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Desde la conservación de la naturaleza, sobre la defensa del campo

La defensa del mundo rural ha sido y será siempre una prioridad para las organizaciones ambientales que, de la mano de la gente del campo, defendemos nuestro patrimonio natural

Foto: Un pastor con su rebaño atravesando un hayedo (EFE/N.Veres)
Un pastor con su rebaño atravesando un hayedo (EFE/N.Veres)

Una de las noticias de mayor simbolismo en el inicio de la terrible guerra de Ucrania fue la valiente disculpa del investigador Oleg Anisimov, representante de Rusia en el Panel Intergubernamental del Cambio Climático de la ONU,. Ante sus colegas de 195 países, pidió disculpas en nombre de sus compatriotas y señaló que no encontraban justificación a lo que estaba pasando.

Al otro lado de la pantalla, desde Kiev, escuchaba el equipo que capitanea la investigadora ucraniana Svitlana Krakovska, que había tenido que concluir bajo la amenaza de un bombardeo los ingentes trabajos del último –y muy alarmante- informe del panel sobre los estragos del cambio climático. Un informe que concluye que la mitad de población del mundo ya está expuesta a sus consecuencias. Entre ellas, nosotros, la ciudadanía española.

Foto: Un pastor con su rebaño de ovejas. (EFE/M. Bruque)

Días después, a medida que la invasión se recrudecía, Krakovska aseguró que empezaba a ver claramente los paralelismos entre el cambio climático y esta guerra. A su juicio, las raíces de estas dos amenazas globales se encuentran en los combustibles fósiles.

La crisis en Ucrania ha devuelto al primer plano la cuestión de la seguridad alimentaria y energética de Europa, y la debilidad y amenaza que supone su excesiva dependencia de las fuentes de energía fósil. Con seguridad, las comunidades rurales de nuestro país, y del resto del continente, son las que más lo están notando. En el caso de España, viene a espolear una situación de tormenta perfecta, provocada por la falta de oportunidades laborales, la falta de servicios, la subida de los costes de producción y los bajos precios de alimentos, entre otros factores, que se suman a los impactos del cambio climático –aquí tenemos de nuevo la sequía– y la pérdida de biodiversidad.

placeholder Vacas en un prado asturiano (Foto: Jose Luis Gallego)
Vacas en un prado asturiano (Foto: Jose Luis Gallego)

Tras la invasión, no han tardado en surgir voces, algunas desde las administraciones, que exigen aparcar el Pacto Verde con el que la Unión Europea quiere salir de la crisis del COVID-19, para reforzar el continuo proceso de intensificación agraria. Pretender dar este volantazo resulta tremendamente contradictorio: en un momento como este, ¿tiene sentido reforzar una industrialización del campo basada en el uso masivo de combustibles fósiles, el uso intensivo de agua y en importaciones de terceros países para obtener materias primas más baratas? ¿O es el momento de apoyar y acelerar una agricultura, ganadería y pesca gestionada de manera sostenible?

La comunidad científica, como también refleja el último informe en el que han intervenido Anisimov y Krakovska, se decanta por esta opción porque cuida del medioambiente y nos protege frente al cambio climático. Y porque los datos avalan que genera empleo de calidad y oportunidades para las comunidades locales, proporciona alimentos sanos y apuntala la soberanía alimentaria de los países.

Foto: Hacia un nuevo modelo de olivar compatible con la biodiversidad. (EFE)

Ahora que más que nunca, en un contexto de movilización del mundo rural, es el momento de ser claros cuando alzamos la voz por el campo y precisar qué modelo defiende cada uno: uno que avance en la industrialización intensiva de la producción agraria o un modelo agroecológico, basado en el respeto a la naturaleza, las explotaciones de menor tamaño a menudo familiares y ligadas a los pueblos donde se ubican.

El primero, desde nuestro punto de vista, es una alternativa cortoplacista que centraliza los beneficios en pocas manos y profundiza el vaciamiento de la España rural. El segundo es por el que luchamos las organizaciones de defensa de la naturaleza y apoya la comunidad científica como aval de futuro para el campo y, sobre todo, para la gente del campo. Para nosotros este modelo y no otro debe concentrar las importantes y necesarias ayudas públicas a nuestro modelo agropecuario.

placeholder Los agricultores son los mejores aliados de la conservación de la naturaleza. Foto: iStock
Los agricultores son los mejores aliados de la conservación de la naturaleza. Foto: iStock

Por supuesto, es entendible que haya quienes defiendan la postura contraria en defensa de sus intereses económicos. Pero es importante que, en esa defensa, no se pretenda disfrazar a grandes explotaciones intensivas altamente dependientes de combustibles fósiles y de recursos naturales de “agricultores de toda la vida” porque esa idea, en el imaginario colectivo, corresponde a un modelo familiar, sostenible y en claro retroceso por el avance arrollador de la gran agricultura y ganadería low-cost, que no deja espacios en el mercado.

La defensa del mundo rural ha sido y será siempre una prioridad para las organizaciones ambientales que, de la mano de la gente del campo, defendemos nuestro patrimonio natural, que es la principal reserva estratégica de un país y de un pueblo. Lo seguiremos haciendo siempre. Defendemos el campo, pero el que a todas y todos representa::el campo de toda la vida.

Asunción Ruiz es Directora Ejecutiva de SEO/ Birdlife. Juan Carlos del Olmo, es Secretario General de WWF España

Una de las noticias de mayor simbolismo en el inicio de la terrible guerra de Ucrania fue la valiente disculpa del investigador Oleg Anisimov, representante de Rusia en el Panel Intergubernamental del Cambio Climático de la ONU,. Ante sus colegas de 195 países, pidió disculpas en nombre de sus compatriotas y señaló que no encontraban justificación a lo que estaba pasando.

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