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El sanchismo era esto y siempre lo fue
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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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El sanchismo era esto y siempre lo fue

Santos Cerdán, Koldo, Aldama, Leire Díaz, David Sánchez, Álvaro García Ortiz y otros especímenes de la trama componen ante la sociedad el rostro actual del Partido Socialista. El equipo titular

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/ Javier Lizón)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/ Javier Lizón)
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En la política y en la vida, pocas expresiones me fastidian más que "os lo dije". No tengo, pues, la menor intención de alardear. Si algunas personas diagnosticamos prematuramente el sanchismo fue únicamente por disponer de información preliminar sobre el personaje y su entorno. En el verano de 2014, el macarrismo político se instaló en la cúspide del PSOE y, después, en el Gobierno. Las consecuencias están a la vista: hay una bomba lapa colocada en los bajos del Estado de derecho. Quienes tuvimos el triste privilegio de verlo venir hemos vivido este tiempo con igual escándalo que los demás, pero sin sorpresa.

Efectivamente, el sanchismo era esto y lo fue desde el principio. No es que haya degenerado con el paso del tiempo; es que la fuerza de los hechos y su propio declive le obligaron a mostrar progresivamente los aspectos más innobles de su ser natal. El tránsito de aquel "Gobierno bonito" de 2018 al régimen visiblemente sórdido de 2025 es una regresión en el sentido freudiano del término. El sanchismo genuino se parece más a Leire Díez que a Nadia Calviño (esta fue parte del maquillaje hasta que ella también se contagió).

Hay dos frases de Karl Marx que reflejan con precisión a lo que aquí sucede. Una es que el ser social determina la conciencia. Esa retrata a los sujetos de galaxia sanchista, empezando por el jefe de la tribu. La otra, que la historia sucede como tragedia y después se repite como farsa. En lo que se refiere a la corrupción política en España, Luis Roldán fue una tragedia (la pérdida de la inocencia para muchos socialistas) y lo de Leire Díez y compañía una farsa grotesca que llama por igual a la carcajada y al espanto. Como estación intermedia, Bárcenas con sus patrones pagadores y su cohorte de sobrecogedores.

Esta situación es un chollo para el cronista de actualidad. Tiene de todo para un thriller tragicómico por entregas: políticos corruptos, un Gobierno conspirando con malhechores contra los jueces y los policías, fiscales venales, periodistas entregados al poder y otros ejerciendo de detectives, empresarios y abogados desaprensivos, espías de verdad y espías de sainete, grabaciones de traca, puteros y putas en coche oficial, atentados inventados y dosieres prefabricados, analfabetos funcionales dirigiendo organismos y empresas públicas, apagones que no se explican y trenes que se paran, expresidentes actuando de operadores de la dictadura china, leyes que se compran y se venden, "progresistes" regresivos aboliendo la biología en el BOE, derechistas cavernarios luciendo montera de torero como fetiche ideológico… y así hasta la adicción coprófaga o la náusea.

Foto: Pedro Sánchez. (Europa Press) Opinión
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Por su parte, el analista puede ignorar la parte circense y seguir escribiendo sesudamente sobre los problemas estructurales eternamente postergados; pero ello supone silenciar que la política convertida en circo resulta ser uno de los principales problemas del país y, además, tiende a hacerse estructural. Puede contribuir a la depresión colectiva subrayando cada día la catástrofe institucional y constitucional y la irresponsabilidad suprema de los gobernantes y de los votantes (también llamados altivamente "la gente"). Puede profetizar cuándo convocará Sánchez las elecciones. O recurrir a la sátira costumbrista y tomárselo a cachondeo, lo que le premiará con un montón de likes. Cualquier fórmula me parece aceptable siempre que no se abuse de latiguillos como "a nivel de", "implementar" o "volver a repetir", y se citen en su sentido original vocablos mal aprendidos como "fontaneros" y "barones". Con las jergas heredadas pasa como con los tacos: o se sabe usarlos, o es preferible omitirlos.

En la cúpula del edificio sanchista habitan el jefe y su señora.

Foto: Pedro Sánchez. (Europa Press) Opinión

En el piso más alto están los ministros de primera (los de confianza), el presidente del Tribunal Constitucional, el fiscal general del Estado, la presidenta del Congreso y, en la habitación que Ábalos dejó libre, Santos Cerdán.

