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Ecogallego
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¿De verdad vamos a ser tan tercos de provocar la extinción de la anguila?
Los científicos certifican la caída en picado de sus poblaciones. La última esperanza para la especie es dejar de capturar a sus alevines, las preciadas angulas, y luchar contra el contrabando
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En las noches de invierno, al pasear a orillas del Ebro en su desembocadura, es común observar unas luces bajo el agua, junto a la orilla. Se trata de los aparejos de pesca para capturar angulas, las preciadas crías de uno de los peces más singulares de la fauna ibérica: la anguila europea (Anguilla anguilla). Este tipo de nasa, llamada aquí 'bussó', consiste en un cajón rectangular con forma de embudo hecho con tela mosquitera, de aproximadamente un metro por metro y medio, en cuyo fondo se instala una luz.
Las angulas, que suelen pesar alrededor de un gramo y miden entre cinco y seis centímetros de longitud, remontan el río al anochecer y entran en el cajón atraídas por la luz, quedando atrapadas por el embudo. Este método de captura, que viene desarrollándose desde el siglo XIII, está estrictamente regulado por la ley, que concede muy pocos permisos. La campaña de pesca va del 1 de noviembre al 20 de marzo. En el Delta del Ebro se emiten cada año un máximo de 358 licencias.
Hablo con uno de los pescadores, que me pide permanecer en el anonimato. "Solemos pescar entre 50 y 150 gramos al día con todas las trampas", me cuenta. "Si hace frío y sopla mucho viento, cogemos algo más, pero aunque nos la pagan bien (unos 300 euros por kilo), no tiene nada que ver con el precio al que luego la venden. Con esto no nos hacemos ricos. Además, tenemos el problema de los furtivos", de ahí que no quiera darme su nombre.
Los pescadores tradicionales del Delta del Ebro siempre han respetado los periodos de veda y las autorizaciones, que son nominales, intransferibles y muy restrictivas, porque saben que es la única manera de seguir pescando angulas. Pero en los últimos tiempos el furtivismo se ha extendido notablemente, tanto en esta zona como en el resto de su área de distribución, causando un grave perjuicio a los pescadores legales y esquilmando a la especie hasta situarla al borde de la extinción.
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Un equipo científico compuesto por investigadores de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) y del Parque Natural del Delta del Ebro ha llevado a cabo un nuevo estudio sobre la evolución de la anguila en la zona. Y como era de prever, los resultados, publicados en la revista Aquatic Conservation no pueden ser más alarmantes.
Los datos de las pesquerías tradicionales mostraron un pronunciado bajón de las poblaciones de anguila en los años 1980. Miguel Clavero es uno de los autores del estudio. Para este investigador del CSIC "el resultado más preocupante de nuestro trabajo es el espectacular declive que está experimentando la especie en los últimos años, de una magnitud similar a la que se detectó entonces, incluso peor". Los cálculos de entonces revelaron un descenso del 77%.
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Sin embargo, la situación ahora es mucho más preocupante. El estudio demuestra que, desde 2008, año en el que la especie pasó a ser clasificada como "en peligro crítico de extinción", en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, el estado de conservación de la anguila europea "está empeorando gravemente y de forma acelerada". La gran viajera del Atlántico está a punto de desaparecer.
De Bermudas a Deltebre
El Mar de los Sargazos no baña ninguna costa, sino que forma una gigantesca balsa de aguas cálidas en la parte occidental del Atlántico Norte, cerca de las islas Bermudas. Circundado por fuertes corrientes marinas, este lugar debe su nombre a la abundancia en sus aguas de un alga marina llamada sargazo que forma grandes masas flotantes. Y es bajo esa enorme extensión de algas dónde cada año tiene lugar la freza de la anguila, es decir, su reproducción.
Una vez nacen, las larvas de la anguila empiezan a alimentarse de las propias algas que le dan cobijo. Hasta que un día, cuando creen disponer de las fuerzas suficientes para enfrentarse a su destino, se dejan arrastrar por la Corriente del Golfo (Gulf Stream) hasta alcanzar nuestras latitudes. Es así como los diminutos alevines de anguila, esas angulas nacidas en el Mar de los Sargazos, logran recorrer los seis mil kilómetros de distancia que las separan de nuestra península para plantarse en la desembocadura del mismo río portugués, gallego, asturiano o catalán por el que un día descendieron sus padres rumbo a América.
