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Una esperanza truncada: con usar la videollamada no basta
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Una esperanza truncada: con usar la videollamada no basta

Los datos muestran que, más allá de emplear sistemas como Zoom o Teams, en los bufetes no se han materializado las expectativas de transformación digital que trajo la pandemia

Foto: El nivel promedio de madurez digital de los despachos es de 5,1. Foto: iStock
El nivel promedio de madurez digital de los despachos es de 5,1. Foto: iStock

Cuando en enero de 2020 lanzamos el autodiagnóstico de madurez digital, no éramos conscientes de que pocas semanas después el covid irrumpiría en nuestras vidas y la videoconferencia se convertiría en el canal primordial de comunicación. La rápida asimilación de hábitos de comunicación digital, hasta entonces extraños para la mayoría de abogados, y la facilidad con la que se desenvolvían con las aplicaciones de videollamada nos infundió la esperanza de que los bufetes habían iniciado el camino hacia la transformación digital. Sin embargo, esa esperanza pronto se vio truncada por la realidad que mostraron los datos del test de madurez que recogimos de más de 500 despachos hasta abril de 2021.

La primera conclusión es que no se ha producido el gran salto digital que muchos pronosticaban. El nivel promedio de madurez digital de los despachos roza el aprobado justo, en una escala de 1 a 10, sin que exista una correlación clara entre el tamaño de la firma y niveles más avanzados de transformación digital. Esta escasa madurez digital descuella en dimensiones como la innovación, en la que, por ejemplo, un tercio desconoce las metodologías ágiles de trabajo y no ha lanzado ningún servicio o producto nuevo en los últimos tres años. La estrategia de digitalización tampoco queda bien situada: un 65% de los bufetes no tienen un plan de transformación digital.

Foto: Los despachos obtienen un 5,1 en transformación digital.

Una segunda conclusión que se extrae de los datos es que existe una vinculación entre la ineficiencia en la producción y prestación del servicio, y la falta de digitalización. En este sentido, llama la atención que casi la mitad de las firmas mantiene silos de conocimiento, es decir, los abogados no comparten sus escritos y no digitalizan documentos, o lo hacen en una proporción inferior al 50% de los que gestionan. El isomorfismo del modelo de negocio de los despachos, y más concretamente de la propuesta de valor, constituye la tercera conclusión que destacamos en estas líneas. (Pinche aquí si quiere descargar el informe completo)

La pandemia no ha producido el salto digital que muchos esperaban; el nivel de madurez de las firmas roza el aprobado

Dos de cada tres manifiestan que su propuesta de valor se asienta en la confianza y la personalización del servicio; en otras palabras, la mayoría de firmas no presenta una oferta de valor diferenciada (isomorfismo). En la dimensión tecnológica, y como cuarta conclusión, el panorama no mejora demasiado. Por citar algunos datos, solo un tercio de los despachos dispone de sistemas que permiten la plena accesibilidad de sus herramientas de forma remota y un exiguo 23% utilizan un ‘software’ específico para gestionar los proyectos.

La última conclusión que alumbramos aquí se relaciona con la cultura y liderazgo, dimensión fundamental a la hora de adoptar nuevas tecnologías y métodos de trabajo. Al respecto, más de la mitad de los bufetes no aprueban en competencias digitales, ni incentivan estas competencias asociándolas al plan de carrera. Un tercio desconoce lo que está ocurriendo en el mercado legal en todo lo relacionado con la transformación digital.

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Los datos expuestos demuestran que no se ha materializado el avance en transformación digital preconizado desde numerosos púlpitos y que la pandemia no ha actuado de fuerza catalizadora del insondable cambio digital que muchos esperábamos. Las noticias que estas semanas aparecen en los medios de información jurídica refuerzan este diagnóstico. A través de su lectura conocemos que despachos relevantes de nuestro país han tocado a rebato y revertido las medidas de teletrabajo. Algunos lo hacen con nombres como ‘smart work’, aunque bajo estos ropajes de comunicación se tapa el hecho de que el trabajo presencial vuelve a significar el 80% (o más) de la jornada, dejando al trabajo remoto una parte residual.

Foto: Logo del bufete Pérez-Llorca.

La reversión a la presencialidad en tales proporciones indica que la cultura de las firmas permanece indemne ante los vientos digitales que se pronosticaban antes de la crisis sanitaria. Y precisamente ahí, en nuestra opinión, radica el mayor problema: la transformación digital no es posible sin la sustitución de las conductas y prácticas características de una profesión. Este es el verdadero reto colectivo e individual dentro del sector legal.

* Eva Bruch y Jordi Estalella son socios de AlterWork.

(Pinche aquí para descargar el informe 'Radiografía de la transformación digital en los despachos').

Cuando en enero de 2020 lanzamos el autodiagnóstico de madurez digital, no éramos conscientes de que pocas semanas después el covid irrumpiría en nuestras vidas y la videoconferencia se convertiría en el canal primordial de comunicación. La rápida asimilación de hábitos de comunicación digital, hasta entonces extraños para la mayoría de abogados, y la facilidad con la que se desenvolvían con las aplicaciones de videollamada nos infundió la esperanza de que los bufetes habían iniciado el camino hacia la transformación digital. Sin embargo, esa esperanza pronto se vio truncada por la realidad que mostraron los datos del test de madurez que recogimos de más de 500 despachos hasta abril de 2021.

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