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El calor, un viejo corredor de fondo convertido ahora en velocista
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El calor, un viejo corredor de fondo convertido ahora en velocista

Exacerbada la acumulación, generalizada la dictadura de lo exagerado… es más, extremado el extremismo, podemos estar seguros de que ha sido desmantelado en nuestro presente

Foto: Las olas de calor se hacen especialmente duras en el campo (EFE Salas)
Las olas de calor se hacen especialmente duras en el campo (EFE Salas)

Exacerbada la acumulación, generalizada la dictadura de lo exagerado… es más, extremado el extremismo, podemos estar seguros de que ha sido desmantelado - en nuestro presente léase achicharrado - lo que el clima, desde siempre pretendía conseguir. Como todo lo esencial, el calor acomete y logra proezas. Pero como bien nos advirtió Jean Cocteau, en su formidable libro 'Opio', todo es cuestión de dosis. Hasta la mejor medicina puede matar si sobrepasamos la posología. Bien sabemos que la materia esencial, el agua, también puede matar si te hacen beber diez litros de golpe. En suma cada día queda más y mejor demostrado que nos adentramos en dosis letales por este incesante favorecer a todos los excesos.

Foto: Europa sigue batiendo récords de alta temperatura. (EFE/EPA/Zoltan Balogh)
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El calor, por ejemplo, acomete, entre otras tareas la más importante: darnos vida y lo que nos permite mantenerla. A nosotros, los de la sangre caliente, contamos con la posibilidad de convertirnos en eficaces y eficientes bombas de calor. Es decir que podemos fabricar, sin apenas percatarnos, una temperatura apropiada, de unos 36 grados. Todo ello sucede dentro de nosotros mismos a partir de la ingesta de unas insignificantes pero cruciales 2.500 calorías diarias. Fabricadas, sin excepciones, por la primera fuente de calor de este planeta, esa que viaja con la radiación solar.

Los calores del verano de hecho cocinaban a fuego lento, muy lento, buena parte de lo que comíamos y acaso podamos comer todavía durante mucho más tiempo. Poco sucede más importante que la maduración de frutas y verduras. Algo inseparable de un calor suficiente que acaba completando la mejor parte de los ciclos anuales de muchas plantas, la mayoría silvestres. Es decir que el calor era artífice de la continuidad. Algo así como sí la energía solar que lo enciende se acumulara en las semillas, bayas, bellotas... De las que todo volverá a empezar.

placeholder Muchos cultivos sucumben a las altas temperaturas (EFE/L.Smith)
Muchos cultivos sucumben a las altas temperaturas (EFE/L.Smith)

Las temperaturas altas resultan todavía más cruciales para la larga estirpe de los animales de sangre fría que son, por cierto, el 99 % de los componentes de la multiplicidad vital del planeta. Buena parte de los mismos también aseguran su futuro con la ayuda de algunos sofocos y hasta bochornos. No sin antes equilibrar los flujos de nutrientes, polinizar esas plantas que nos alimentan o ser, a su vez, la comida básica de todos los animales mal llamados superiores. Todo esto, de lo que también depende nuestro bienestar, queda fuera de la experiencia directa de la inmensa mayoría, pero nos permiten recordar, que nada tiene de malo el calor. Al menos hasta que, insisto, se convierte en arrogante supremacista.

¡Qué bueno era el calor cuando nada tenía que ver con las olas!

Las altas temperaturas que se han despeñado sobre todos nosotros a lo largo de las últimas semanas destrozan casi todas las funciones que acabo de resumir. La mayor parte, por cierto, desconocidas y, claro, incomprendidas por las sudorosas masas humanas, tan amontonadas ellas como si hiciera frío.No puedo por menos que expresarme con verdadera angustia porque estoy viendo secarse demasiados verdes. Incluso no pocos que consigo regar con regularidad.

Foto: Foto: Unsplash/@lucabravo Opinión
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Cuando se escucha también a la misma natura no se puede obviar que muchos animales andan desquiciados, como nosotros mismos, por el abuso de estas olas de calor. Desgarró, por ejemplo, el gran número de pollos que saltaron de sus nidos en la anterior ola de calor. En cualquier caso de todo lo que sucede lo más grave es que se agotan los manantiales. Algunos de los que visito asiduamente, desde hace medio siglo, para darme el placer de beber agua recién alumbrada se han secado por primera vez. Es la peor noticia para el paisaje entero y todos sus inquilinos.

Corre ahora el calor arreciado durante periodos trágicamente largos. Con lo que, un principio básico para la vida, se está convirtiendo en un aliado de la muerte como vienen demostrando las estadísticas que Sanidad nos hace llegar sobre los fallecidos, demasiados, por golpes de calor. Cifras para el horror pero, al tiempo que todos reconocemos que nada hay más lamentable que la pérdida de congéneres, también deberíamos tener en cuenta los miles de millones de otros seres vivos que están muriendo por achicharramiento.

placeholder Las olas de calor multiplican el efecto devastador de los incendios (EFE G.Visaras)
Las olas de calor multiplican el efecto devastador de los incendios (EFE G.Visaras)

No olvidemos que, al ser ya norma que muchos tramos de cursos fluviales hayan dejado de serlo, ha quedado imposibilitada la reproducción de otros miles de miles de millones de organismos. Sin olvidar la notable merma, un tercio como media, de las cosechas que deben mantener nuestro calor interno. Si sumamos los ya cien millones de árboles quemados por los fuegos, tan desatados este verano, no podemos por menos que maldecir que ya no sea lento el calor.

Todo ello sin olvidar que son los excesos de nuestro modelo energético, es decir la base de esta civilización, los que han convertido en velocista a ese austero maratoniano que era el calor de toda la vida. Por tanto, o convertimos a esta civilización en un corredor de fondo o sencillamente iremos a toda prisa hacia las llamas que, entonces, no solo quemarán árboles.

Exacerbada la acumulación, generalizada la dictadura de lo exagerado… es más, extremado el extremismo, podemos estar seguros de que ha sido desmantelado - en nuestro presente léase achicharrado - lo que el clima, desde siempre pretendía conseguir. Como todo lo esencial, el calor acomete y logra proezas. Pero como bien nos advirtió Jean Cocteau, en su formidable libro 'Opio', todo es cuestión de dosis. Hasta la mejor medicina puede matar si sobrepasamos la posología. Bien sabemos que la materia esencial, el agua, también puede matar si te hacen beber diez litros de golpe. En suma cada día queda más y mejor demostrado que nos adentramos en dosis letales por este incesante favorecer a todos los excesos.

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