Los ministros de segunda y los "colocados" más distinguidos (el de Telefónica, el de Indra, la de Red Eléctrica, el del Banco de España, el del CIS, el de EFE, los embajadores "políticos" y todos los demás) ocupan la planta siguiente, que está siempre en ampliación porque ya no se cabe. Por antigüedad es conocida como "planta Tezanos".

El piso inferior lo ocupan los gerifaltes partidarios más arrojados y entregados a la causa, tipo Patxi López. Desde hace unas semanas se conoce como "el piso de los Gallardos". A estos hay que vigilarlos de cerca porque son dados a la traición cuando las cosas se tuercen.

Foto: Ilustración: EC Diseño.

En la planta baja, los jefes y jefas del aparato de propaganda, que suministran argumentarios al edificio entero, engrasan el equipo mediático de opinión sincronizada y pilotan el ejército de bots en las redes sociales. Como reconocimiento de la adhesión inquebrantable al régimen, la han bautizado "planta Intxaurrondo".

Finalmente está el sótano, hasta hace nada cerrado herméticamente, donde siempre es de noche (sus habitantes son alérgicos a la luz del sol) y se guisan las operaciones especiales propias de los bajos fondos. Sólo Cerdán tiene acceso a esa estancia para transmitir las instrucciones del jefe y supervisar el estado de espionajes y maquinaciones. En un guiño cinematográfico muy del caso, se habla de él (siempre en susurros) como el "espacio lucabrasi".

Esta distribución del edificio no es tan rígida como parece. Los habitantes de unas y otras plantas son fácilmente intercambiables y mucho más fácilmente prescindibles si descuidan un minuto la obediencia. El caso más llamativo es el de Óscar López, que ha logrado ser inquilino en todas las plantas del edificio -excepto el ático presidencial de los Ceaușescu-.

Foto: Pedro Sánchez la semana pasada en la Moncloa. (Europa Press)

El gran suceso de esta primavera es que alguien descerrajó el "espacio lucabrasi" y sus peligrosos habitantes se asomaron a la calle. Además, comenzaron a airear en público sus cuentas pendientes. Como no están adiestrados para actuar a la vista del público, vino el desastre. ¿A quién se le ocurrió la idea peregrina de montar una exhibición a la soldado Leire Díez, aunque fuera para leer un texto dictado? El miércoles asistimos en vivo y en directo a un episodio de guerra civil entre sicarios, algo inconcebible en un ejército serio y difícilmente digerible incluso para los incondicionales de la causa.

La mayoría de la población desconoce a casi todos los miembros del Gobierno y mucho más sus cometidos oficiales. Por ejemplo, es posible que se haya oído hablar de Óscar López, pero no llegará a un 1% el porcentaje de quienes lo relacionen con la transformación digital y/o la función pública, tareas en las que permanece felizmente inédito (menos mal). En el lado opuesto, se supone que debe haber un ministro de Economía, pero Carlos Cuerpo es un ser anónimo. Si se preguntara por el titular de esa cartera, el nombre más citado sería Nadia Calviño.

Sin embargo, los nombres de Santos Cerdán, Koldo, Aldama, Leire Díez, David Sánchez, Álvaro García Ortiz y otros especímenes de la trama -por no hablar de Ábalos, el putañero más famoso de Europa- son hoy universalmente célebres en España y parte del extranjero. De ellos se habla en los hogares, en los bares, en las oficinas, en los taxis; y a todos se los relaciona certeramente con el mismísimo presidente del Gobierno. Ellos componen ante la sociedad el rostro actual del Partido Socialista. El equipo titular.

En la política y en la vida, pocas expresiones me fastidian más que "os lo dije". No tengo, pues, la menor intención de alardear. Si algunas personas diagnosticamos prematuramente el sanchismo fue únicamente por disponer de información preliminar sobre el personaje y su entorno. En el verano de 2014, el macarrismo político se instaló en la cúspide del PSOE y, después, en el Gobierno. Las consecuencias están a la vista: hay una bomba lapa colocada en los bajos del Estado de derecho. Quienes tuvimos el triste privilegio de verlo venir hemos vivido este tiempo con igual escándalo que los demás, pero sin sorpresa.

Pedro Sánchez PSOE
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