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14 historias para no dormir: explicar España a un sueco
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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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14 historias para no dormir: explicar España a un sueco

Imaginen que un visitante sueco les pide ayuda para comprender la actualidad del país. A ver cómo se las arreglan para explicar al bueno de Gustaf alguna de estas cosas

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)
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A los argentinos les divierte repetir que “si crees que entendés la Argentina, es que no te la explicaron bien”. Lo malo es que tienen razón. Pues bien, algo parecido le sucede a esta España de la tercera década del siglo XXI, en cuya vida pública convergen la importación de la lógica peronista (perdón por el oxímoron) y las esencias renacidas del carlismo trabucaire, presentadas y vendidas como el no va más del progresismo posmoderno.

Imaginen que un visitante sueco les pide ayuda para comprender la actualidad del país. A ver cómo se las arreglan para explicar al bueno de Gustaf alguna de estas cosas:

1. El país está patas arriba. Una pandemia asesina que ya va por 100.000 muertos, una crisis económica bestial que nos proclama campeones europeos del desempleo y la extinción de empresas, la descomposición de la institucionalidad, la unidad territorial atacada y todas las reformas importantes bloqueadas desde hace una década.

2. Los dos mayores partidos del país son completamente incapaces de ponerse de acuerdo en nada. Por pelear, pelean hasta el número de muertos. Perdón, miento: la semana pasada, pactaron una tregua de 24 horas para repartirse la televisión pública y regresaron corriendo a la confortable trinchera.

3. Los órganos constitucionales llevan años con el mandato caducado. ¿Quién los elige? La Constitución dice que el Parlamento, pero la realidad es que todo el entramado institucional del país depende de la voluntad de dos personas. Ambos excluyen, en esto y en todo, cualquier cosa que se parezca a un empate.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)

4. Hay un Gobierno de coalición en el que los dos socios discrepan sin recato sobre cuestiones menores como la forma de Estado, el régimen político, la vigencia de la Constitución, el derecho de autodeterminación o los fundamentos de la política económica. Aun así, todo el mundo coincide en que la coalición está blindada por el principio disuasorio de destrucción mutua asegurada.

5. Además de los coaligados, la mayoría parlamentaria que sostiene el Gobierno está formada por nueve partidos más. Seis de ellos reniegan de la Constitución y propugnan la partición del país. Se les ha invitado a dirigir el Estado sin abandonar —ni siquiera disimular— su designio de destruirlo. Los otros tres son partidos provinciales. El engendro se autotitula 'bloque histórico de progreso'.

6. El vicepresidente del Gobierno no da un palo al agua en las tareas de gobierno (tampoco se lo permitirían). Su ocupación principal consiste en desafiar todos los días a su presunto aliado, sabotear a las otras vicepresidentas y tratar de derrocar al jefe del Estado.

Foto: El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias (d), interviene en la sesión de control al Gobierno, en presencia del presidente, Pedro Sánchez (i), y la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, este miércoles. (EFE)

7. El presidente del Gobierno se hizo votar un estado de alarma de seis meses que le otorga poderes excepcionales frente a la pandemia; pero, a continuación, se sacudió tan enojoso asunto. Endilgó los contagios, las hospitalizaciones y las muertes a los gobiernos autonómicos y remitió a Bruselas para lo del suministro de las vacunas. Se llama 'nueva normalidad'.

8. Una parte de la familia del Rey parece dispuesta a cargarse al Rey. Se distinguen dos ramas: la típicamente borbónica, compuesta por el padre, las hermanas y el cuñado, que, emulando a sus ancestros, actúan objetivamente como agentes del republicanismo (Iglesias ha visto bien que, en España, nadie hace tanto daño a la monarquía como los monárquicos). Y la de inspiración griega (formada por la madre, el propio Rey, su esposa y sus hijas), que trata de salvar la institución del acoso de sus enemigos y sus parientes. El pronóstico es reservado tirando a grave.

Foto: Felipe VI. (EFE) Opinión
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9. En Barcelona, la turbamulta habitual toma la calle y la siembra de pillaje y destrucción. El pretexto es lo de menos, la 'kale borroka' ha cambiado su sede. Los responsables políticos de mantener el orden no solo amparan el desorden (“son jóvenes y lo están pasando mal”); además, reprenden agriamente a los policías por no dejarse matar sin resistencia. El jefe de la policía autonómica, recién reinstaurado, mantiene un silencio cósmico.

10. Un comisario de policía se dedica durante 20 años a todo tipo de sobornos, operaciones oscuras y negocios ilegales, saltando del uniforme al traje de paisano y vuelta, con el consentimiento sostenido de todos sus superiores. Durante ese tiempo, acumula material para chantajear a toda la clase dirigente del país, cosa que efectivamente hace (sigue haciendo). Finalmente, es detenido y procesado; pero cuatro años más tarde tienen que ponerlo en la calle porque los jueces no han sido capaces en todo ese tiempo de concluir un sumario y montar un juicio. Hay dudas sobre la relación de la fiscal general del Estado con el pájaro y su peripecia. Una bomba de relojería 'apatrulla' la ciudad.

Foto: El comisario Villarejo en el juicio que afrontó en enero. (EFE)

11. La supervivencia económica del país depende de la administración correcta del fondo europeo de recuperación, que es la forma decorosa de renombrar el rescate. Se monta en Moncloa un tenderete clientelar, dirigido por el protoasesor estratégico del presidente, en el que todo el mundo parece pintar más que la vicepresidenta económica. El Consejo de Estado señala la chapuza jurídica de la norma fabricada al efecto, a lo que el presidente hace oídos de mercader. Bruselas sospecha y vigila: en los años anteriores, España no fue capaz de gastar ni el 30% de los fondos que la Unión Europea puso a su disposición.

12. El gran debate en el seno de la izquierda española versa sobre si el sexo se trae de fábrica o se elige. Algunas feministas señalan que, si el sexo se hace volitivo, sobra la lucha por la igualdad entre los sexos.

Foto: La ministra de Igualdad, Irene Montero. (EFE)

13. La extrema derecha trabaja para que el Gobierno de izquierdas perdure y este la corresponde trabajando para que la extrema derecha crezca. La alternativa está demasiado ocupada con una mudanza que más bien parece una huida.

14. La izquierda se ha vuelto puritana, inquisidora (de Inquisición) y pronacionalista. La derecha se ha hecho ácrata, rebelde sin causa y globalista. El vocablo más repetido en el debate público, a ambos lados de la alambrada, es 'intolerable'. Aparentemente, no quedan demócratas en España: con la nueva política, el país se ha llenado de fascistas y filocomunistas. Separatistas y separadores viven una nueva edad de oro.

Gustaf renuncia a entender. Se limita a remedar el gesto de Obélix: "¡Están locos, estos hispanos!".

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A los argentinos les divierte repetir que “si crees que entendés la Argentina, es que no te la explicaron bien”. Lo malo es que tienen razón. Pues bien, algo parecido le sucede a esta España de la tercera década del siglo XXI, en cuya vida pública convergen la importación de la lógica peronista (perdón por el oxímoron) y las esencias renacidas del carlismo trabucaire, presentadas y vendidas como el no va más del progresismo posmoderno.

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