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Las Siberianas: mucha cultura allí donde queda más natura
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Joaquín Araujo

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Las Siberianas: mucha cultura allí donde queda más natura

La comarca extremeña de La Siberia acoge uno de los festivales literarios más vinculados a la naturaleza. Es decir, a lo más espontáneo, libre y auténtico

Foto: Los paisajes extremeños acogen una rica biodiversidad (EFE/C.Garcia)
Los paisajes extremeños acogen una rica biodiversidad (EFE/C.Garcia)

'Anchuridad' es una palabra no aceptada por la Academia pero que se usa con cierta frecuencia en Extremadura. Casi es la más apropiada para calificar su paisaje entero que, en efecto, es ancho, muy ancho, a la par que largo y hondo. Tampoco deja de tener formidables elogios a la altura con no pocas líneas del horizonte a más de dos mil metros. Y de todas la anchurosas comarcas de las dos provincias más grandes de la península, la Siberia - la extremeña y española- resulta una de las menos pobladas en una comunidad ya de por sí muy vaciada.

Allá, acostados en la esquina nororiental de Badajoz tenemos unos 20.000 habitantes alojados en 17 pueblos a su vez dispersos por casi 3.000 kilómetros cuadrados. Ondulados y adehesados en su mayor parte pero con numerosas erupciones de cuarcitas que, en no pocos lugares forman serrijones y cantiles. Allá anidan bellezas y libertades, sobre todo porque este ámbito es compatible con buena parte de la gran fauna salvaje del viejo mundo.

Foto: Alcornoques en una dehesa. (Carlos de Hita)

Con todo lo más singular es que también nos estamos refiriendo a la porción más inundada de todo el país. Nada menos que por la sucesivas retenciones del Guadiana: Cíjara, García Sola y Orellana o las del Zújar que consigue formar el pantano mayor de España y que denominamos de La Serena. Obviamente los cinco embalses crean una costa de agua dulce de más de mil kilómetros con lo que muy multiplicadas quedan las posibilidades de orillarse en sereno y sano contacto con la vida espontánea.

Pues bien, en medio de tanta imprescindible naturalidad está manando desde hace dos años una alfaguara cultural. En Tamurejo, una de las más modestas poblaciones de la Siberia extremeña, va a celebrarse esta próxima semana la Siberiana: su tercer festival literario.

placeholder Ovejas en una dehesa extremeña (Foto: Cedida por AGEDREX)
Ovejas en una dehesa extremeña (Foto: Cedida por AGEDREX)

Cuando arrecian los naufragios, como ahora, encontrar tablas de náufrago tan oportunas como este empeño resulta aliviador en grado superlativo. Para empezar demuestra que no hay pueblo, por apartado y pequeño que sea, que no pueda contribuir a la recuperación de la sensatez. Sobre todo a la más urgente que supone reconocer a través de todos los enfoques, pero sobre todo los educativos y culturales, que venimos y dependemos de lo que está siendo destruido.

En unos momentos en los que la literatura de naturaleza se ha multiplicado por veinte en los últimos cinco años, personas como Gabi Martínez ha promocionado, con el apoyo de la entusiasta alcaldesa de Tamurejo, Rosa María Araújo (amiga pero no pariente) un encuentro anual de altos vuelos editoriales.
En ellos se habla, debate, recita, dialoga y hasta se escribe en directo sobre la relación de relaciones, sobre los vínculos entre civilización y paisajes. No menos sobre la creatividad y sus fuentes de inspiración, invariablemente inspiradas por lo espontáneo.

Foto: Un pastor con su rebaño de ovejas. (EFE/M. Bruque)

La concurrencia en la anteriores ediciones de escritores como Javier Cercas, Irene Solá, Jesús Carrasco, Chus García, David Trashumante, Yayo Herrero, Miguel Delibes De Castro, Pilar López Ávila, Alejandro López Andrade o Javier Rodriguez Marcos, entre otros, sustenta y confirma lo que no cabe por menos que calificar como un suspiro de alivio, un sorbo de vida limpia, soplos de aire fresco cuando el desierto quiere anexionarse nuestros paisajes empezando por los andaluces y extremeños.

Porque en las Siberianas nos acordamos de que somos lo que pensamos; no menos de que pensamos con palabras. Por eso leer es el mejor pedestal para pensar en algo mejor que seguir devorando el mundo. En Tamurejo, todos los años, nacen comprensiones cada día más necesarias.

'Anchuridad' es una palabra no aceptada por la Academia pero que se usa con cierta frecuencia en Extremadura. Casi es la más apropiada para calificar su paisaje entero que, en efecto, es ancho, muy ancho, a la par que largo y hondo. Tampoco deja de tener formidables elogios a la altura con no pocas líneas del horizonte a más de dos mil metros. Y de todas la anchurosas comarcas de las dos provincias más grandes de la península, la Siberia - la extremeña y española- resulta una de las menos pobladas en una comunidad ya de por sí muy vaciada.

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