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Océano medio lleno, océano medio vacío
En el Día Mundial de los Océanos conviene recordar que el mar nos provee de la mitad del oxígeno, es nuestra mayor despensa y acoge la mayor parte de la biodiversidad del planeta
Hoy celebramos el Día Mundial de los Océanos, que bajo el lema 'El océano: fuente de vida y subsistencia' nos recuerda la enorme dependencia de la humanidad con el mar: fuente de oxígeno y regulador climático, fuente esencial de alimento, empleo y salud.
En 2021 iniciamos una década crucial para la conservación de los océanos. Un período que la UNESCO ha denominado Década de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible y que pone el acento en la necesidad de generar ciencia para poder proteger los recursos marinos cara al futuro.
Las prácticas pesqueras sostenibles también pueden contribuir a contrarrestar los efectos del cambio climático
Pero, con la información que tenemos ahora mismo, ¿la abundancia de los océanos está aumentando o disminuyendo? ¿vamos a mejor o a peor? No hay una respuesta fácil a estas preguntas y debemos abordarlas desde diferentes puntos de vista.
En primer lugar, si atendemos a la cifra de sobreexplotación pesquera, es decir, la pesca excesiva que pone en peligro la reproducción a largo plazo de los peces, los datos de referencia son los aportados por FAO (Naciones Unidas) en su Informe SOFIA. La edición de 2020 estimaba que, de todas las poblaciones evaluadas, un tercio se encuentra en una situación biológicamente insostenible. Podemos ver esta cifra desde una óptica positiva: en torno a un 66% se encuentra dentro de un estado biológicamente sostenible, por lo que estamos en una buena situación.
No obstante, si analizamos con perspectiva la trayectoria en los últimos 50 años, podemos comprobar que hemos pasado de un 10% de poblaciones sobreexplotadas en los años 70 a un 34% en 2017. La sobrepesca se ha triplicado de manera global.
A estas cifras, habría que añadir otros datos como es la pérdida de biodiversidad marina. El Informe de Perspectiva sobre la Biodiversidad Biológica de Naciones Unidas (2020) destaca que, si bien ninguna de las metas se ha logrado, en la Meta 6 relativa a la gestión sostenible de los recursos pesqueros se han hecho importantes progresos. Una mejor gestión pesquera y un mayor control del cumplimiento están dando resultados.
Pero, pese a los enormes avances, la pesca tiene un impacto neto negativo, es decir, “el número de especies en declive es mayor que el número de especies que están aumentando su abundancia”. Desde el punto de vista de la protección de la biodiversidad, tampoco podemos estar satisfechos.
Acabar con la sobrepesca
Más recientemente, el informe Evaluación global de los océanos de Naciones Unidas (2021) señala que acabar con la sobrepesca es fundamental para proteger la biodiversidad marina. También, es necesario incrementar la lucha contra la pesca ilegal, poner fin a los subsidios pesqueros y la necesidad de un enfoque integrado sobre todas las actividades humanas que ejercen presión sobre los recursos marinos.
No obstante, este informe nos trae una visión más esperanzadora, destaca como aspectos positivos el importante avance en el conocimiento del océano y estima que un 98% de las poblaciones sobreexplotadas podrían recuperarse en 2050 si se gestionan de manera adecuada.
Entonces, ¿tenemos razones para el optimismo? Ciertamente. Está en nuestras manos acabar con la sobrepesca y la pérdida de biodiversidad. Son metas realizables si hay voluntad política y colaboración de todos los agentes implicados, incluida la ciudadanía.
Existen numerosos ejemplos cercanos de poblaciones que se han recuperado: la anchoa del Cantábrico ha pasado de estar cerca del colapso en 2010 a una situación de máximos históricos en 2020. En el Atlántico nororiental las poblaciones de peces sujetas a sobrepesca se han reducido de un 73% a un 38% en diez años (STECF 21). En el Mediterráneo, el mar más sobreexplotado del mundo, por primera vez en décadas, los datos científicos señalan que se empieza a revertir la situación (Informe SoMFI 2020) con signos de recuperación de algunas especies como la merluza europea.
Un modelo basado en la ciencia
Estos ejemplos demuestran que las decisiones basadas en ciencia permiten restaurar las poblaciones, y con ello el aumento de la productividad y de los ingresos para las comunidades que dependen de la pesca. Esto ha sido posible por la adopción del enfoque de Rendimiento Máximo Sostenible (RMS), es decir, el número máximo de peces que se pueden capturar sin poner en peligro la reproducción a largo plazo. Este RMS es el eje de la Política Pesquera Común (PPC) y es un parámetro básico de pesca sostenible utilizado en todo el mundo. Además, hay otros factores ambientales a tener en cuenta en la pesca como las capturas incidentales, el impacto en el ecosistema y la gestión de los caladeros.
Expandir el modelo de pesca sostenible es esencial para mantener unos océanos saludables y productivos. Pero, además, las prácticas pesqueras sostenibles también pueden contribuir a contrarrestar los efectos del cambio climático, asegurando ecosistemas más resilientes y una gestión capaz de adaptarse a los profundos cambios que se están generando.
En estas décadas hemos sido testigos, junto a numerosas organizaciones trabajando en este ámbito, de la transformación de la industria pesquera hacia la sostenibilidad. Obviamente no toda la industria ni en todo el mundo. Pero no hay empresa pesquera que aspire a un liderazgo en el mercado que no esté asumiendo grandes inversiones en una mayor transparencia y reducción de impacto de sus operaciones. La elección de pescado sostenible por parte de los consumidores está ayudando a acelerar este proceso y consolidarlo como el modelo de futuro.
Volviendo a la pregunta inicial ¿avanzamos o retrocedemos? El conocimiento actual sobre el estado del océano es limitado, los progresos son desiguales tanto a nivel regional, como de especies y ecosistemas, y claramente son insuficientes, especialmente bajo el prisma de la emergencia climática. Pese a ello me inclino más por poner la balanza en una visión positiva: conocer, cuantificar los impactos es premisa imprescindible para avanzar y esto sin duda está ocurriendo.
Numerosos ejemplos en el mundo demuestran que la pesca sostenible existe y genera múltiples beneficios. La progresiva adopción de la pesca sostenible por parte del sector pesquero y empresarial, su integración en las políticas públicas y decisiones de consumo, la mayor apuesta por el conocimiento del océano, confirman nuestra propia capacidad de contribuir a un futuro lleno de peces. Pero no basta con conocer y querer, la acción es lo que debe definir los próximos diez años.
Laura Rodríguez Zugasti es la directora para España y Portugal de Marine Stewardship Council (MSC), la organización internacional, independiente y sin ánimo de lucro, creada para promover la conservación de los océanos a través de la pesca sostenible.
Hoy celebramos el Día Mundial de los Océanos, que bajo el lema 'El océano: fuente de vida y subsistencia' nos recuerda la enorme dependencia de la humanidad con el mar: fuente de oxígeno y regulador climático, fuente esencial de alimento, empleo y salud.