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Del "ciclo histórico" de ETA al ciclo histórico de Bildu
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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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Del "ciclo histórico" de ETA al ciclo histórico de Bildu

EH Bildu es el único partido que está realizando una campaña profesional​ merecedora de tal nombre. Los demás sestean o creen cumplir con soporíferas campañas obsoletas

Foto: El candidato de Bildu, Pello Otxandiano, interviene durante un acto de campaña. (EFE/Adrián Ruiz Hierro)
El candidato de Bildu, Pello Otxandiano, interviene durante un acto de campaña. (EFE/Adrián Ruiz Hierro)
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Cuando concluye la campaña oficial y a dos días de la votación, el promedio de las estimaciones derivadas de encuestas publicadas hasta el pasado lunes ofrece el siguiente panorama:

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Esta no es la foto en la meta, sino una imagen tomada en la entrada de la recta final. Todo lo sucedido desde el lunes en el espacio demoscópico está sometido a censura (la misma censura que proscribe el artículo 20 de la Constitución) y, por tanto, no se lo podemos contar. Durante esta semana de prohibición, los partidos se gastan una millonada en encuestas y en campañas masivas en la red para influir sobre la decisión de voto hasta el último minuto.

Hacen bien los partidos en reservar la mayoría de sus recursos para el tramo final. Se sabe que el 30% de los ciudadanos vascos está decidiendo si votará o no -y, en el primer caso, qué partido elegirá- precisamente durante estos días de la oscuridad demoscópica. En cuanto a los menores de 35 años, ese porcentaje alcanza el 40%.

Así pues, primera pista: cuatro de cada diez votantes jóvenes están ahora decidiendo su voto; quizás hoy, mañana o el mismo domingo. Se sabe por las encuestas que Bildu es, de lejos, el partido más votado en esa franja de edad. Se sabe por experiencia que quienes se incorporan a la votación en el tramo final suelen hacerlo a favor de corriente; es decir, intensifican con su voto el clima que perciben en su entorno. Y una somera observación muestra que EH Bildu es el único partido que está realizando una campaña profesional merecedora de tal nombre. Los demás sestean o creen cumplir con soporíferas campañas obsoletas.

Foto: Pello Otxandiano con Otegi a sus espaldas en un mitin en Tolosa. (EFE/Javi Colmenero)

De hecho, el partido de Otegi no ofrece una campaña sino dos, segregadas linguísticamente. Los contenidos de la campaña de Bildu en euskera se atienen al 'abertzalismo' tradicional y cavernario y llaman al corazón de los admiradores de Josu Ternera que en algún día gritaron por las calles “¡ETA, mátalos!”.

La campaña en castellano es moderna y alegre, casi 'hippie'. Cualquier partido verde o de la socialdemocracia nórdica la firmaría sin dificultad. Se dirige a ese segmento de la sociedad vasca que ha hecho el firme propósito de no enterarse o erradicar de su cerebro la sucia realidad de los disparos en la nuca o los coches bomba que festejaron sus padres -o quizá ellos mismos, en su adolescencia-. “Algo habrá hecho”, decían ante la imagen de un cadáver despatarrado en plena calle. Incluso es posible que algunos de ellos -o sus padres- señalaran a vecinos de escalera o compañeros de trabajo como candidatos a recibir una ración de metralla.

No hay tanta diferencia entre el drástico olvido del horror (y de su participación en él por activa o por pasiva) que los alemanes se autoimpusieron tras el nazismo y la dosis masiva de productos amnésicos que una parte importante de la sociedad vasca se ha recetado para coexistir con su pasado reciente sin vomitar cada mañana.

Ciertamente, quedan los que siempre estuvieron orgullosos de la carnicería totalitaria y lo siguen estando. Quienes organizan festivales de bienvenida a los etarras que salen de la cárcel, se van de potes a locales decorados con retratos de 'gudaris' (léase pistoleros), o, cuando hay que hablar en público del enojoso asunto de 50 años de salvajismo, lo califican como “un ciclo histórico” y a los matarifes profesionales que sembraron el terror como “un grupo armado”, equivalente a un club cinegético para la caza de la perdiz.

