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PSOE y PP, la búsqueda frenética del desacuerdo
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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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PSOE y PP, la búsqueda frenética del desacuerdo

Resulta patente la incomodidad con que los dirigentes del PSOE y del PP viven el hecho, para ellos luctuoso, de estar de acuerdo en algo importante para los españoles

Foto: l presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), recibe al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo (d), en el Palacio de la Moncloa. (EFE/Archivo/Javier Lizón)
l presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), recibe al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo (d), en el Palacio de la Moncloa. (EFE/Archivo/Javier Lizón)
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Ante la guerra comercial provocada por Trump: Defender el sistema de libre comercio. Rechazar la oleada de aranceles desatada por el presidente Trump. Concertar una respuesta común de la Unión Europea. Potenciar el desarrollo de industrias propias en los sectores en los que Europa es más dependiente. Ampliar el espacio de los intercambios comerciales con todas las áreas del mundo. Negociar con el Gobierno norteamericano con la firmeza necesaria, pero preservando la relación de amistad y cooperación. En todo caso, defender a ultranza los intereses de España y de sus sectores económicos más sensibles.

Ante la guerra en Ucrania provocada por Putin: Actuar en el marco de la Unión Europea y de la OTAN. Defender activamente la libertad, la soberanía y la integridad territorial de Ucrania. Mantener la ayuda a la nación agredida, así como las sanciones a la potencia agresora. Impulsar una negociación para una paz digna, con la presencia en la mesa del gobierno legítimo de Ucrania y de la Unión Europea. Contribuir a la seguridad de los países fronterizos con Rusia y de los que formaron parte del imperio soviético. Avanzar hacia la autonomía defensiva, en la perspectiva de un verdadero ejército europeo. Cumplir cabalmente los compromisos de España respecto al aumento del gasto en defensa.

Ante el conflicto de Gaza: Condenar las actuaciones terroristas de Hamás y los excesos y abusos de Israel en la respuesta. Defender los derechos del pueblo palestino y el derecho de Israel a existir, mediante la fórmula de los dos Estados amparada por la ONU. Implicar a los Estados árabes en la búsqueda de un estatus pacífico y estable para la región.

Parece el texto de un comunicado oficial, pero no lo es. Es un catálogo no exhaustivo de aquello en que los dos mayores partidos de España coinciden respecto a los conflictos que tienen al mundo aterrorizado. No sugiero que el PP y el PSOE deberían ponerse de acuerdo en todo esto, digo que ya lo están. En todos esos puntos, sus posiciones son indistinguibles. Coinciden en el enfoque, en las vías de solución y, sobre todo, coinciden en el marco -irrenunciable para España- de la Unión Europea y de la OTAN.

Foto: Sánchez y Yolanda Díaz se reúnen para abordar el aumento del gasto en Defensa. (EFE/Moncloa) Opinión

Puede haber matices en una mayor inflexión antitrumpista, más gesticulación en la condena de Netanyahu y más guiños hacia China por parte del PSOE. Pero nada de eso afecta a la médula: en su mayoría, son concesiones retóricas para la galería o para apaciguar a los socios domésticos.

Es incontrovertible que el mundo atraviesa su momento más crítico desde 1945. Que la sociedad española, frecuentemente ajena al escenario internacional, se siente excepcionalmente concernida -y consternada- por una situación que percibe como una amenaza existencial; y que los dos partidos que representan a dos tercios de la población coinciden sustancialmente en su aproximación a la concatenación siniestra de problemas que nos aflige.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), junto al líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo. (Europa Press/Alberto Ortega)
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Añadamos que, a la hora de la verdad, PP y PSOE sólo pueden encontrar la compañía del otro, porque los restantes partidos de sus bloques respectivos están en mayor o menor medida comprometidos con las causas y valores opuestos. La extrema derecha es sumisa seguidora de Trump, un vasallaje ideológico que sitúa por delante del interés de España, mientras la extrema izquierda es ancestralmente antiyanqui, antimilitarista y anti-OTAN. Varios de ellos tienen vínculos poco confesables con Putin o con teocracias criminales como Irán, o simpatizan de forma más o menos mercenaria con la dictadura china. Y casi todos oscilan entre el euroescepticismo o la más directa eurofobia. Así que pueden resultar funcionales para armar alianzas del modelo Frankenstein o Godzilla y alimentar el cainismo en la muy paleta política interna, pero resultan inútiles, si no peligrosos, para hacer frente a una crisis mundial que amenaza con llevarnos a todos por delante.

