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La Tierra echará de menos a Francisco, el Papa ecologista
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Jose Luis Gallego

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La Tierra echará de menos a Francisco, el Papa ecologista

El compromiso con el medio ambiente, a favor de la naturaleza y contra el cambio climático ha sido uno de los grandes legados de Francisco. La incógnita ahora es si será atendido por su sucesor

Foto: El papa Francisco durante una de sus comprometidas charlas sobre cambio climático en el Vaticano. (Reuters/Tony Gentile)
El papa Francisco durante una de sus comprometidas charlas sobre cambio climático en el Vaticano. (Reuters/Tony Gentile)

Ningún otro papa ha dedicado mayor atención al cuidado del planeta. Ninguno ha vinculado de manera tan directa ese afán con la doctrina católica. Desde encíclicas papales a exhortaciones apostólicas; desde discursos oficiales a películas documentales. Incluso llegó a fundar un movimiento ciudadano por el desarrollo sostenible y la justicia climática. Ese compromiso de Francisco con "nuestra casa común", que es como él denominaba a la Tierra, lo convierte para siempre en el papa ecologista.

Hace dos años, en la jornada inaugural de la Cumbre de Cambio Climático de Dubái (COP28), en la que participó por videoconferencia debido a su ya delicado estado de salud, el Papa Francisco declaró solemnemente que “la destrucción del medio ambiente es una ofensa a Dios”. No era la primera vez que el sumo pontífice de la iglesia católica y jefe de estado de Ciudad del Vaticano mostraba su perfil ecologista. Pero en aquella ocasión, aprovechando la presencia de los principales jefes de estado y de gobierno reunidos en la ciudad emirato, Francisco quiso señalar el camino a seguir.

“El calentamiento del planeta, causado principalmente por el aumento de gases de efecto invernadero y debido a la actividad humana, se ha vuelto insostenible para el ecosistema”, dijo. “El clima trastornado es una advertencia para que detengamos semejante delirio de omnipotencia -añadió- y el único camino para vivir en plenitud es que volvamos a tomar conciencia, con humildad y valentía, de nuestro límite”. Por todo ello reclamó “una aceleración decisiva de la transición ecológica” basada en “la eficiencia energética, las fuentes renovables, la eliminación de los combustibles fósiles y la educación a estilos de vida menos dependientes de estos últimos”.

Foto: Una persona limpia junto a un memorial artesanal del Papa Francisco cerca de la plaza de San Pedro (Reuters/Kai Pfaffenbach)

Unos días antes de participar en la COP28, el 4 de octubre de 2023, Francisco había publicado la exhortación apostólica Laudate Deum (Alabad a Dios), en la que reconocía que “ya no se puede dudar del origen humano del cambio climático” y lamentaba que “en los últimos años estamos siendo testigos de fenómenos extremos: períodos frecuentes de calor inusual, sequía y otros quejidos de la tierra”. Unos quejidos de los que, por desgracia, tenemos ya amarga constancia en nuestro país.

El mensaje papal también hacia un llamamiento a “terminar de una vez con las burlas irresponsables que presentan este tema como algo sólo ambiental, verde, romántico, frecuentemente ridiculizado por los intereses económicos”. Unas “opiniones despectivas y poco racionales" que como se lamentaba Francisco "encuentro incluso dentro de la Iglesia católica” y que, a su juicio, intentaban rebajar la dimensión de un grave “problema humano y social”. Como recordaba entonces “el ser humano, dotado de inteligencia, debe respetar las leyes de la naturaleza y los delicados equilibrios entre los seres de este mundo”.

Una encíclica para "nuestra casa común"

Hace diez años, en su tercer año de pontificado, Francisco, ya había publicado la célebre encíclica Laudatio Si' (Alabado Seas) en defensa de la Tierra. En aquella ocasión la solemne carta papal exponía que “la humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios de estilos de vida, producción y consumo, para combatir el cambio climático o, al menos, las causas humanas que lo producen o acentúan”, por ejemplo “reemplazando la utilización de combustibles fósiles y desarrollando fuentes de energía renovable”.

