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Aguas subterráneas, un tesoro estratégico en tiempos de cambio climático
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Aguas subterráneas, un tesoro estratégico en tiempos de cambio climático

El Día Mundial del Agua de 2022 pone el foco en los acuíferos, un banco de agua natural en números rojos que tenemos que cuidar

Foto: El Gran Cenote cerca de Tulum, Mexico (Fuente: iStock)
El Gran Cenote cerca de Tulum, Mexico (Fuente: iStock)

Los manantiales, los ríos al lado de donde se han ubicado nuestras civilizaciones, las charcas donde nos bañábamos de pequeños, los cantarranas que van desapareciendo o los pozos en nuestras huertas. Todos ellos, a través del agua, están unidos a nuestra cultura desde tiempos inmemoriales, formando un rico tapiz de valores asociados al agua. Por eso hoy, Día Mundial del Agua, es importante recordar y valorar este recurso que no tiene sustituto.

Este año el tema elegido es el de las aguas subterráneas, con el objetivo de hacer visible lo invisible. Antoine de Saint-Exupéry, autor de El principito, nos revelaba “un secreto muy simple: sólo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible a los ojos”. En un contexto de cambio climático, el agua es clave, y las aguas subterráneas, un recurso estratégico que es como un seguro natural en un contexto incierto.

Los seres humanos, tal como hemos visto y vivido durante la pandemia, somos adaptativos por naturaleza, y con el cambio climático como telón de fondo esta capacidad de adaptación es y será clave. Más aún en relación con el agua en todas sus dimensiones. Esto se debe a que muchos de los peligros e impactos del cambio climático están íntimamente relacionados con el agua, como son las inundaciones, las sequías, la pérdida de humedad en nuestros suelos, las nevadas, el granizo, las tormentas, incluso la subida del nivel del mar. Por eso a veces se dice que “el H2O es para la adaptación lo que es el CO2 para la mitigación”.

placeholder Cueva islandesa de Grjotagja (Fuente: iStock)
Cueva islandesa de Grjotagja (Fuente: iStock)

Adaptación al cambio climático

En el marco de la convención de Cambio Climático de Naciones Unidas se habla del ‘ciclo de adaptación’. Este pasa por identificar los impactos, la vulnerabilidad y los riesgos, para después elaborar un plan de adaptación que nos prepare para estos riesgos, identificando las posibles medidas que nos capaciten mejor, para después monitorearlas y evaluarlas. Pero en un contexto donde la “huella” del cambio climático ya se detecta en forma de más inundaciones y sequías, estas medidas no se pueden quedar en el tintero, hace falta actuar. Es decir, asegurar que estas medidas de adaptación se cumplen.

Por ejemplo, utilizar cultivos mejor adaptados a que caigan menos lluvias, restaurar nuestros ríos y llanuras de inundación para que puedan acomodar más agua cuando lleguen las tormentas que se anticipan, o plantar más árboles en las ciudades para que actúen de refugio gracias a sus sombras y confort térmico. Que nos proporcionen una sensación de frescor en verano al estar sentados en un banco debajo de un árbol en la plaza del pueblo o en el parque de nuestra ciudad.

Después, hay que hacer seguimiento de estas medidas, como si se tratara de un paciente y su medicación, para comprobar que este plan y estas respuestas son efectivas. Por ejemplo, que cuando venga una sequía (como parece que va a suceder en algunas zonas de España) o una inundación, podamos decir que estas acciones han funcionado y que gracias a estas medidas concretas hay menos daños, tanto por sequías como por inundaciones.

Foto: Fuente: iStock.

¿Qué impactos puede tener el cambio climático en el agua en España? ¿Habrá más sequías o más inundaciones? ¿Impactará en las aguas subterráneas? ¿Y en la cantidad y la calidad del agua? ¿Impactará en nuestros espacios protegidos, como el maltratado Parque Nacional de Doñana o el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel? Según el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático, la disminución de nuestros recursos hídricos tendrá importantes impactos en la agricultura y la ganadería, el abastecimiento urbano, la producción hidroeléctrica y los ecosistemas. Asimismo, en el último informe de los impactos del cambio climático en España se refleja cómo es probable que las sequías sean más intensas y duraderas, que llueva menos, o de forma diferente y en épocas distintas, lo cual es clave, por ejemplo, para los cultivos. También afectará a nuestros acuíferos, con una menor recarga, o provocará que haya más inundaciones debidas a un deshielo más rápido.

placeholder El acceso al agua potable sigue dividiendo al mundo. EFE/Yahya Arhab
El acceso al agua potable sigue dividiendo al mundo. EFE/Yahya Arhab

