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El documental de Josu Ternera y la censura previa
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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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El documental de Josu Ternera y la censura previa

Para ellos, el hecho de dar voz y visibilidad a Ternera es, en sí mismo, un acto legitimador del terrorismo, sin que tenga la menor relevancia el contenido de la conversación

Foto: Josu Ternera. (EFE/EPA/Ian Lansdon)
Josu Ternera. (EFE/EPA/Ian Lansdon)
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Hace unos días, recibí un manifiesto que pide que se suprima del Festival de Cine de San Sebastián la exhibición de un documental titulado No me llame Ternera, realizado por Jordi Évole y Màrius Sánchez, que contiene una entrevista con quien durante más tiempo fue jefe de ETA y durante décadas cometió materialmente varias decenas de asesinatos y ordenó muchos más. Josu Ternera es la persona viva más icónica de la banda terrorista.

En el manifiesto, firmado por medio millar de personas entre las que están algunas por las que siento respeto cívico, proximidad intelectual e incluso admiración personal en algunos casos, se afirma, entre otras cosas, que “ese documental forma parte del proceso de blanqueado de ETA, y que contiene “un relato justificativo [del terrorismo] y banalizador que pone al mismo nivel a asesinos y cómplices, víctimas y resistentes”. Lo que, unido a otros argumentos, lleva a los firmantes a reclamar a la dirección del festival “que excluya por completo de su programación ese documental y cualquier otro análogo que pueda producirse en el futuro”.

Foto: Évole y Ternera (de espaldas), en una imagen del documental. (Netflix)

Aunque el manifiesto no lo dice expresamente, se deduce que, por los mismos motivos, los firmantes se opondrán también a la difusión posterior del documental: es decir, que la plataforma que lo ha producido debería sacarlo de su catálogo y prohibirse su exhibición en cines, televisiones o cualquier otro medio. Todo, porque en él se da la palabra al matarife terrorista más famoso de España.

No es nada grave disentir alguna vez de personas con las que coincido casi siempre, muy especialmente cuando se trata del terrorismo de ETA. Para empezar, no es menor el pequeño detalle de que ni yo ni ninguno de los firmantes del manifiesto hemos visto el documental. Desde el desconocimiento de su contenido, se atribuye a sus autores unas intenciones —blanquear a ETA, justificar y banalizar el terrorismo— que no solo serían éticamente repulsivas, sino también, caso de ser ciertas, probablemente susceptibles de tratarse penalmente como un delito de apología del terrorismo, tipificado en el artículo 578 del Código Penal (delito aún vigente, aunque no sabemos por cuánto tiempo si continúa el himeneo político entre el partido de Sánchez y el de Otegi).

Foto: El director del Festival de Cine de San Sebastián, José Luis Rebordinos, y su responsable de Comunicación, Ruth Pérez de Anucita (EFE)

Para ellos, el hecho de dar voz y visibilidad a Ternera es, en sí mismo, un acto legitimador del terrorismo, sin que tengan la menor relevancia el contenido de la conversación, las preguntas del entrevistador y el tratamiento que se dé al tema durante los 100 minutos que dura la pieza. Si esto no es un caso de censura previa, que alguien me explique lo que es.

Llama la atención este enfoque por parte de quienes llevan años denunciando y combatiendo el intento de borrar de la memoria colectiva la historia tenebrosa de cinco décadas de violencia criminal de ETA. Josu Ternera es parte esencial de esa historia, y reducir su figura siniestra al silencio y la invisibilidad no me parece una buena forma de mantener viva en la conciencia social su condición de asesino en serie. Sugieren los firmantes que su voz y su imagen, como la de todos sus colegas en el oficio de matar, deberían ser eliminados de la faz de la tierra e impedir que nunca nadie más pueda verlos o escucharlos.

Reducir su figura a la invisibilidad no me parece buena forma de mantener viva en la conciencia social su condición de asesino en serie

A priori, el testimonio directo de Ternera posee un interés histórico evidente. Imaginemos que alguien hubiera tenido la ocasión, tras los atentados del 11-S en Nueva York y los múltiples crímenes de Al Qaeda, de entrevistar a Bin Laden, componer un documento audiovisual y presentarlo, por ejemplo, en el Festival de Cannes. No creo que nadie discutiera su derecho a hacerlo, el derecho del festival a exhibirlo y del público a contemplarlo y el valor documental de la pieza. Tampoco imagino que se presentara a su autor poco menos que como un cómplice del terrorismo islamista. Sobre todo, nadie lo haría sin tomarse siquiera la molestia de ver la película.

