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El año de la triple crisis: ¿cómo aprovechar la oportunidad de la recuperación?
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Alicia Cantero

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El año de la triple crisis: ¿cómo aprovechar la oportunidad de la recuperación?

La Responsable del Área de Incidencia Política de Greenpeace España hace un análisis de cómo deben emplearse los fondos destinados a la lucha contra el cambio climático y a los riesgos que nos enfrentamos si hacemos un uso precipitado de ellos

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No es optimismo, es un hecho constatado: las épocas de crisis lo son también de oportunidad. Durante este año hemos visto cómo la COVID-19 ha puesto al mundo entre las cuerdas: la crisis sanitaria ha traído consigo una crisis socioeconómica devastadora que, a su vez, se ha unido a la ya existente crisis ecológica. Sin entrar en debates sobre qué fue antes el huevo o la gallina, lo que está claro es que todas tienen un origen común: el fracaso de un sistema que ignora los límites naturales y genera amplias desigualdades No es momento de mirar atrás: ahora tenemos la oportunidad de reinventar el sistema, revertir las tres crisis y cambiar el rumbo del planeta; esta vez, sí, en la buena dirección.

Hace un año, la situación de confinamiento del país llegó acompañada de un conjunto de ayudas primordiales para mantener las redes de apoyo social y económico. Por primera vez, los gobiernos y, muy especialmente, la Unión Europea, dieron un giro con respecto a crisis anteriores abandonando las políticas de austeridad, aunque solo de forma temporal. Sin embargo, entre estas ayudas también se contemplaban rescates a empresas contaminantes sin ningún tipo de condicionante climático: una mirada a corto plazo que volvía meternos de lleno en las crisis de las que necesitamos salir.

"Existe el riesgo de que el dinero repentino nos haga actuar como siempre y concentre los fondos en las grandes empresas"

A lo largo del año, la necesaria salida de la crisis también fue forjando el discurso de la reconstrucción verde que se consolidó con la lluvia de millones que Europa puso a disposición a través de los Fondos Next Generation y de los que el 37% (248.000 millones) deben dedicarse a la lucha contra el cambio climático. Una oportunidad para llevar adelante iniciativas que ayuden a la descarbonización del sistema. Eso sí, no nos engañemos: eso solo será posible si se garantiza que ese dinero no financia también los combustibles fósiles, la energía nuclear, la agricultura industrial contaminante, la expansión de aeropuertos, la construcción de carreteras y otros proyectos que nos alejan de una recuperación verde.

La pandemia nos trajo también la posibilidad de reinventar el sistema y, desde Greenpeace, demostramos que era viable: a través de un paquete de 117 medidas para implementar a lo largo de cuatro años probamos que es posible entrar en “números verdes” con una inversión equivalente al 4'8% del PIB. En total, tan solo requeriría de una inversión pública adicional a lo que hay ya planeado de 43.103 millones, que podrían obtenerse, entre otras vías, a través de una reforma fiscal que incluya la fiscalidad verde.

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Foto: EFE

El Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia pendiente de aprobación por la Comisión Europea puede ser una oportunidad para llevar a cabo muchas de estas medidas, ya que contienen una serie de ejes tractores fundamentales para remar en la buena dirección. No debemos dejar pasar la oportunidad de que se financien proyectos que realmente supongan una transformación del sistema y miren al futuro: que aborden la crisis climática y la pérdida de biodiversidad, transformen la movilidad, recuperen el mundo rural, rediseñen las ciudades y sitúen a las personas en el centro.

Existe un riesgo elevado de que la ingente cantidad de dinero que va a llegar de Europa y el corto plazo de tiempo para ejecutarlo, nos haga actuar como siempre y concentre los fondos en las grandes empresas, con mayor capacidad para ejecutarlo, sin asegurar la capilaridad de las ayudas. Si los fondos no llegan a las pymes y a la economía social, no existirá una verdadera transformación del tejido productivo. Tendremos un conjunto de grandes proyectos más o menos exitosos, pero con un impacto real en la competitividad de nuestra economía y la transformación del sistema muy reducido.

Foto: Foto: Unsplash/@guillaumeperigois.

Los proyectos propuestos no deben alimentar tampoco el greenwashing de las empresas ni financiar proyectos que enmascaran soluciones reales y perpetúan los combustibles fósiles que nos impiden construir sociedades ambiental y socialmente resilientes.

La pandemia del coronavirus ha sido portadora de grandes dosis de dolor. Pero concentrémonos en mirar hacia adelante y extraer las lecciones aprendidas. Solo así podremos aprovechar estas crisis para transformar realmente el sistema. Si lo hacemos bien, cimentaremos el camino hacia un futuro mejor. Si no, será una nueva oportunidad perdida.

Alicia Cantero es Licenciada en Biología por la Universidad Autónoma de Madrid. Diplomada en Ordenación del Territorio y Medio Ambiente por la Universitat Politècnica de València y es Responsable del Área de Incidencia Política en Greenpeace España y responsable de la Unidad Política de Greenpeace

 

No es optimismo, es un hecho constatado: las épocas de crisis lo son también de oportunidad. Durante este año hemos visto cómo la COVID-19 ha puesto al mundo entre las cuerdas: la crisis sanitaria ha traído consigo una crisis socioeconómica devastadora que, a su vez, se ha unido a la ya existente crisis ecológica. Sin entrar en debates sobre qué fue antes el huevo o la gallina, lo que está claro es que todas tienen un origen común: el fracaso de un sistema que ignora los límites naturales y genera amplias desigualdades No es momento de mirar atrás: ahora tenemos la oportunidad de reinventar el sistema, revertir las tres crisis y cambiar el rumbo del planeta; esta vez, sí, en la buena dirección.

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