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Ignacio Varela

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10 cosas que ya se saben del 23-J

Hay muchas cosas importantes de la votación del 23 de julio y de la próxima legislatura que ya se conocen con certeza. Hagamos un rápido repaso

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/EPA/Olivier Matthys)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/EPA/Olivier Matthys)
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A primera vista se diría que las elecciones del 23-J están repletas de incertidumbres. Es cierto que crecen algunas dudas a medida que se aproxima la fecha. Fundamentalmente, porque el enredo de los pactos regionales y la galbana con la que el PP ha afrontado su campaña nacional —como si el triunfo del 28-M llevara incorporado el pase seguro a la Moncloa— han reabierto como verosímiles escenarios que hace un mes parecían expulsados del mundo de lo posible.

Con todo —perdonen la humorada—, solo quedan dos incógnitas por despejar sobre la próxima legislatura: quién será el próximo presidente del Gobierno y cuál será su fórmula de gobierno (en solitario, coalición, pactos de legislatura, etc.).

La primera parecía resuelta el 29 de mayo, pero hoy las casas de apuestas vuelven a admitir traviesas. Las acciones de Feijóo siguen cotizando más alto que las de Sánchez, pero lo que parecía muy probable ha pasado a ser remoto, y lo aparentemente imposible recupera la categoría de creíble.

La incógnita de la fórmula de gobierno afecta únicamente al candidato del PP y es simple: con Vox o sin Vox. En el caso de Sánchez, esta vez no existe margen para engaños del candidato o sorpresas más o menos impostadas de quienes lo voten. Toda España sabe que, si gobierna, será mediante una versión intensificada del Frankenstein, con el necesario ingreso en el club de nuevos socios nacionalistas radicales, como el partido de Puigdemont.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (Reuters/Isabel Infantes)
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Además, si los números dieran para esa hipótesis, no le bastaría a Sánchez con abstenciones pudibundas como las de ERC y Bildu en su investidura anterior. Todos y cada uno de los mutualistas del negocio tendrían que aportar su voto afirmativo, lo que, a su vez, encarecerá el precio a pagar por el PSOE, como Rufián se ha ocupado de advertir. Es mejor que todo esté claro por ese lado: así no cabrán más aspavientos ni lamentos plañideros a posteriori. Se acabó la broma de votar a uno deseando secretamente que gane el otro: cada cual que apechugue con las consecuencias conocidas de su voto. Y las reclamaciones, al maestro armero.

Por lo demás, hay muchas cosas importantes de la votación del 23 de julio y de la próxima legislatura que ya se conocen con certeza. Hagamos un rápido repaso:

1. Se sabe que los votos de la derecha superarán claramente a los de la izquierda. Esa tendencia se ha consolidado a lo largo de la legislatura hasta hacerse estructural, y no hay ningún motivo racional para suponer que se invertirá en poco más de 20 días.

Foto: El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Miguel Barreto) Opinión
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2. Se sabe que el Partido Popular será el más votado y su grupo parlamentario el más numeroso del Congreso. El maillot amarillo de esta carrera está adjudicado incluso por su adversario, que hace tiempo olvidó su originaria vocación de mayoría y ya solo aspira a armar, desde el segundo puesto, un puzle de siglas que le permita quedarse otra temporada en la Moncloa.

3. Se sabe desde el 28 de mayo que el poder territorial estará abrumadoramente en manos del PP. Más de la mitad de las alcaldías importantes, la mayoría de las diputaciones provinciales, el control de la FEMP y 11 de las 17 presidencias autonómicas, además de las de Ceuta y Melilla y la presencia en el Gobierno de Canarias. No es necesario subrayar la trascendencia que esto tiene para quien ocupe el Gobierno de España y pretenda desarrollar cualquier política, que son casi todas, que exija colaboración entre las distintas administraciones.

