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La colaboración ha salvado al lince ibérico ¿y si tomamos ejemplo?
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Jose Luis Gallego

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La colaboración ha salvado al lince ibérico ¿y si tomamos ejemplo?

La población del felino más amenazado del planeta ha pasado de menos de un centenar de ejemplares a cerca del millar y medio en tan solo tres décadas gracias al trabajo de todos

Foto: El lince ibérico ha logrado huir de la extinción gracias al esfuerzo de muchos (Reuters/M. Del Pozo)
El lince ibérico ha logrado huir de la extinción gracias al esfuerzo de muchos (Reuters/M. Del Pozo)

Cuando uno atiende a la espectacular recuperación de la población de lince ibérico no sale del asombro. Especialmente si recuerda lo cerca que estuvimos de perderlo para siempre en aquellos años del ocaso, entre los ochenta y los noventa, cuando la naturaleza más que amarla se sufría.

Recuerdo que uno de los primeros artículos que publiqué por entonces se tituló precisamente “Adiós al lince” y fue un lamento ante lo que parecía inevitable.Joaquín Araujo acaba de publicar su famoso libro 'Todavía vivo', ilustrado por el maestro Juan Varela: una lúcida obra, como todas cuantas parten de su pluma, en la que un puñado de especies se dirigía por carta a los humanos acusándonos de su incierto destino.

Foto: La lincesa Nigeria. (Carlos de Hita)

“Daros prisa –gritaba el lince por letra de Joaquín- saludadme antes de que solo quede de mí una huella sin uñas”. Tras acusarnos de la persecución y acoso a la que lo habíamos sometido, el relato acababa con un hondo lamento, un grito lastimero que sonaba a despedida “ayudadme a soportar los últimos instantes, porque sé que me extingo”. Y así era.

En los años 80 y 90 se desconocía con exactitud el estado de conservación del lince ibérico, cuya área de distribución en todo el planeta se circunscribía a nuestra Península. Sospechábamos que la especie se encontraba en caída libre, pero los censos oficiales, como el llevado a cabo en 1988, no arrojaban datos exactos. ¿500? ¿600? entre esas cifras creíamos andar. En 1994 llegó el primer Proyecto Life, cuya continuidad, con el gran biólogo Miguel Ángel Simón al frente, sería trascendental para la especie, y en 1999 se aprobó la Estrategia Para la Conservación del Lince Ibérico en España. Las cosas parecían enderezarse.

placeholder La cría en cautividad ha sido trascendental para salvar al lince (EFE/MITECO)
La cría en cautividad ha sido trascendental para salvar al lince (EFE/MITECO)

Sin embargo, en diciembre de 2004, durante el seminario internacional sobre la especie que se celebró en Córdoba, los científicos nos dejaron a todos helados al enfrentarnos a la realidad: la población de lince ibérico se cifró entonces en menos de 100 ejemplares: 92 para ser más exactos. La suerte parecía definitivamente echada para el gran gato, que ahora sí estaba a un paso de la extinción.

Pero a partir de ahí, espoleados por el conocimiento de ese terrible dato, se produjo una remontada prodigiosa gracias a la puesta en marcha de nuevos proyectos y a la dotación de fondos europeos y nacionales, que permitió llegar a los 500 ejemplares a finales de aquella década y, de ahí, hasta los más de millar y medio que corretean actualmente por sus antiguos territorios en España y Portugal gracias en buena parte a los programas de cría en cautividad y reintroducción.

Estado de Conservación Favorable

La situación se ha tornado tan favorable para el felino que una de las organizaciones que más ha velado por su recuperación y salvaguarda, WWF, heredera de la antigua Adena y su famoso ‘Club Los Linces’, fundado y capitaneado por el añorado Félix Rodríguez de la Fuente y al que nos unimos miles de niños y jóvenes de toda España, comunicaba hace unos días su propuesta de reclasificar el estatus de conservación del lince ibérico para incluirlo al listado de especies en Estado de Conservación Favorable (ECF).

placeholder Un lince ibérico en la Sierra de Andújar (Foto: CBD-Hábitat)
Un lince ibérico en la Sierra de Andújar (Foto: CBD-Hábitat)

La propuesta llega después de que Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) rebajara en 2015 la categoría de amenaza del lince ibérico a ‘En Peligro’ y obedece a que, según WWF, la población de hembras reproductoras podría llegar a un total de 750 a finales de la próxima década, lo que garantizaría la salvación de la especie. Conviene ser cautos y perseverar en la labor llevada a cabo hasta ahora, pero el resultado alcanzado invita al optimismo: el lince se queda.

Pero esta historia de éxito, que está siendo observada con admiración por el resto del mundo y que está sirviendo de ejemplo para la gestión de otras especies en peligro de extinción en diferentes lugares del planeta, es fruto de la colaboración de todos.

La recuperación de la especie se ha debido al trabajo de todas las partes que de una manera u otra han aportado su esfuerzo a ese objetivo común. Jamás en la historia del conservacionismo se había alcanzado una alianza tan firme y tan eficaz.

Foto: Un lince ibérico. (iStock)

Todo gracias a la cooperación de todas las administraciones sin excepción: europea (el ingreso de nuestro país en la UE fue el paso decisivo para salvar al lince), estatal, autonómica y local. Al trabajo de investigación de instituciones científicas (a destacar el de la Estación Biológica de Doñana-CSIC) y universidades. Al aporte de fondos de las empresas colaboradoras.

Al tesón y el buenhacer de las organizaciones ecologistas de todo tamaño: desde las cinco grandes de ámbito estatal, hasta las que trabajan a nivel territorial y los pequeños grupos locales. A la importante labor llevada a cabo por los parques zoológicos (permítanme que reseñe los trabajos de cría en cautividad del Zoobotánico Jerez). A la presión ciudadana exigiendo medidas para salvar a la especie. Y por supuesto, a la imprescindible colaboración de los cazadores.

placeholder Ejemplar de lince ibérico en Doñana (EFE/J.Pérez)
Ejemplar de lince ibérico en Doñana (EFE/J.Pérez)

Todas las ocasiones en las que he acudido a observar al lince ibérico en libertad ha sido a fincas privadas de caza, casi siempre acompañado por los guardas y en alguna ocasión por el propietario: orgulloso y emocionado de poder mostrar al felino más amenazado del mundo correteando por sus dehesas para, a partir de ahí, salir a recuperar sus antiguos territorios peninsulares. Sin ellos, sin la participación activa de los cazadores en su defensa, todo habría sido más difícil. No reconocer esa contribución, no solo altruista sino costeada en muchos casos por los propietarios de los cotos, sería del todo injusto e innoble.

Sirva pues este ejemplo de éxito conservacionista para, desde la emoción del resultado conseguido, resaltar lo mucho que podemos conseguir cuando todos nos ponemos de acuerdo y trabajamos juntos para ayudar a la naturaleza. Me pregunto si todavía estaremos a tiempo y si seremos capaces de lograr lo mismo con otra de las especies que parece condenada a desaparecer: el urogallo cantábrico.

Cuando uno atiende a la espectacular recuperación de la población de lince ibérico no sale del asombro. Especialmente si recuerda lo cerca que estuvimos de perderlo para siempre en aquellos años del ocaso, entre los ochenta y los noventa, cuando la naturaleza más que amarla se sufría.

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