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Sánchez habla y el pueblo responde: ¿me lo dices o me lo cuentas?
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Ignacio Varela

Una Cierta Mirada

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Sánchez habla y el pueblo responde: ¿me lo dices o me lo cuentas?

Si Sánchez repite la jugada y no presenta los presupuestos, será porque se dispone a resistir fuera de la Constitución. Y si los presenta, será para perderlos y dotarse de un pretexto digno para disolver las Cámaras y convocar elecciones

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Europa Press/Isaac Buj)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Europa Press/Isaac Buj)
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El más afamado comentarista deportivo español tenía la costumbre de alterar los refranes. Por ejemplo, decía que "las espadas están en el alero y la pelota en todo lo alto". También era muy dado a neologismos para describir a los dirigentes deportivos (chupóptero, abrazafarolas, lametraserillos, correveidile…). Y se hacía líos frecuentes con el lenguaje jurídico procesal: le parecía extraordinario que un juez se declarara incompetente ("¡Él mismo reconoce su incompetencia!") o que alguien presentara una querella criminal ("¡Criminal, señoras y señores, criminal!"). Con todo, construyó un estilo inigualable y memorable.

Así, entre chupópteros, lametraserillos y bultos sospechosos, con las espadas en el alero y la pelota en todo lo alto, concluye la ¿penúltima? temporada de la serie 'La Era Sanchista', de la que se espera un final apocalíptico a la altura de su desarrollo y de la personalidad de su protagonista. Lo único que no puede achacarse a Pedro Sánchez es que su peripecia resulte aburrida o que deje de dar espectáculos inéditos. La duda es cómo de desarreglado quedará el corral en el que habitamos los hispanos tras sus años de galleo.

En este breve entreacto agosteño (engañoso, porque las cocinas políticas seguirán funcionando a todo gas aunque no se sirvan menús), en el bloque opositor se suspira por que la nueva temporada comience cuanto antes mientras el bloque oficialista desearía que no llegara nunca, tras vender en los corrillos la proeza de "llegar vivos al verano" (sic).

Unos hablan ya de "electoralizarse" (me pregunto qué habrán hecho hasta ahora) y otros denigran a esos canallas de la derecha que quieren elecciones y además pretenden ganarlas, habrase visto tamaña insolencia.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, comparece ante los medios de comunicación para hacer balance del curso político. (Europa Press/Eduardo Parra) Opinión

Mientras tanto, todos los escándalos domésticos permanecen abiertos y, como le sucedía al afamado radiofonista con los refranes, se alteran su orden y su escala. Nos escandaliza más la afición de algunos políticos por las putas que su corrupción; la corrupción nos parece más grave que el desmontaje contumaz del entramado constitucional, ejercido desde el poder; y, al parecer, nos conmueve poco el que, con un expresidente español como operador principal y la complicidad necesaria de la Moncloa, se entreguen todos los secretos del Estado y muchos de sus resortes esenciales a una potencia hostil de carácter totalitario, para espanto de los Gobiernos de occidente. España es el paraíso del turismo tumultuoso y de los intereses de la China comunista en Europa.

En el último episodio de la temporada, tras el rechazo del Tribunal Supremo al recurso del fiscal general del Estado en su condición de investigado, el procesamiento de este ha quedado listo para activarse en cualquier instante.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, antes de la rueda de prensa de balance este lunes en la Moncloa. (EFE/Chema Moya)

No sé si por cortesía o por malicia, se esperará a la ceremonia de inauguración del año judicial a principios de septiembre, acto solemne presidido por el Rey en el que el fiscal general debe pronunciar un discurso sobre la evolución de la delincuencia y la situación del Ministerio Público. Inmediatamente después se abrirá el juicio oral y el insigne orador se sentará en el banquillo, bonito escarnio para la institución que contamina. Será el primer gran juicio de la temporada y el más espectacular desde el del procés. Si condenan a García Ortiz, supongo que Sánchez tendrá la vergüenza torera de indultarlo y exigir que se le aplique la ley de amnistía. Al fin y al cabo, fue él quien lo metió en el lío de hurgar indebidamente en los asuntos de un particular y aventarlos, un quebranto más de la ley que ambos prometieron cumplir y hacer cumplir.