4. Se sabe que el PP dispondrá también de una amplísima mayoría absoluta en el Senado. Será el partido más votado al menos en 30 provincias (quizá llegue a 40), lo que le reportará tres senadores en cada una de ellas; y habrá que añadir los senadores que lleguen de los nuevos Parlamentos autonómicos, en su mayoría dominados por la derecha.

Foto: El expresidente catalán Carles Puigdemont recibe a Anna Erra (2d), la nueva presidenta del Parlament. (EFE/Parlament)

5. Como contrapunto, se sabe también que el Tribunal Constitucional permanecerá claramente sesgado a la izquierda. Mientras lo siga presidiendo quien hoy lo preside, ello supone prácticamente barra libre para un hipotético Gobierno de Sánchez —salvo monstruosidades jurídicas que nunca hay que descartar— y conflictos permanentes asegurados para un probable Gobierno de Feijóo. El TC será, en ese caso, una de las pistas principales por las que discurrirá la acción de la oposición.

6. Se sabe que, si Alberto Núñez Feijóo no es presidente del Gobierno, tampoco será líder de la oposición. Ha empeñado en ello su palabra frente a toda la baronía de su partido y lo cumplirá o se lo harán cumplir. Si el PP no forma Gobierno, junto con el duelo por la ocasión despilfarrada se abrirá una nueva disputa —no precisamente incruenta— por la jefatura partidaria. Y Abascal lo festejará con champán francés de la marca Le Pen: de todos los resultados posibles, ese es su favorito.

7. Se sabe —ya está explicado que Sánchez solo podrá gobernar, si es que puede, con una amalgama de más de 20 siglas: además del PSOE y el PSC, todas las confederadas transitoriamente tras el rostro de Yolanda Díaz y la galaxia nacionalista al completo, sin que nadie, ni siquiera la CUP, pueda escaquearse del empeño patriótico.

Foto: Una experta en marketing analiza la campaña de Pedro Sánchez de cara a las elecciones del 23-J. (EFE / Julio Muñoz)

8. Se sabe que se reducirá la fragmentación en el Congreso. No solo por la agrupación en Sumar de siglas que compitieron por separado en 2019 (Compromís, Más País, etc.), también por la desaparición de fuerzas como Ciudadanos y el PRC. No se esperan visitantes nuevos salvo, quizá, la aparición de Soria ¡Ya! para acompañar al amigo turolense. La precipitación de la convocatoria ha pinchado el globo electoral de la España Vaciada antes siquiera de comprobar su viabilidad.

9. Se sabe que, por primera vez desde 2015, el bipartidismo mostrará claros síntomas de recuperación. La liquidación de Ciudadanos y la implosión de Podemos pone fin al nuevo régimen que entonces se inauguró y que ha tenido una existencia efímera. La suma del PP y el PSOE puede volver a aproximarse al 60% de los votos y superar los dos tercios de los diputados del Congreso.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/EPA/Olivier Matthys)

10. Se sabe, en fin, que, a partir de enero del 24, se acabará el dopaje que desde Bruselas y desde Fráncfort se ha inyectado durante tres años a la economía española para mantenerla a flote. Gobierne quien gobierne, habrá llegado el momento de ponerse serios con el dinero. Sobre todo, con el que debemos.

Y no se sabe, pero quizás este fin de semana empiece a sospecharse, que, si esto sigue así, podría darse el caso de que Aquiles alcance a la tortuga. Dijera Zenón lo que quisiera, en una campaña electoral siempre es preferible hacer de Aquiles que de tortuga.

A primera vista se diría que las elecciones del 23-J están repletas de incertidumbres. Es cierto que crecen algunas dudas a medida que se aproxima la fecha. Fundamentalmente, porque el enredo de los pactos regionales y la galbana con la que el PP ha afrontado su campaña nacional —como si el triunfo del 28-M llevara incorporado el pase seguro a la Moncloa— han reabierto como verosímiles escenarios que hace un mes parecían expulsados del mundo de lo posible.

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