Ambos grupos, el de los amnésicos y el de los nostálgicos, forman parte del público objetivo de la campaña del partido creado por ETA para alcanzar el objetivo de convertirse en la primera fuerza política del País Vasco en unas elecciones democráticas. El mensaje es inequívoco: nos derrotasteis cuando lo intentamos con pistolas y bombas, pero ahora os vamos a derrotar con vuestra propia arma: los votos. Especialmente, con los votos de vuestros hijos, para que os duela más. Por eso lo de las dos campañas.

Por muy profesional que sea su diseño y ejecución, semejante maniobra de distorsión de la lógica de la historia solo puede triunfar con la complicidad de quienes administran el poder en la democracia. De todos los trueques y negocios políticamente detestables que Sánchez ha consumado, el más repugnante, el que escapa a las categorías políticas porque impacta de lleno en las morales, es su concupiscente matrimonio con los albaceas testamentarios de la banda terrorista que durante medio siglo trató de derribar la democracia española mediante la práctica del terrorismo. Desde las antípodas ideológicas, yo me tomaría un café y hablaría de política con Pablo Iglesias, con Oriol Junqueras o con Santiago Abascal. Jamás lo haría con Arnaldo Otegi, con la chivata Aizpurua o con este Otxandiano de profesión flautista (de Hamelín).

Foto: Acto inicio de campaña de Bildu. (EFE/Adrián Ruiz Herrero) Opinión
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Rubén Amón

Al empezar el siglo XXI (elecciones autonómicas de 2001), los nacionalistas tenían 40 diputados en el Parlamento vasco por 35 no nacionalistas. Tras el recuento del 21-A, la relación será como mínimo de 56 frente a 19. Si se cumplen las previsiones, los nacionalistas sumarán el 70% de los votos, 75% de los diputados en el Parlamento vasco. El nacionalismo vasco es mucho más fuerte que el catalán, que las pasa canutas para atraer a la mitad de los votantes y solo se mantiene en el poder gracias a la claudicación cultural de partidos que devinieron hermafroditas.

En la última elección autonómica antes de la era sanchista, Bildu obtuvo un 25% de los votos, que entonces nos parecieron una barbaridad. En esta votación estará muy cerca del 35%, si es que no lo supera. Es imposible comprender esa progresión sin la ayuda cómplice del poder sanchista, que en estos días se lleva farisaicamente las manos a la cabeza ante las palabras cínicas sobre ETA del candidato flautista de Bildu.

Como ha escrito con brillantez David Jiménez Torres en 'El Mundo', el partido de Sánchez está de rebajas: durante cuatro días, hay licencia de la superioridad para llamar terroristas a los terroristas y amigos de ETA a los amigos de ETA sin ser facha. A partir del lunes, regresará el Gran Embuste. Aprovechen la ocasión, que es las que solo se presentan cada cuatro años.

Foto: Pello Otxandiano en un acto electoral. (Europa Press/Iñaki Berasaluce) Opinión

Por esas cosas misteriosas que suceden en los sótanos de los partidos políticos, en una campaña en la que todos los candidatos son semianónimos, el Euskadi Buru Batzar del PNV decidió enviar a su casa a un lendakari conocido por el 100% de la población y con una gestión de gobierno aprobada masivamente para poner en su lugar a un señor con apellido de Segovia y aspecto de dependiente de Galerías Preciados. Por primera vez desde 1980, el PNV puede perder en votos unas elecciones autonómicas; y si no es en esta, será inexorablemente a la siguiente. Me pregunto cómo llamarán en el futuro a este ciclo histórico.

Cuando concluye la campaña oficial y a dos días de la votación, el promedio de las estimaciones derivadas de encuestas publicadas hasta el pasado lunes ofrece el siguiente panorama:

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