Es noticia
La otra cara del desafío energético
  1. Medioambiente
  2. Tribuna
TribunaEC17

Tribuna

Por

La otra cara del desafío energético

Si la transición energética es un auténtico objetivo de país, es clave hacerlo bien económicamente, haciéndolo bien socialmente

Foto: Placas solares. (EFE/Javier Cebollada)
Placas solares. (EFE/Javier Cebollada)

En un mundo cada vez más consciente de los retos medioambientales y tras un siglo de dependencia energética de los combustibles fósiles, la energía limpia y renovable se nos muestra como el camino para lograr elevados grados de independencia y de competitividad energética. En España tenemos el activo más importante: un buen recurso solar y eólico. Pero debemos cuestionarnos cómo abordamos en materia energética lo que es sin duda la oportunidad del siglo; y, en materia política y social, una necesidad insoslayable.

Es solo alguno de los interrogantes a plantear si se pretende que la transición energética por la que transitamos, con menos velocidad de la deseable, sirva de auténtico catalizador de prosperidad económica y social.

Primero, debemos hacerlo bien económicamente. No es baladí. Las renovables se han erigido como una energía limpia y barata, base de una mayor competitividad del conjunto del sistema económico. Actúan cada vez más como imán para las inversiones a escala global y local y, de nuevo, España puede ser locomotora y cuna de grandes proyectos.

Prueba de ello es que como país este año ya se producirá entre el 50% y el 55% de energía con tecnología solar y eólica, cuando la directiva europea fija que al menos el 42,5% debe provenir en 2030 de fuentes renovables. La primera regla de una política energética inteligente es sin duda saber utilizar tus propios recursos. Y, más allá de porcentajes y cifras, a nadie se le escapa que la diversificación de fuentes de energía aumenta la independencia energética en un momento crítico y en un contexto donde la dependencia del petróleo y el gas, con actores dominantes en el tablero como Rusia, representa un riesgo geopolítico más que evidente.

"La primera regla de una política energética inteligente es saber utilizar tus propios recursos"

Las renovables, además, con el hidrógeno verde como uno de los exponentes más prometedores en Europa, representan una oportunidad sin precedentes para impulsar el crecimiento económico, mejorar la eficiencia de las industrias a la par que mejoramos el bienestar social. Y es cuando hablamos de saber hacerlo bien socialmente.

Se trata de un desafío que va más allá de la sostenibilidad ambiental y la lucha contra la crisis climática para preservar el planeta. Es un paso firme con una clara dimensión social hacia un presente-futuro más equitativo. Proyectos ubicados, por ejemplo, en terrenos menos fértiles y, que lejos de ser un solar inerte, pueden convertirse en motores de actividad económica con la instalación de infraestructuras, como las plantas fotovoltaicas, que generen empleos y fomenten el desarrollo local. Nuevas y más oportunidades que mejoran la calidad de vida de las personas.

"La lentitud de la Administración y del desarrollo de la red de transporte y distribución son algunos de los deberes pendientes"

En definitiva, si la transición energética es un auténtico objetivo de país, se deberá actuar en consecuencia y disipar nubarrones que todavía se ciñen sobre los proyectos verdes. Si se puede hacer bien económicamente, haciéndolo bien socialmente, no podemos perder una oportunidad estratégica por no afrontar el binomio problema-solución.

Estos deberes pendientes se resumen en tres amenazas: la lentitud de la Administración; el lento desarrollo de la red de transporte y distribución y la necesaria gestión de la energía. No sirve de mucho anunciar objetivos ambiciosos si la letra pequeña que los acompaña, en forma de recursos económicos y un marco regulatorio claro, no transita hacia esta transformación. En España avanzamos, si bien alguna comunidad, como Cataluña, ha sufrido un largo estancamiento por las parálisis en las tramitaciones en renovables que parece que ahora se empezará a revertir.

Asimismo, es necesario invertir en la modernización de la infraestructura de red, incluyendo tecnologías de almacenamiento de energía y sistemas de transmisión de alta capacidad. Además, las redes inteligentes pueden gestionar mejor la distribución de energías renovables. Por la parte que atañe a los Gobiernos, es clave simplificar los procedimientos administrativos y fomentar la colaboración entre los distintos niveles de administración, contando siempre con la complicidad del sector privado.

"No actuar tendrá un coste real para la sociedad en términos de calidad de vida"

Las empresas de energías renovables deben extremar su compromiso local, buscando una integración armónica con el entorno rural y generando oportunidades de empleo y actividad para los municipios, explicando los efectos positivos de cada proyecto.

Y, por último, es importante desarrollar sistemas de almacenamiento de energía más eficientes para reservarla cuando la producción es alta y liberarla cuando sea oportuno, afianzando así un mix energético de renovables más estable.

Conocemos los retos, fijemos las prioridades. No actuar tendrá un coste real para la sociedad en términos de calidad de vida, creación de riqueza en el ámbito local, competitividad de la economía y en dependencia energética. Todavía estamos a tiempo.

placeholder

En un mundo cada vez más consciente de los retos medioambientales y tras un siglo de dependencia energética de los combustibles fósiles, la energía limpia y renovable se nos muestra como el camino para lograr elevados grados de independencia y de competitividad energética. En España tenemos el activo más importante: un buen recurso solar y eólico. Pero debemos cuestionarnos cómo abordamos en materia energética lo que es sin duda la oportunidad del siglo; y, en materia política y social, una necesidad insoslayable.

Energía