisivamente al partido del Gobierno y le impide traducir en votos la mejoría económica. Mientras no salga de ese pantano, el PP está condenado a pasarlo mal en las encuestas y probablemente en las urnas.

Vamos con el PSOE, que en esta encuesta ofrece el reverso de la imagen. El fuerte crecimiento de su intención de voto se basa principalmente en la recuperación de su propio electorado. Sin llegar a despertar entusiasmos, el porcentaje de votantes socialistas que aprueban la actuación del PSOE en la oposición ha crecido 12 puntos, y ha descendido en igual medida la de quienes la desaprueban. Pero lo más trascendente es el aparente despertar de su base electoral, tradicionalmente reticente y perezosa. Su tasa de fidelidad es casi un 9% más alta que la de abril; eso significa que cerca de medio millón de votantes socialistas que hace tres meses habitaban en la indecisión o en la abstención ahora se declaran inclinados a volver a votar al PSOE.

El salto adelante se completa con un saldo favorable de 250.000 votos en el intercambio con Unidos Podemos y con el bloqueo de las transferencias a Ciudadanos: en esa frontera el tráfico, antes abundante, ha quedado prácticamente interrumpido. Por el momento, el partido de Rivera ya solo se alimenta del PP, lo que le apenas le da para compensar la tendencia abstencionista de muchos de sus votantes.

Foto: Los líderes de Podemos, Pablo Iglesias (2i) y del PSOE, Pedro Sánchez (2d), se saludan durante la reunión mantenida con sus equipos en el Congreso el pasado mes de julio. (EFE)

Si en el caso del PP el factor principal de retroceso es la corrupción, parece claro que en el ámbito de influencia del PSOE la resolución de su larga crisis de liderazgo ha sido bien recibida. Sánchez sigue teniendo una imagen manifiestamente mejorable: 78% de rechazo en el conjunto de la población y solo 54% de aprobación entre los votantes socialistas (Rajoy mantiene el 70% entre los suyos). Pero el mero hecho de contar al fin con una dirección ha despejado claramente el clima.

Por otra parte, la campaña de identidad izquierdista emprendida por Sánchez parece surtir efecto. En tres meses la imagen del PSOE ha girado sensiblemente hacia la izquierda, como también lo ha hecho el propio electorado socialista. Lo que ello suponga a largo plazo, será cuestión de verlo.

Lo que el CIS muestra, en resumen, es un PP enfermo de corrupción, en tendencia lenta pero sostenidamente descendente; un PSOE izquierdizado que afianza a sus votantes y ello le hace mejorar sus expectativas –lo que tendrá que confirmarse en los próximos meses–; y los dos nuevos partidos, Podemos y Ciudadanos, en fase estable de consolidación de sus posiciones. Al menos durante este verano, parece que el tobogán se ha desplazado a los partidos tradicionales.

Si hemos de dar por buena la estimación que ofrece el CIS a partir de los datos de su barómetro de julio, entre la primavera y el verano se habría producido algo muy parecido a un vuelco en la intención de voto de los españoles. El vuelco afectaría principalmente al PP y al PSOE, al primero para mal y al segundo para bien. Pero invertiría también la relación de fuerzas entre la derecha y la izquierda y abriría el escenario de un gobierno de coalición de los partidos de Sánchez e Iglesias.

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