Basada en el contenido de esta encíclica, el Vaticano produjo la película documental ‘La Carta’. Dirigida por el director norteamericano Nicolás Brown, el film muestra impresionantes imágenes de nuestro planeta y tiene como protagonistas principales al propio papa Francisco, a un líder indígena del Amazonas, un refugiado climático de Senegal, una joven activista medioambiental de la India y una pareja de climatólogos estadounidenses. Todos ellos mantienen ante el espectador una conversación global sobre la importancia de actuar unidos ante el reto climático, la pérdida de biodiversidad, el avance de la contaminación y el agotamiento de los recursos naturales.

Reconocimiento de los ecologistas

Asun Ruiz es la directora ejecutiva de SEO/Birdlife. En su opinión “la muerte del Papa Francisco supone el silencio de una de las voces más firmes y valientes en la defensa de la naturaleza. Su encíclica Laudato Si’ es un auténtico manifiesto ecologista, un documento de alto valor que marcó un antes y un después al situar la crisis climática y la pérdida de biodiversidad como una cuestión moral y espiritual de primer orden”.

Papa Francisco: "Dios perdona siempre; los hombres, algunas veces; la naturaleza, nunca"

Desde Greenpeace su directora, Eva Saldaña, lamentaba la muerte de Francisco, “un pontífice con un claro discurso ecologista, defensor del medio ambiente y de la lucha contra el cambio climático”. Carmen Duce, coordinadora de Ecologistas en Acción, agradecía “la claridad con la que desde la publicación de la encíclica Laudato si, en 2015, y después en todos sus años de papado, Francisco ha alzado la voz para alertar de manera muy rotunda sobre las graves crisis ecológicas por las que atraviesa el planeta”.

Por último Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF, honraba la memoria del fallecido papa, “uno de los aliados mundiales más influyentes en la defensa de la naturaleza y de la casa común”, destacaba que “el papel de las religiones es fundamental en la lucha por la defensa de la naturaleza” y valoraba la valentía de Francisco a la hora de “denunciar la inacción de gobiernos y empresas ante el cambio climático”.

placeholder Imagen de un lobo proyectada en la Basílica de San Pedro. (Reuters/S. Rellandini)
Imagen de un lobo proyectada en la Basílica de San Pedro. (Reuters/S. Rellandini)

Como señalaban estos días desde Vatican News recordando las palabras de Francisco, finalmente la cuestión es si “estamos trabajando por una cultura de la vida o por una cultura de la muerte”, es decir: por una cultura que respeta y protege al planeta o por otra que conduce a la destrucción de las condiciones que hacen posible nuestra vida en él, lo que en tal caso representaría “una ofensa a Dios”. Y si se trabaja por una cultura de la vida, es decir por una cultura alineada con el mensaje de la iglesia, entonces hay que estar “atentos al clamor de la tierra”, a lo que señala la ciencia.

Todos cuantos trabajamos a favor del medio ambiente y contra el cambio climático, todos los que seguimos de cerca el pulso de la naturaleza y alertamos sobre la pérdida de biodiversidad, sentimos profundamente la muerte del papa Francisco: uno de los nuestros. Uno de los mayores aliados que ha tenido nuestra casa común. Y esperamos que su sucesor honre su memoria y mantenga vivo ese compromiso. Que convierta su mensaje en legado y ejerza su autoridad moral desde el mismo compromiso que mostró el papa ecologista con el planeta y sus habitantes: todos sus habitantes.

Ningún otro papa ha dedicado mayor atención al cuidado del planeta. Ninguno ha vinculado de manera tan directa ese afán con la doctrina católica. Desde encíclicas papales a exhortaciones apostólicas; desde discursos oficiales a películas documentales. Incluso llegó a fundar un movimiento ciudadano por el desarrollo sostenible y la justicia climática. Ese compromiso de Francisco con "nuestra casa común", que es como él denominaba a la Tierra, lo convierte para siempre en el papa ecologista.

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