Un merecido 'Rayo Verde' para el productor de cine José María Morales

Amo a las palabras y trabajo con ellas. Considero que uno de los pocos motivos por los que merece la pena vivir es cuando consigues que dos de ellas se casen para crear una nueva comprensión a través de alguna Belleza inesperada. Cuando surge un buen título para el artículo, el libro, la película, cuadro, exposición o lo que se quiera añadir el bautizo alcanza la condición de Arte.

Por eso denominar 'Rayo Verde' a un nuevo premio inicia un formidable acierto. Pero es solo el comienzo porque tras él se encadenan un buen número de coherentes alegrías y merecimientos que conviene destacar y agradecer.

Evocar al raro fenómeno atmosférico/lumínico para unirlo a una obras o trayectorias vitales que se insertan en lo esencialmente visual, aumenta la, tan perdida hoy, coherencia. La cinematografía y la poesía se han acercado a los rayos verdes con obras maestras como la que ha sido premiada el pasado miércoles en la Academia del Cine. Y, a veces, una vida es una obra de arte.

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Por si acaso recuerdo que rayo verde es ese chispazo del color de la Vida que a veces nos regala el Sol cuando culmina su acostarse bajo la línea del horizonte, casi siempre marino. El verde, por otra parte, es la verdad más grande y más necesaria. Baste recordar que más del 97 % de lo que vive en este planeta es planta. La clorofila, discípula de la luz, inventó todas las bellezas y todas las formas de asomarse a la misma. El cine de Natura es una de las más importantes.

Verde es también la voluntad pacificadora de una de las ONGs más dinámicas, veteranas e independientes del planeta, es decir Greenpeace.

Pues bien la fértil confluencia entre los defensores de la vivacidad y la Academia del Cine ha creado el mencionado premio. Algo mucho más que oportuno porque. dada la arreciada demolición de los palacios de la Natura, cada día necesitamos más alianzas de este tipo. Que el séptimo arte se sume así al más crucial desafío de la historia de nuestra especie es manifiestamente excelente. Las creatividades humanas pueden y deben, como acaba de suceder, acudir al rescate de la creación y mantenimiento de más vida.

Mejora todavía más el rotundo éxito de este premio las destrezas y tareas cumplidas por el receptor del mismo. José María Morales, al frente de su empresa Wanda visión, es decir, desde el ámbito privado ha culminado, produciéndolas, un buen número de películas tanto dramáticas – La puta y la ballena, Entre lobos, El faro de las orcas- como documentales - Nómadas del viento, Guadalquivir, Cantábrico, Panteras - que han permitido miradas admiradas y soplos de aire fresco en el interior de las salas de cine o en el salón de incontables hogares. Superando, es más, las mayores dificultades imaginables, esas que acompañan a las filmaciones en general y al de la Natura en particular.

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Para los que le conocemos desde hace 25 años lo realmente premiado es lo que no aparece en pantallas. Porque esta vez el fondo y la forma coinciden en una alianza profundamente comprometida con el arte y con la amistad de los humanos hacia la Natura.

José María Morales atalanta, es decir, cuida y nos cuida, con su generosa forma de transitar por esta vida. Con su talante se suma a lo que más necesitamos los humanos en este presente de colapso iniciado. Excluye el excluir para dar prioridad a la amistad y al anuestrarnos con ese otro nosotros que son los paisajes y sus inquilinos. Confluye con los ciclos y procesos, se compromete con la continuidad de lo viviente. Vivifica, pues.