Josu Ternera no solo fue el jefe operativo de ETA durante muchos años. Fue también su representante institucional en el Parlamento vasco, en el que la insania del nacionalismo político lo hizo nada menos que presidente de la Comisión de Derechos Humanos, menudo sarcasmo; y en la fase terminal de ETA, protagonizó como jefe de la banda la parte más sustancial de la negociación con el Gobierno español. Su figura es crucial en la historia del terrorismo en España, y su testimonio, tan valioso como lo habría sido en su momento el de Heinrich Himmler sobre el Holocausto o el de Beria sobre las purgas masivas del estalinismo.

Foto: Fotografía de archivo tomada en el Parlamento vasco en Vitoria el 25 de octubre de 2001 de José Antonio Urruticoechea Bengoechea, 'Josu Ternera'. (EFE)

Por supuesto, veré el documental cuando sea posible. Estoy seguro de que también lo hará la mayoría de los firmantes del manifiesto. Me cuesta comprender desde qué actitud paternalista puede negarse a cualquier otra persona adulta el derecho a verlo también y formarse su propio criterio, tanto sobre el contenido político como sobre la calidad intrínseca de la obra —lo que no es baladí, puesto que se presenta en un festival de cine—. No sería la primera vez que una obra odiosa por su mensaje resulta a la vez admirable en su ejecución.

Tras el visionado —no antes—, todos podremos opinar fundadamente sobre las auténticas intenciones de Évole y Sánchez, así como sobre lo que el asesino diga y, sobre todo, lo que calle o falsifique. Si queda claro que la pretensión de los autores es contribuir al blanqueo de la banda terrorista, no solo lo denunciaremos cargados ahora sí de razón: exigiremos que la Fiscalía active inmediatamente la previsión del Código Penal, acuse de apología del terrorismo a los autores del documental y solicite la interdicción judicial de la pieza y la prohibición de que se difunda por cualquier medio.

Que no cuenten conmigo para autos de fe preventivos ni censuras previas de una obra que ni siquiera hemos visto

Además, junto a gente tan civilizada, valiente y demócrata de verdad como Fernando Savater, Andrés Trapiello, Maite Pagazaurtundía, Rubén Múgica y todos los demás firmantes, seguiremos combatiendo por tierra, mar y aire todo lo que representan el carnicero Josu Ternera y la organización criminal y totalitaria que dirigió, así como repudiando la turbia alianza del actual partido gobernante (al que alguno de los firmantes más destacados declaró tener intención de votar) con los albaceas testamentarios de ETA.

Foto: El cartel que anuncia la película en San Sebastián.

(Por cierto, se dice que en el documental Ternera se reconoce responsable de un asesinato cometido en 1976, por el que nunca fue acusado y ya no podrá serlo, puesto que está cubierto por la ley de amnistía de 1977. Esto tienen las amnistías, que hay que pensarlas muy bien porque su efecto no es reversible).

Llevo demasiado tiempo oponiéndome a la llamada cultura de la cancelación (que es más bien cancelación de la cultura) y a toda la carga inquisitorial que conlleva para permitirme hacer una excepción con algo que desprende inevitablemente ese aroma. Por mucha simpatía que sienta y muchas causas que comparta con la mayoría de quienes han firmado ese documento, que no cuenten conmigo para autos de fe preventivos ni censuras previas de una obra que ni siquiera hemos visto.

Hace unos días, recibí un manifiesto que pide que se suprima del Festival de Cine de San Sebastián la exhibición de un documental titulado No me llame Ternera, realizado por Jordi Évole y Màrius Sánchez, que contiene una entrevista con quien durante más tiempo fue jefe de ETA y durante décadas cometió materialmente varias decenas de asesinatos y ordenó muchos más. Josu Ternera es la persona viva más icónica de la banda terrorista.

Josu Ternera
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