Después irán cayendo uno a uno los demás procesos en curso. Probablemente, veremos desfilar por los banquillos a los Ábalos, Koldo, Cerdán, Begoña Gómez, David Sánchez, Leire Díez y demás golfos apandadores de la oficialidad…y sí, también a Cristóbal Montoro. Repetiremos el máster en derecho procesal de temporadas anteriores (este máster, de verdad) y esperaremos con la respiración contenida el número principal, que vendrá cuando el presidente del Gobierno tenga que declarar ante un tribunal en la condición judicial que sea.

En su paupérrima comparecencia de este lunes, Sánchez, además de comentar un PowerPoint lleno de esquinas, parido por los servicios de asesoramiento monclovita para relatar que España va como un cañón, anunció que, esta vez sí, se presentarán en el Congreso los presupuestos de 2026. Es decir, que esta vez sí cumplirá la Constitución.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su comparecencia para hacer balance del curso político. (Europa Press/Eduardo Parra)

Como en los dos años anteriores formuló igual compromiso con el desenlace conocido, la reacción mayoritaria oscila entre la indiferencia y el sarcasmo. En realidad, eso sucede ya con todo lo que sale de la boca de Pedro Sánchez, cuyo nivel de credibilidad ha perforado los suelos conocidos. Sus palabras ya sólo producen un masivo encogimiento de hombros, seguido de la expresión castiza: ¿me lo dices o me lo cuentas?

En realidad da igual, porque este presidente se ha empeñado en demostrar que en España es posible mantenerse en el Gobierno sin presupuestos y sin contar con el Poder Legislativo y lo va consiguiendo, lo que dice mucho de sus capacidades filibusteras y mucho más (qué pena) sobre la degradación de nuestra democracia, consentida por los (social)demócratas. Con tal de que no gobiernen los otros, echemos al niño a la lavadora y firmemos un manifiesto que muestre adhesión inquebrantable.

"Las legislaturas duran cuatro años", informó campanudo el presidente. ¿Me lo dices o me lo cuentas? No serán la suyas, porque no ha completado ni una. Ni él mismo sabe si presentará o no presupuestos y, en su caso, cuándo lo haría. Tiendo a pensar que, si repite la jugada y no los presenta, será porque se dispone a resistir fuera de la Constitución. Y si los presenta, será para perderlos y dotarse de un pretexto digno para disolver las Cámaras y convocar elecciones sin tener que admitir que ello se debe al cenagal en que está metido.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en Montevideo. (EFE/Gastón Britos)

Por situarnos en su nivel analítico: tras el otoño, vendrá el invierno. Y en invierno hace mucho frío.

Quizá entonces, cuando más frío haga, llegará el momento de emular a Zapatero y buscar un o una Rubalcaba que se coma el marrón de ser aplastado o aplastada en las urnas. Naturalmente, reteniendo en Su Persona la jefatura del partido hasta el último día (en su caso, finales de 2028) por si acaso mejora el tiempo. ¿Quién sabe? A veces la vida da una segunda oportunidad a quienes menos la merecen.

Lo que ya no cambiará jamás es que, cuando Sánchez hable, el pueblo responderá: ¿me lo dices o me lo cuentas? Eso pesaría a cualquier político que tuviera conciencia.

Mientras tanto, el mundo arde con nosotros dentro. Pero aquí nos entretiene lo de Carlota, que se enrolla que te cagas.

El más afamado comentarista deportivo español tenía la costumbre de alterar los refranes. Por ejemplo, decía que "las espadas están en el alero y la pelota en todo lo alto". También era muy dado a neologismos para describir a los dirigentes deportivos (chupóptero, abrazafarolas, lametraserillos, correveidile…). Y se hacía líos frecuentes con el lenguaje jurídico procesal: le parecía extraordinario que un juez se declarara incompetente ("¡Él mismo reconoce su incompetencia!") o que alguien presentara una querella criminal ("¡Criminal, señoras y señores, criminal!"). Con todo, construyó un estilo inigualable y memorable.

Pedro Sánchez
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