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La desidia hacia el medio ambiente genera descrédito social y empresarial
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Jose Luis Gallego

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La desidia hacia el medio ambiente genera descrédito social y empresarial

El egoísmo medioambiental y la falta de respeto al planeta ya no lucen. Contaminar está cada vez peor visto. Y ahora la UE va a reforzar las leyes para que además sea delito grave

Foto: El abandono de residuos en la calle es muestra de incivismo. (Jose L. Gallego)
El abandono de residuos en la calle es muestra de incivismo. (Jose L. Gallego)

Hubo un tiempo no muy lejano (y al que muchos siguen aferrados) en que mofarse de las cuestiones relacionadas con el medio ambiente era algo común en las reuniones de empresarios. 'Como pago, contamino', proclamaban con desdén quienes se ufanaban en haber dado la vuelta al principio del 'Quién contamina paga'.

Era cuando los delitos ambientales no eran tales y muchos entendían la contaminación como síntoma de progreso. Cuando los daños ecológicos no solo no aparecían reflejados en la contabilidad de las empresas, sino que no figuraban en el balance. Cuando el medio ambiente era entendido como una externalidad en lugar de cómo una responsabilidad.

El desprecio al medio ambiente le va a salir cada vez más caro a quienes creían que todo esto no iba con ellos

De igual modo, tirarlo todo al mismo contenedor, dejarse las luces encendidas o usar el coche hasta para pasear al perro era para muchos una declaración de principios. Porque lo que hoy entendemos como vida sostenible era obviado para buena parte de la población, y por eso el catálogo de acciones que conforman ese comportamiento, como reciclar, ahorrar agua y energía o ir en transporte público, era ignorado (cuando no denostado) por muchos. Pero en un corto espacio de tiempo se ha producido un importante giro social al respecto.

Foto: Lata abandonada en mitad del campo. (Jose Luis Gallego) Opinión

Hoy en día la desidia hacia el medio ambiente genera descrédito: corporativo y personal. Ningún directivo de una gran corporación se atreve a poner en duda que 'la sostenibilidad es ahora el estándar', como afirmaba hace poco Larry Fink, presidente de BlackRock: la empresa de gestión de inversiones más grande del mundo.​​ Ni ningún emprendedor se plantea arrancar cualquier tipo de negocio sin contemplar su contribución al cuidado del planeta y contra la crisis climática.

También son cada vez menos los que no se sienten apelados por las imágenes de los ríos y mares llenos de plástico o de las catástrofes naturales que golpean cada vez con mayor virulencia y de manera más recurrente todo el planeta. Porque a nadie le es ajeno el incierto destino al que, según los científicos, nos lleva la crisis climática.

placeholder Agente del SEPRONA. (EFE/J.L. Cereijido)
Agente del SEPRONA. (EFE/J.L. Cereijido)

Existen muchas causas que han acelerado y siguen acelerando ese tránsito hacia la concienciación de la sociedad. Una concienciación que avanza incluso entre los que hasta hace poco se mostraban más escépticos, como nos recordaba Argemino Barro esta misma semana en su excelente crónica desde Nueva York. Pero a todas ellas se une ahora una no menos relevante: la creación de la figura delictiva del crimen ambiental.

La Comisión Europea planteaba esta misma semana para su aprobación una nueva directiva para endurecer las sanciones a las empresas y los ciudadanos que actúen contra el medio ambiente.

Foto: Las relaciones personales han variado tanto como nuestra preocupación por el medioambiente. (Unsplash)

La propuesta tiene por objeto aumentar la eficacia de la protección del entorno obligando a los Estados miembros a adoptar medidas de derecho penal. Define nuevos delitos ambientales, establece un nivel mínimo de sanciones y refuerza la eficacia de la cooperación policial. También obliga a los Estados miembros a apoyar y ayudar a las personas que denuncien infracciones medioambientales y a cooperar de modo activo en su aplicación. Se acabó ponerse de perfil ante una infracción medioambiental por parte de las administraciones.

Estamos hablando de infracciones que por desgracia siguen siendo muy comunes en nuestro país y que venimos denunciando en Planeta A desde nuestros inicios, tales como: el comercio ilegal de madera, la contaminación de los suelos, el exceso de ruido, los vertidos incontrolados, el abatimiento de especies amenazadas o la extracción ilegal de agua de riego.

A partir de su aprobación y entrada en vigor existirá un común denominador para las sanciones por delitos ambientales a nivel UE que contemplará penas de prisión de hasta diez años y un largo capítulo de sanciones económicas y administrativas que incluye la restauración de la naturaleza dañada, la exclusión del acceso a la financiación pública y los procedimientos de contratación o la retirada de permisos administrativos.

placeholder El vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans. (EFE/O. Hoslet)
El vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans. (EFE/O. Hoslet)

Como señalaba el vicepresidente ejecutivo del Pacto Verde Europeo, Frans Timmermans, en su comparecencia para presentar esta propuesta legislativa: "Dejar que los infractores de la ley actúen con impunidad socava nuestros esfuerzos colectivos para proteger la naturaleza y la biodiversidad, luchar contra la crisis climática, reducir la contaminación y eliminar los desechos, y la propuesta de hoy sienta las bases para evitarlo".

El desprecio al medio ambiente le va a salir cada vez más caro a quienes creían que todo esto no iba con ellos, y no solo a escala social o de imagen corporativa, sino también a nivel penal y procesal.

Hubo un tiempo no muy lejano (y al que muchos siguen aferrados) en que mofarse de las cuestiones relacionadas con el medio ambiente era algo común en las reuniones de empresarios. 'Como pago, contamino', proclamaban con desdén quienes se ufanaban en haber dado la vuelta al principio del 'Quién contamina paga'.

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