Por eso, en el contexto de nuestro Plan Nacional de Adaptación y en relación con el agua, surgen preguntas importantes en cuanto a sus principios rectores. ¿Qué significa equidad social y territorial en el agua en un contexto de cambio climático? ¿Cómo nos puede ayudar la investigación en el área del agua y los recursos hídricos para adaptarnos mejor? ¿Cómo se pueden adaptar las empresas de agua que también se enfrentan al reto de la descarbonización de sus procesos? ¿Cómo se pueden adaptar los agricultores y ganaderos en primera línea de los impactos? ¿Cómo se puede adaptar el turismo, un sector tractor en nuestra economía? ¿Cómo se podría invertir ahora para prevenir daños a futuro, por ejemplo, en el marco asegurador? ¿Qué otras medidas hay que reforzar o acelerar ahora para estar mejor preparados? Aquí serán importantes las iniciativas y propuestas que surjan de los propios ciudadanos en el marco de la Asamblea Ciudadana por el Clima. La Asamblea es un proceso deliberativo en el que 100 personas elegidas al azar debaten y consensuan recomendaciones para hacer frente a la emergencia climática.

Hace escasamente dos semanas se publicó el segundo informe del IPCC, el panel de expertos de cambio climático sobre “Impactos, Adaptación y Vulnerabilidad” frente al cambio climático. Este informe dedica un capítulo específico al agua, otro a Europa y otro a la región mediterránea, que se identifica como un “punto caliente” en cuanto a los impactos del cambio climático. Esto es, sobre todo, porque se trata de una región donde ya ha subido la temperatura 1,5 grados (la media global es de 1,1 grados) y donde por cada grado de subida de temperatura se espera una reducción del 4% de las precipitaciones, en una región que ya de por sí tiene pocas lluvias y está sometida a un gran estrés hídrico.

"Desde la década de 1970, casi la mitad de todos los desastres han estado relacionados con inundaciones"

El mensaje central del informe indica que la evidencia científica es inequívoca: el cambio climático es una amenaza para el bienestar humano y la salud del planeta. Cualquier retraso adicional en la acción global concertada perderá la breve ventana que se cierra rápidamente para asegurar un futuro habitable. Se estima que aproximadamente la mitad de la población mundial (cerca de 4.000 millones de personas) ya experimentan una grave escasez de agua durante al menos un mes al año debido a factores climáticos y otras causas como la mala gestión. Desde la década de 1970, casi la mitad de todos los desastres han estado relacionados con inundaciones. No es sorprendente, por tanto, que una gran parte de las intervenciones de adaptación ( en torno al 60 %) se formulen en respuesta a los peligros relacionados con el agua.

Aguas subterráneas

Por eso este año celebramos el Día del Agua reconociendo el papel clave de las aguas subterráneas. Su papel es aún más crítico en un contexto de cambio climático, en el que nos pueden ofrecer un almacenamiento subterráneo que, a diferencia de los embalses, no está expuesto a la evaporación y no tiene costes de construcción ni impactos medioambientales, ya que es una “infraestructura” natural que nos provee la naturaleza para “almacenar” agua.

Sin embargo, el almacenamiento de agua subterránea ha disminuido en muchas partes del mundo, particularmente desde principios del siglo XXI, principalmente debido a las extracciones intensivas para riego. Las tasas globales de agotamiento de las aguas subterráneas oscilan entre aproximadamente 113 y 510 km3/año. El agua subterránea también satisface las necesidades de agua doméstica de aproximadamente la mitad de la población mundial y proporciona más de un tercio de la demanda mundial de agua consumida.

Foto: Colonia de coral en un arrecife del Caribe (Fuente: iStock)

Este gran “banco” natural de agua está entrando en números rojos en muchas cuencas a nivel mundial y también en nuestro país, en zonas donde estas aguas subterráneas son el motor de base de la economía local o regional, a menudo entrando en conflicto directo con la conservación de espacios protegidos que son patrimonio natural de la humanidad y de nuestros hijos y nietas.

Tal y como decía uno de los mayores expertos en agua subterránea a nivel mundial, el recientemente fallecido profesor Ramón Llamas, sería muy importante que, al igual que se publica el nivel de reserva en los embalses de forma regular, se haga público el nivel de nuestros acuíferos, para así hacer partícipes a todos de la gestión de este recurso tan crítico para nuestra economía, nuestros ecosistemas y de las generaciones más jóvenes que exigen un mejor cuidado de los recursos. Aún más cuando estas aguas subterráneas pueden ser una de nuestras reservas más críticas en un contexto de cambio climático, un verdadero tesoro bajo nuestros pies que nos permita adaptarnos más y mejor.

* Elena López Gunn es fundadora y directora de ICATALIST, autora principal del Grupo 2 del IPCC de Adaptación, vulnerabilidad e impactos en el capítulo de Agua y ha participado como experta en la Asamblea Ciudadana para el Clima.

Los manantiales, los ríos al lado de donde se han ubicado nuestras civilizaciones, las charcas donde nos bañábamos de pequeños, los cantarranas que van desapareciendo o los pozos en nuestras huertas. Todos ellos, a través del agua, están unidos a nuestra cultura desde tiempos inmemoriales, formando un rico tapiz de valores asociados al agua. Por eso hoy, Día Mundial del Agua, es importante recordar y valorar este recurso que no tiene sustituto.

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