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Oporto: mucho más que vinos y libros
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Daniel Camiroaga

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Daniel Camiroaga

Oporto: mucho más que vinos y libros

Viñedos y bodegas bañados por el río Duero, amplio y caudaloso en su desembocadura. Es el esplendor desvanecido en el tiempo; decimonónico y de rasgos decadentes,

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Viñedos y bodegas bañados por el río Duero, amplio y caudaloso en su desembocadura. Es el esplendor desvanecido en el tiempo; decimonónico y de rasgos decadentes, sin embargo atesora las huellas de un pasado esplendoroso, propio del viejo puerto que fue. Para asombro de los viajeros que allí recalan, su historia se transcribe, elegante y original, en los azulejos blancos y azules que cubren la magnífica estación de trenes de Sao Bento. Recias fachadas con balcones de hierro forjado, ya herrumbrosos, entonan con las hermosas estructuras de hierro, de los puentes que saltan el río, uniendo ambas orillas: Oporto y Gaia.

Ciudad edificada sobre las viejas murallas del siglo XIV, anclan su pasado bajo una densa red de tejadosamontonadosa la sombra de la catedral románica y la torre de Clérigos, auténtico faro de la ciudad. Pequeñas plazoletas y callejones intrincados simulan un sencillo rompecabezas.

Lello& Irmao, una joya, una librería única, un museo, un lugar donde perderse durante horashasta encontrar el libro deseado y ojearlosentado al lado del gran ventanal, mientras tomas un té. Estanterías repletas de libros hasta el techo. Inaugurada en 1906, con escaleras de madera de época, pasa manos que se retuercen sobre si mismos y rieles que surcan el suelo de la tienda, para desplazar las pequeñas vagonetas cargadas de libros de un lado a otro de la sala.

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Un paseo por el Mercado do Bolhao, una visita a cualquiera de las bodegas al otro lado del río, en Gaia: Sanderman o Taylor, en las que puedes hacer degustaciones gratuitas, además de visitas guiadas y comprar unas cuantas botellas para llevar de recuerdo a casa. Los Rabelos, las barcazas del pasado que trasladaban toneles desde las bodegas hasta los barcos en el puerto donde embarcaban rumbo a la vieja Inglaterra, siguen surcando el río, ahora con turistas.

Más de 100 años contemplan al café Majestic, en el que parar a descansar y tomar algo, tal y como dicen que hacía Rowling, mientras escribía uno de sus libros. La casa de la Música, acero y cristal, de Rem Koolhass, un icono de la nueva arquitectura con la que Oporto pretende incorporarse al siglo XXI.

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Para comer: Pimms, un moderno restaurantedecorado con espejosdonde puedes comer por 10 euros. En Shis, prueba sus gambas rebozadas, un estupendo sushi, riquísimos espaguetis negros y un buen rissoto, todoal borde del mar, sobre la misma playa de Ouro, entre rocas y sobre el agua. Galería de Paris, un local curioso, decorado con todo tipo de artilugios vintage,donde se puede comer bien y barato. Muy buenas hamburguesas en la terraza del Bugo Arts Burger, en la calle Bombarda, la calle de las galerías de arte.

Para cenar, la brasserie Book, en el lujoso hotel Infante Sagres. Algo que no te puedes perder en cualquiera de las terrazas de la calle Héroes de Francia, en el puerto de Matoshinos, son sus increibles sardinas asadas.

En A vida portuguesaencontrarásmultitud de objetos portugueses tradicionales y curiosospara comprar y llevar algún recuerdo original a casa.

Para dormir, el lujo del Yeatman, al otro lado del río, un Relais & Château de la bodega Taylors,ubicado en bancales ajardinados sobre el rio Duero. Más céntrico y asequible, en plena zona histórica, el hotel Teatro ¡encantador!.

Viñedos y bodegas bañados por el río Duero, amplio y caudaloso en su desembocadura. Es el esplendor desvanecido en el tiempo; decimonónico y de rasgos decadentes, sin embargo atesora las huellas de un pasado esplendoroso, propio del viejo puerto que fue. Para asombro de los viajeros que allí recalan, su historia se transcribe, elegante y original, en los azulejos blancos y azules que cubren la magnífica estación de trenes de Sao Bento. Recias fachadas con balcones de hierro forjado, ya herrumbrosos, entonan con las hermosas estructuras de hierro, de los puentes que saltan el río, uniendo ambas orillas: Oporto y Gaia.

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