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Cuando la inteligencia artificial sea simpática
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Cuando la inteligencia artificial sea simpática

No sé si la inteligencia artificial sustituirá a los abogados en el futuro, pero esta anécdota bien merece una reflexión sobre si empezamos a dar por hecho que nos puede aportar el mismo valor que un jurista

Foto: Cuando la IA sea simpatica
Cuando la IA sea simpatica

Tengo un amigo que hace unos años creó una sociedad con un colega, ahora socio. Desde hace un tiempo no se están entendiendo bien y esto perjudica al negocio común. Mi amigo se ha esforzado por hablarlo, pero la comunicación entre ellos ha llegado a un punto muerto. Por este motivo, el desencuentro ha derivado en un email remitido por mi amigo, aunque escrito por su abogado, y enviado a su socio.

Sé que no estoy contando nada que no ocurra todos los días en multitud de empresas. Sin embargo, lo curioso y novedoso de este asunto ha sido la contestación del socio de mi amigo a su correo electrónico, puesto que respondió muy airado reprochando al remitente que hubiera escrito el email con inteligencia artificial. Y aquí es donde todo cambia respecto a lo que pasaba hasta ahora en un conflicto societario cotidiano, en una “S.L.” española. Vaya por delante que con estas líneas no pretendo dar ideas, sino más bien compartir una reflexión.

Claramente, el socio de mi amigo no pensó al leer la comunicación recibida que los términos en los que se dirigían a él fueran formales, jurídicos, técnicos y escritos por un jurista. Parece que no se le pasó por la cabeza, que mi amigo podía estar asesorado por un abogado. Atribuyó de forma inmediata ese lenguaje formal y correcto, pero quizás no el más afectuoso, a la inteligencia artificial.

Foto: Foto: Freepik.

No sé si la inteligencia artificial sustituirá a los abogados en el futuro, pero esta anécdota bien merece una reflexión sobre si empezamos a dar por hecho que nos puede aportar el mismo valor que un jurista.

Conozco a otra persona que está preocupada por un asunto judicial pendiente. Está deseando que todo se resuelva y hacer “borrón y cuenta nueva”. Lo comentaba con un abogado y me decía que podía ayudar a sus intereses que los trámites procesales se dilataran. Puede ser y, sin duda, quien me lo decía tenía más conocimiento técnico que yo. Sin embargo, yo pensaba en el malestar que esta incertidumbre estaba causando a la persona que conozco y me planteaba si precisamente habilidades como la capacidad de empatizar con los clientes no será lo que haga que los abogados no puedan ser sustituidos por la inteligencia artificial.

"Resulta curioso que, antes de que asomara la amenaza de la IA por el mundo jurídico, aquellos que enseñaron a otros a ser los mejores abogados supieran que serlo iba más allá de tener una excelente formación jurídica".

Podemos pensar que la gestión de los datos, los algoritmos y la utilización de las redes sociales pueden llegar a dotar a la tecnología de un conocimiento de las personas que le permita incluso ofrecerles lo que desconocen que necesitan. ¿Quién lo sabe? Sin embargo, todavía todos esperamos que cuando tenemos una inquietud nos escuchen, nos comprendan, nos acompañen y, por supuesto, nos ofrezcan soluciones. Cuesta creer que la inteligencia artificial vaya a ser capaz de hacerlo, pero precisamente tenemos que reflexionar sobre cuáles son las habilidades humanas que no serán fácilmente sustituibles.

Recordaba también al gran maestro de la Abogacía, Rodrigo Uría Meruéndano, cuando decía que los abogados de Uría Menéndez tenían que ser simpáticos. Pensaba que en el momento en el que lo afirmaba, tristemente nos dejó hace más de quince años, no se utilizaba la palabra empatía. Pensaba también que, incluso en la actualidad, muchas veces se confunde el significado de la palabra empatía con el de simpatía.

Foto: La IA desafía la estructura de bufetes de élite. (iStock/CSA-Printstock/EC Diseño)

Voy a aventurarme a interpretar lo que Rodrigo podía esperar de los abogados de su despacho cuando les pedía que fueran simpáticos. Quizás quería que fueran capaces de “identificarse con alguien y compartir sus sentimientos”, si seguimos la definición de la RAE de empatía. Aunque lo más probable es que esté siendo muy osada al interpretar sus palabras y que Rodrigo Uría solo quisiera expresar lo que decía, esto es, que los abogados debían ser simpáticos e “inspirar simpatía”.

En cualquier caso, resulta curioso que, antes de que asomara la amenaza de la inteligencia artificial por el mundo jurídico, aquellos que enseñaron a otros a ser los mejores abogados supieran que serlo iba más allá de tener una excelente formación jurídica. Si volvemos a nuestra historia inicial del email enviado por mi amigo a su socio, tengo que decir que en realidad solo tengo una certeza y es que la inteligencia artificial no le pareció nada simpática al destinatario.

* Mercedes Asorey, directora de Asomar Comunicación.

Tengo un amigo que hace unos años creó una sociedad con un colega, ahora socio. Desde hace un tiempo no se están entendiendo bien y esto perjudica al negocio común. Mi amigo se ha esforzado por hablarlo, pero la comunicación entre ellos ha llegado a un punto muerto. Por este motivo, el desencuentro ha derivado en un email remitido por mi amigo, aunque escrito por su abogado, y enviado a su socio.

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