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Cuando llegan al Delta del Ebro, las angulas siguen nadando río arriba buscando un tramo propicio para desarrollarse. Pasados alrededor de diez años, una vez alcanzada la madurez sexual y convertidas ya en adultos de más de un metro de longitud, las anguilas dejan de comer, cierran la cloaca y vuelven a nadar rio abajo para salir de nuevo al mar y, convertidas de nuevo en peces de agua salada, emprender el viaje de regreso rumbo a las Bermudas, hacia el Mar de los Sargazos, donde algunas conseguirán llegar exhaustas, con las fuerzas justas para aparearse y morir.
En nuestro país los científicos vienen cada vez con mayor insistencia el cese de capturas. El grupo de expertos que asesora a las autoridades pesqueras de la UE llevaba más de dos décadas aconsejando que las capturas de anguila fueran "tan cercanas a cero como sea posible" y pidiendo el cierre de la pesquería: "Que no haya ninguna captura, en ningún ambiente y para ningún fin". Sin embargo, tanto Bruselas como la mayor parte de los estados miembros han ignorado esta recomendación.
Lo que sí motivó el alarmante descenso poblacional de la anguila es que la puesta en marcha de un paquete de medidas legales para detener una amenaza aún mayor: la captura ilegal para abastecer a las mafias del contrabando internacional. De hecho, la anguila ha sido incluida en el convenio CITES contra el comercio internacional de especies amenazadas (el mismo que protege al elefante, el gorila o el tigre) y su exportación o la de sus restos a terceros países está rigurosamente prohibida en toda la UE.
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En España, el Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) de la Guardia Civil viene desarrollando una intensa labor de vigilancia y control contra el tráfico ilegal de angulas. El año pasado llevó a cabo una gran operación policial, junto a la Unidad Central de Investigación Criminal de la Policía Marítima de Portugal, que permitió la desarticulación de una red internacional de contrabando dedicada al tráfico de angulas entre ambos países.
La operación permitió la incautación de más de 800 kg de angulas vivas que fueron liberadas de nuevo al medio natural en diversos puntos de su área de distribución en la península. En otra intervención similar se incautaron de otros 1.500 kg de angulas capturadas de manera ilegal para abastecer a las mafias del contrabando. En otra, llevada a cabo en coordinación con EUROPOL se recuperaron 180 kg. En los últimos años, se han capturado varias toneladas de angulas. Recordemos que una angula apenas pesa un gramo. Estamos hablando de miles de millones de ejemplares.
Según la Guardia Civil las estructuras de crimen organizado que trafican con angulas son "especialmente complejas, análogas a las de otros ámbitos delictivos como el tráfico de drogas, debido a los grandes beneficios económicos que conlleva esta modalidad de tráfico ilícito". Y es que mientras a los pescadores legales del Delta les pagan el kilo de angulas a trescientos euros, en el mercado negro puede alcanzar los 9.000 euros. La mayoría de las angulas confiscadas en España iban a abastecer el mercado asiático, especialmente en China y Japón, donde la anguila está considerada como una auténtica delicatessen.
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Ante esta situación, los científicos que velan por la conservación de las últimas anguilas ibéricas hacen un llamamiento a reforzar el control de este tipo de tráfico ilegal antes de que sea tarde. La principal conclusión del estudio del CSIC apela a la responsabilidad de todos: "Si queremos conservar la especie —alertan los autores— si queremos que la anguila europea siga existiendo, debemos empezar por dejar de pescarla y comercializarla".
Es posible que la pesca artesanal de angulas, ya sea con bussons o mediante otras artes tradicionales, no sea la causa principal su crítica situación. Es posible que aquí estén pagando justos por pecadores y que los principales culpables sean los furtivos que mueven el tráfico ilegal. En cualquier caso, ha llegado el momento de suspender los permisos, perseguir con más ahínco el contrabando y promover el estudio de la especie para favorecer su recuperación. De lo contrario, tanto la anguila como los 'bussons' pasarán a ser piezas de museo.
En las noches de invierno, al pasear a orillas del Ebro en su desembocadura, es común observar unas luces bajo el agua, junto a la orilla. Se trata de los aparejos de pesca para capturar angulas, las preciadas crías de uno de los peces más singulares de la fauna ibérica: la anguila europea (Anguilla anguilla). Este tipo de nasa, llamada aquí 'bussó', consiste en un cajón rectangular con forma de embudo hecho con tela mosquitera, de aproximadamente un metro por metro y medio, en cuyo fondo se instala una luz.