Se diría que la convergencia de las dos fuerzas mayoritarias es una buena noticia, aunque resulte excepcional. Primero, porque la dimensión de la crisis que atravesamos justifica más que nunca la suma de esfuerzos: como de costumbre, Alemania señala el camino. Segundo, porque coincide con la voluntad de la mayoría social y con el interés objetivo del país. Tercero, porque la posición de España siempre será más fuerte si, por una vez, tiene detrás una aplastante mayoría institucional y parlamentaria.

Siendo así las cosas, lo razonable sería constatar la coincidencia preexistente, pulir o simplemente tolerar las diferencias de matiz para que ninguna clientela se sienta incómoda y actuar en consecuencia. Pero hace tiempo que lo razonable dejó de guiar la política española. Si, por ejemplo, Patxi López prefiere compartir techo y lecho con quienes quisieron asesinarlo que con quienes lo sostuvieron como lendakari a cambio de nada (también jugándose la vida), es que en este corral el destierro de la razón se ha hecho crónico.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, se reúne con representantes de los sectores afectados por la crisis arancelaria. (Europa Press/Alejandro Martínez Vélez)

Resulta patente la incomodidad con que los dirigentes del PSOE y del PP viven el hecho, para ellos luctuoso, de estar de acuerdo en algo importante para los españoles. Adiestrados durante años en el hábito de echar mano a la navaja con cualquier pretexto, se ve de lejos que les causa un profundo disgusto admitir que comparten cualquier cosa, y mostrarse por excepción las manos limpias de armas. Acostumbrados a apoyarse en los extremismos antisistema para combatirse recíprocamente, la idea de una colaboración entre moderados les resulta repugnante (quizá porque niegan al otro la condición de moderado, y todos los miércoles por la mañana demuestran que es cierto).

Si yo escribiera aquí que nunca como ahora se han dado en España las condiciones que aconsejarían una fórmula como la alemana (cosa que pienso hace tiempo), las reacciones oscilarían entre quienes pensaran que estoy en las nubes o que me he vuelto loco. No les quito la razón, pero miro a mi alrededor y susurro como el hereje Galileo ante el tribunal de la Santa Inquisición: "Eppur si muove".

Resulta a la vez patético y divertido observar cuán desesperadamente buscan los políticos profesionales del PSOE y del PP cualquier excusa para seguir escenificando su pequeña guerra civil particular mientras nos adentramos en un período oscuro de la historia. Al parecer, la amenaza verosímil de una ruina global derivada de la vesania del ocupante de la Casa Blanca, la de un episodio nuclear inducido por la pulsión imperialista del Señor del Kremlin o la invasión silenciosa de Occidente programada por la China comunista no son motivo suficiente para que el presidente del Gobierno y el líder de la oposición intercambien personalmente unas palabras y deleguen esa función en un encuentro casi clandestino entre sus delegados. Lo comprendo: imaginen que se ponen a hablar y descubren que están de acuerdo en algo sustantivo, menudo lío. Las estrategias cuidadosamente construidas y alimentadas durante la década entera del sanchismo, desencajadas. Por parte del Gobierno, los Bolaños, Montero, Óscar López, Puente y compañía, despojados del guion que da sentido a su existencia.

Las bolsas se desploman y los bolsillos comienzan a vaciarse, lo de Ucrania cada día asusta más, en Oriente Medio los asesinatos se cuentan por decenas de miles, Europa se embarca en un rearme masivo en defensa propia (algún día se usarán esas armas) y la democracia se derrite a manos de los demócratas. Pero no es posible permitir que pase un día sin que alguien del PSOE llame fascista al PP y alguien del PP exija la dimisión inmediata de Sánchez: no por cargarse la Constitución por fascículos sino, mayormente, por sus pestes familiares. Porca política.

Ante la guerra comercial provocada por Trump: Defender el sistema de libre comercio. Rechazar la oleada de aranceles desatada por el presidente Trump. Concertar una respuesta común de la Unión Europea. Potenciar el desarrollo de industrias propias en los sectores en los que Europa es más dependiente. Ampliar el espacio de los intercambios comerciales con todas las áreas del mundo. Negociar con el Gobierno norteamericano con la firmeza necesaria, pero preservando la relación de amistad y cooperación. En todo caso, defender a ultranza los intereses de España y de sus sectores económicos más sensibles.

Partido Popular (PP)
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