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Si estás pensando en regalarlo, recuerda: un animal no es un juguete
Con cerca de 300.000 perros y gatos abandonados cada año, España encabeza el vergonzoso listado de países europeos que sufren esta lacra social. Casi la mitad de esos pobres animales fueron un regalo de Navidad
Mascota: horrible concepto. Aunque nuestro diccionario le otorga el significado de 'animal de compañía', siempre he pensado que en realidad, al catalogar de tal manera a ese fiel compañero de existencia lo estamos cosificando, convirtiéndolo en algo en lugar de alguien. Y acaso radique ahí el origen del grave problema del abandono animal. En entender a perros y gatos como cosas en lugar de como lo que son: un miembro más de la familia, un amigo leal. Por eso conviene abordar el problema antes de que tenga lugar, es decir ahora: en los días previos a la Navidad, cuando muchos se están planteando regalarlo.
Mucho antes que con el respeto a la naturaleza y a los animales, el abandono tiene que ver con la ética y la moral, o mejor dicho: con su falta
Según el último estudio elaborado por la Fundación Affinity el año pasado (2020) las protectoras de animales acogieron a 286.000 perros y gatos (162.000 perros y 124.000 gatos). El 25% de los casos de abandono de debió a motivos económicos, pero entre las principales causas (9%) también figura la de 'pérdida de interés por el animal'. Un concepto duro de aceptar que nos obliga a reflexionar al respecto.
Para los expertos que intentan mitigar esta lacra de nuestra sociedad, la primera medida que debemos observar y atender es la de no regalar nunca un animal de compañía sin haber consensuado previamente, y con toda la familia, que ese perro o ese gato será bien recibido y correctamente atendido. En caso contrario seremos en buena medida responsables de su posible desamparo. Por eso, para favorecer una tenencia responsable y eludir el riesgo de abandono, es totalmente desaconsejable jugar con el factor sorpresa y convertir al animal en un regalo: por muy deseado que nos pueda parecer.
Y en todo caso, si tras el imprescindible consenso con el entorno de convivencia del obsequiado llegamos a la certeza de que todos están de acuerdo en incorporar un animal al hogar y se responsabilizan de su cuidado y mantenimiento, lo que debemos hacer es buscar a ese fiel amigo en un centro de acogida, nunca acudir a una tienda de animales ni mucho menos comprarlo por internet.
Los centros de acogida (las mal llamadas 'perreras') velan por el bienestar de los animales abandonados y realizan una importantísima labor social al responsabilizarse de ellos, procurarles los cuidados básicos y propiciarles en la medida de lo posible las atenciones oportunas. Buena parte de ellas suelen tener webs con imágenes de todos los animales en acogida y ofrecen días de visita para que los posibles adoptantes puedan conocerlos personalmente y escoger el más adecuado a sus circunstancias. Un encuentro que puede dar lugar a una maravillosa historia de amor y de amistad.
Otro aspecto muy importante a tener en cuenta antes de adoptar un perro o un gato es conocer el ámbito legal que regula la tenencia de animales de compañía en nuestra comunidad y el de nuestra localidad de residencia. Y es que toda persona que vaya a adoptar a un perro debe conocer de antemano las obligaciones que exige la ordenanza municipal, así como aquellas que pudieran explicitarse en el contrato de arrendamiento de la vivienda o en las normas de convivencia que rigen en su comunidad de vecinos.
En los reglamentos municipales se recogen las normas que regulan y ordenan las condiciones de mantenimiento, salud y bienestar del animal, así como lo que exige la normativa de seguridad ciudadana respecto a su identificación y documentación.
Es imprescindible informarse al respecto antes de adoptar al animal y no al revés, de ese modo evitaremos las posibles incompatibilidades y situaciones de conflicto que pudieran surgir después. Y es que, aunque demasiados lo ignoran, al adoptar un perro o un gato como animal de compañía nos vemos obligados a atender a una larga serie de reglas que van más allá de cumplir con sus necesidades diarias de atención, alimentación, aseo, ejercicio o las visitas programadas al veterinario.
Por todo ello, ante la elevada responsabilidad que asume tanto quien regala como quien es obsequiado, es recomendable eludir el riesgo. Renunciar a recibir ese agradecimiento por 'el mejor regalo que podía imaginar', a provocar en el ser querido esas lágrimas instantáneas de felicidad, un bello sentimiento que, en cambio, puede ceder al hastío con el paso del tiempo hasta dar lugar a una de las situaciones más dramáticas que puede vivir un animal de compañía, que no es una cosa, sino un 'ser sintiente', tal y como reconoce la ley en la reciente modificación del Código Civil.
Mascota: horrible concepto. Aunque nuestro diccionario le otorga el significado de 'animal de compañía', siempre he pensado que en realidad, al catalogar de tal manera a ese fiel compañero de existencia lo estamos cosificando, convirtiéndolo en algo en lugar de alguien. Y acaso radique ahí el origen del grave problema del abandono animal. En entender a perros y gatos como cosas en lugar de como lo que son: un miembro más de la familia, un amigo leal. Por eso conviene abordar el problema antes de que tenga lugar, es decir ahora: en los días previos a la Navidad, cuando muchos se están planteando regalarlo.
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