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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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Noticias importantes del CIS catalán: ya llueve menos

Parece que la quiebra traumática del 'procés' ha sido una poderosa vacuna. Ya solo queda un 19% de irreductibles dispuestos a seguir apostando por la ruptura unilateral

Foto: Banderas en las calles de Barcelona. (Reuters)
Banderas en las calles de Barcelona. (Reuters)

De todos los organismos de la Generalitat, quizás el menos contaminado por la peste del sectarismo y la demagogia embustera es el Centre d’Estudis d’Opinió, equivalente al CIS. Puede haber alguna objeción técnica a sus metodologías, pero en general ofrecen datos honestos, consistentes y fiables.

La noticia de la semana es que su último estudio (realizado durante el mes de enero) muestra un descenso notable del independentismo en relación al anterior, que se hizo en la segunda quincena de octubre, en plena calentura insurreccional. La pregunta directa era: '¿Quiere que Cataluña se convierta en un Estado independiente?'. He aquí lo que ha pasado en apenas tres meses:

El voto sí ni siquiera llegaría a la suma de los obtenidos en las elecciones por los partidos independentistas (JxCAT, ERC y CUP). Y el voto negativo se aproxima a la suma de lo que tuvieron los tres partidos del bloque constitucional (Ciudadanos, PP y PSC)… más los de Catalunya en Comú, el partido hermafrodita de Colau y Domènech.
Esto significa que en un hipotético referéndum binario que se celebrara ahora, ante la alternativa independencia/no independencia y suponiendo una participación equivalente a la de las elecciones del 21-D (80%), habría 2,4 millones de votos contrarios a la independencia frente a 1,8 millones favorables.

El movimiento de opinión se concentra en el espacio de la izquierda no independentista: Catalunya en Comú y PSC

Si esto no es un vuelco de opinión, que venga Dios y lo vea. De cinco puntos a favor de la independencia (insisto: en el momento más convulsivo del 'procés', entre el referéndum del 1 de octubre y la DUI del 27) a 13 puntos de ventaja para quienes prefieren permanecer en España. En medio, la huida masiva de empresas de Cataluña, la frustrada convocatoria electoral de Puigdemont, la declaración unilateral de independencia, la aplicación del 155, la fuga de Puigdemont, las elecciones del 21-D… y la acción de la Justicia en marcha. En resumen: la caída de la tramoya y el desmoronamiento del tinglado de la farsa del 'procés'.

Y es que ahí está precisamente la clave del vuelco: en los votantes de Colau y, en parte, en la radicalización hacia el españolismo de los del PSC. Veamos: los independentistas no han cambiado de opinión: nueve de cada 10 estaban a favor de la independencia en octubre y lo siguen estando ahora. Tampoco ha cambiado el 'españolismo puro' del PP y Ciudadanos: el 90% votaría no, entonces y ahora.

El movimiento, pues, se concentra en el espacio de la izquierda no independentista: Catalunya en Comú y PSC. Veamos:

12 puntos más en contra de la independencia —y siete menos a favor— entre los votantes de Colau. A lo mejor resulta que teníamos razón quienes venimos señalando que Iglesias y Colau tienen un serio problema de asincronía con su base electoral respecto al conflicto de Cataluña. En el PSC, las posiciones prácticamente se equiparan a las de los votantes del PP y de Ciudadanos.

Este dato se completa con otros que muestran claramente que la lluvia ácida del secesionismo enloquecido va cediendo a buen ritmo. Si abrimos el abanico de opciones y en lugar de dos únicas opciones damos cuatro, resulta una imagen bastante más precisa y pixelada que la de la brutal dicotomía anterior.

Parece haber un consenso mayoritario en que el actual nivel de autonomía de Cataluña dentro de España es insuficiente

Tendríamos un 7% de centralistas, que quieren que Cataluña sea simplemente una región de España, sin autonomía. Un 36% de autonomistas, que se inclinan por que siga siendo una comunidad autónoma; un 19% de federalistas, que preferían que fuera un Estado federal dentro de España, y un 33% de independentistas puros, que apuestan decididamente por que sea un Estado independiente. Este último grupo, el de los independentistas a ultranza, ha perdido siete puntos en los últimos tres meses. Y por primera vez, la fórmula más citada es la de la autonomía sin más.

Autonomistas y federalistas suman el 55%. Eso sí, cualquiera que sea la fórmula elegida parece haber un consenso mayoritario en que el actual nivel de autonomía de Cataluña dentro de España es insuficiente: un 60% suscribe esta idea. Aquí emerge la nostalgia del Estatuto semifrustrado de 2006 o, quizá, la esperanza de un nuevo Estatuto como vía de solución racional a un conflicto que hace tiempo se tornó irracional.

¿Qué se debería hacer a partir de ahora? También aquí aparecen datos alentadores para la razón. Vean las respuestas:

Parece que la quiebra traumática del 'procés' ha sido una poderosa vacuna. Ya solo queda un 19% de irreductibles dispuestos a seguir apostando por la ruptura unilateral. Aquí sí se aprecian movimientos en el bloque independentista, porque la unilateralidad solo conserva el apoyo del 37% en el espacio de ERC y el 41% en el de Junts per Catalunya. En ambos colectivos es ya mayoritario el deseo de avanzar hacia un acuerdo bilateral. Solo los de la CUP (y su líder de adopción, Puigdemont) mantienen (72%) el cerril apoyo a la ilusoria secesión unilateral.

¿Tan difícil es admitir que estamos ante una sociedad mestiza y que ese es precisamente uno de sus principales patrimonios?

Bucea el CEO en las emociones suscitadas por los principales hitos del 'procés': el golpe parlamentario del 6-7 de septiembre, el referéndum del 1 de octubre, la proclamación de la DUI, el 155, la convocatoria de elecciones y su resultado. En todos ellos predominan las vivencias negativas (rabia, miedo, vergüenza) sobre las positivas (orgullo, ilusión). Sin duda, este ha sido un tiempo amargo para los catalanes.

Completemos el retrato con algún dato significativo respecto al famoso conflicto lingüístico. Para empezar: el 33% de los encuestados declaró que prefería realizar la entrevista en catalán, y el 55% eligió hacerla en castellano.

Lo que casa bien con estos datos:

Menos histeria, pues, por ambos lados. Ni esta realidad sociológica admite una política de supremacismo lingüístico (eufemísticamente llamado inmersión) por parte del nacionalismo catalán, ni se justifican los aspavientos de quienes anuncian la inminente extinción de la lengua castellana en Cataluña.

¿Tan difícil es admitir que estamos ante una sociedad mestiza quizá la más mestiza de España— y que ese es precisamente uno de sus principales patrimonios? Cataluña es política, cultural y lingüísticamente multicolor; que vuelvan a serlo también sus dirigentes políticos, por favor.

De todos los organismos de la Generalitat, quizás el menos contaminado por la peste del sectarismo y la demagogia embustera es el Centre d’Estudis d’Opinió, equivalente al CIS. Puede haber alguna objeción técnica a sus metodologías, pero en general ofrecen datos honestos, consistentes y fiables.

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