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La necesidad de reconectar con la naturaleza, ahora especialmente
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Jose Luis Gallego

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La necesidad de reconectar con la naturaleza, ahora especialmente

Lejos de los aspectos bucólicos, cada vez son más los estudios científicos que vinculan buena parte de las dolencias que aquejan a nuestra sociedad con la falta de contacto con la naturaleza

Foto: La ciencia reconoce el valor terapéutico de la naturaleza (EFE/S.Lecocq)
La ciencia reconoce el valor terapéutico de la naturaleza (EFE/S.Lecocq)

Uno de los lemas más repetidos del ecologismo es que las soluciones a los problemas medioambientales están en la naturaleza. Y es cierto. Como lo es que protegerla es la mejor manera de protegernos. Por eso, aunque existan muchos otros motivos que deberían llevarnos a respetar y preservar la biodiversidad del planeta, científicos y conservacionistas señalan también la necesidad de salvaguardar nuestro entorno natural por mero interés propio: por lo mucho que nos ofrece a cambio. Y entre ese mucho destacan los motivos económicos.

Existen informes financieros que subrayan el incalculable valor económico de los servicios ecosistémicos que nos brinda la naturaleza: desde la polinización de los cultivos hasta la provisión de recursos naturales; desde el abastecimiento de energía hasta la captura y almacenamiento de CO2. Unos servicios que la naturaleza nos ofrece de manera gratuita y a perpetuidad, de los que depende nuestro desarrollo y cuyos costes resultarían inasumibles si dejásemos de recibirlos.

Foto: Parque Natural y Reserva de la Biosfera de Somiedo, Asturias. (iStock)

Este aspecto material podría bastar para convencer a los más reticentes de la oportunidad de proteger y conservar la naturaleza y la biodiversidad que alberga. Pero hay una recompensa aún más valiosa en ese quid pro quo que nos brinda el campo a cambio de respetarlo. Algo que, en estos tiempos de incertidumbre y estrépito, resulta más inestimable que nunca: el de ser nuestro último refugio para el sosiego. Pasear por el campo no solo relaja, sino que permite recuperar el ánimo, especialmente ahora que, como dice Shakespeare en ‘El Rey Lear’: “todavía no está pasando lo peor cuando pensamos: esto es lo peor”.

La naturaleza como terapia

El alejamiento de la naturaleza está detrás de buena parte de los males que nos aquejan: como individuos y como sociedad. Cada vez existen menos dudas al respecto, mientras se acumulan más certezas sobre el carácter sanador de reconectar con ella: de salir al campo, de pasear por la playa o el bosque. Los médicos llevan años recetando esta simple actividad para mejorar el sistema inmunológico de sus pacientes y atenuar los trastornos de la salud más comunes en nuestros días, como el estrés: la gran epidemia del siglo XXI según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Además de los numerosos ‘papers’ que se han publicado al respeto, en el libro ‘El poder del bosque’, del Dr. Qing Li, inmunólogo y director de la Sociedad Japonesa de Medicina Forestal, se detallan los beneficios de los denominados ‘baños de bosque’ (Shinrin-Yoku en japonés). Después de doctorarse en medicina en su país, este experto se fue a Stanford para especializarse en medicina del medio ambiente, y de vuelta a Japón recibió el encargo del gobierno de crear esa disciplina y formar a un plantel de especialistas para incorporarla a su sistema sanitario.

placeholder El doctor Qing Li, impulsor de la llamada 'medicina forestal' (EFE Marta Pérez)
El doctor Qing Li, impulsor de la llamada 'medicina forestal' (EFE Marta Pérez)

Actualmente la medicina forestal forma parte del Programa de Salud Nacional de Japón y cuenta con más de un centenar de bosques catalogados como terapéuticos a los que son derivados los pacientes para someterse a este eficaz tratamiento. Pero no solo allí. La iniciativa del doctor Li se está extendiendo por todo el mundo e incluso ha llegado a nuestro país y cada vez más médicos están empezando a recetar paseos por el bosque para aprovechar su poder terapéutico en el tratamiento de diversas enfermedades.

Al parecer la atmósfera interior de los bosques está cargada de unas sustancias químicas de origen natural que segregan los árboles para protegerse de las plagas. Y los científicos han descubierto que dichas sustancias, llamadas fitoncidas, tienen propiedades protectoras también para nuestro organismo. De ese modo, además de la sensación de placer que produce pasear por el campo, esta actividad gratuita, cómoda y al alcance de todos contribuye a disminuir la presencia en nuestro organismo de la hormona del estrés y sus efectos nocivos para nuestra salud emocional.

La urgencia de reconectar a los niños

En esa misma línea de investigación, la que muestra la necesidad de reconectar con la naturaleza para serenar el ánimo, se enmarcaría el trabajo que desde hace años viene desarrollando el escritor y periodista norteamericano Richard Louv. Su libro “El último niño en el bosque” generó una gran polémica en Estados Unidos al atreverse a afirmar que buena parte de las enfermedades y los trastornos que sufren hoy en día los niños de las grandes ciudades son una consecuencia directa de su desconexión absoluta con el medio natural. Un alejamiento que ha dado lugar a un nuevo trastorno del comportamiento conocido como ‘Síndrome de Déficit de Naturaleza’ (NDD por su acrónimo en inglés: Nature Deficit Disorder).

placeholder Niños reconectando con la naturaleza (Jeremy Boley/Unsplash)
Niños reconectando con la naturaleza (Jeremy Boley/Unsplash)

Actualmente, el NDD se halla en plena expansión entre los niños y jóvenes que pasan la totalidad de su tiempo en un entorno urbano, absortos en la realidad artificial a la que acceden desde sus tablets y teléfonos móviles y sin entrar en contacto con el medio natural ni realizar ninguna actividad en los espacios verdes de sus ciudades.

Para Louv “esa desconexión de la naturaleza no solo nos aleja del planeta como especie, sino que nos enferma, y solo retomando el contacto con el medio natural lograremos recuperar la salud y el goce de sentirnos plenamente humanos”. Por eso hace extensiva también a los adultos su propuesta de recuperar el contacto con la naturaleza para sanar el cuerpo y la mente, especialmente ahora que la realidad social en la que vivimos nos aboca a la desesperanza.

Y lo más curioso de todo es que el único requerimiento para disfrutar de este importante servicio que nos brinda la naturaleza, un servicio gratuito, universal y al alcance de todos, es simplemente dejar de acosarla, hacer las paces con ella, protegerla y adquirir el saludable y placentero hábito de visitarla.

Uno de los lemas más repetidos del ecologismo es que las soluciones a los problemas medioambientales están en la naturaleza. Y es cierto. Como lo es que protegerla es la mejor manera de protegernos. Por eso, aunque existan muchos otros motivos que deberían llevarnos a respetar y preservar la biodiversidad del planeta, científicos y conservacionistas señalan también la necesidad de salvaguardar nuestro entorno natural por mero interés propio: por lo mucho que nos ofrece a cambio. Y entre ese mucho destacan los motivos económicos.

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