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Miguel de Juan Fernández

A Bordo del Argos

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El Millonario

“En El Millonario, Peck asumía el papel de un americano sin dinero que llegaba al Londres de final de la época victoriana. Allí se encontraba con

En El Millonario, Peck asumía el papel de un americano sin dinero que llegaba al Londres de final de la época victoriana. Allí se encontraba con dos ancianos muy ricos que le entregaban dinero en un sobre cerrado, con la condición de no abrirlo hasta una hora determinada pero con la promesa de que su situación financiera mejoraría ostensiblemente.

Hambriento, Peck se da la gran comilona ante la creciente desconfianza de los dueños del restaurante... finalmente, en la tensión de que pague ya su cuenta Peck abre el sobre y, sorprendido, entrega el contenido a los dueños para que cobren el importe de la comida –pongamos unos 35 peniques con 12 chelines, por ejemplo–... y se arma el revuelo: ¡El sobre contenía un único billete de curso legal emitido por el Banco de Inglaterra por importe de UN MILLON DE LIBRAS ESTERLINAS!”

El lemming que salió raro (Ed. Eje Prod. Culturales 2012)

Carta a los Inversores- La bolsa y Gregory Peck Diciembre 2007

 

(Disculpad la autocita) Ojalá muchos hayáis visto esta película, que en los 80 se transformó en Entre pillos anda el juego con Eddie Murphy y Dan Akroid (y tuvo relación en una escena de El príncipe de Zamunda).

A lo largo de la película se suceden varias escenas que afectan al comportamiento de los inversores- entonces y ahora- en las situaciones extremas del mercado. El asunto es que en un inicio los inversores compran como locos la empresa minera de la que Peck, ya conocido por todos como millonario, es copropietario y, cuando por motivos que no vienen al caso Peck pierde el famoso billete, los “inversores” acuden a vender en plena histeria, en la típica situación de pánico que cada cierto tiempo en las bolsas. Daba igual que Peck y su socio explicaran a los inversores en la minera que la empresa era rentable, que había oro y en abundancia. Los inversores sólo querían saber si Peck tenía el billete. Lo demás no les importaba lo más mínimo.

Las noticias saltan a diario y cada cual parece más grave o importante que la anterior y desde hace unos días un pequeño país del Mediterráneo ocupa la atención de los medios, ocultando quizás hechos más graves. Chipre ha pasado a ser el nuevo foco de la noticia y los inversores no dejan de mirar hacia él.

La importancia de Chipre y su situación económica no deriva del volumen en sí, de la cuantía que pueda afectar a acreedores de otros países. La importancia deriva principalmente del hecho de que se autorizó una quita- camuflada como impuesto- sobre los depósitos bancarios de dicho país. Traspasar esa línea roja ha llevado a muchos a plantearse si queda algo sagrado sin tocar en el mundo financiero y muchos ahorradores se encuentran con el miedo en el cuerpo pensando que dicha situación pueda contagiarse a España. Y no me refiero sólo a la jugada de Montoro de implantar un impuesto sobre los depósitos para evitar tener que decirles a las CCAA que se aprieten de una santa vez el cinturón, pero de verdad.

Os aseguro que no tengo nada de adivino, pero en Enero de 2009 escribía en El lemming… que la confianza en la garantía del Estado sobre nuestros 100.000 euros en depósitos a plazo fijo no era muy de fiar:

La libertad conlleva la posibilidad de equivocarse. Es la única forma de aprender de los propios errores. Si el estado suplanta nuestro deber de vigilar nuestro patrimonio puede llegar un momento en que ni siquiera el estado pueda hacer frente a esas obligaciones y no podemos recuperar esos 100.000€”.

Insisto en que no pensaba en Chipre en aquél entonces. Tampoco estaba pensando en Montoro, ya puestos.

Sin embargo, son estas situaciones las que lleva a muchos inversores, por desconocimiento o falta de experiencia o de un buen consejo, a tomar decisiones erróneas, guiados más por el cortoplacismo de no ver más allá de Chipre o el chipriotazo de Montoro y ello puede hacer que muchos piensen que su dinero no está seguro en ningún sitio salvo bajo el colchón. Poco les importa que haya otros activos, muy líquidos donde puedan tener su dinero o que precisamente por el propio tamaño de España y su sector financiero- más la limpia que se ha llevado hasta ahora- haga que su dinero esté más seguro que el de los chipriotas (a expensas siempre de que el impuesto no se incremente, claro). Sólo quieren ver el billete del millón de libras, en este caso ese billete habría de tomar la forma de un arco iris financiero, una señal que indique que ya se acabó lo peor. Pero esa señal no existe.

El mercado no es Dios y no tiene su compasión por el ser humano, por lo que no lanza arco iris para indicarnos que ya pasó la tormenta. Como inversores siempre nos encontraremos con nubarrones enfrente, con niebla cerrada, con situaciones que nos recuerden que la cosa no está clara adelante. Ello no debe impedirnos tomar decisiones de inversión basados en los datos y hechos y en un razonamiento correcto… de la misma forma que cuando solo aparece cielo azul y campos verdes en el horizonte debemos saber que no durará para siempre.

El billete que buscamos no lo vamos a encontrar, pero antes de tomar la decisión de deshacer posiciones sólidas que no se verán afectadas (si acaso con una cierta volatilidad en el corto plazo que pueden suponeros buenas oportunidades para vuestro dinero) de forma permanente por una urgencia llevados por el pánico, debemos escuchar y analizar no el billete sino los hechos. Y éstos no deberían hacernos ser prudentes por Chipre, sino por otros aspectos más relevantes para nuestros bolsillos.

Nos vemos en el próximo artículo. Un abrazo a todos.

PD: Estamos en plena Pasión de Jesús, os deseo a todos que podáis vivirla en el amor de quien dio su vida por todos nosotros.

En El Millonario, Peck asumía el papel de un americano sin dinero que llegaba al Londres de final de la época victoriana. Allí se encontraba con dos ancianos muy ricos que le entregaban dinero en un sobre cerrado, con la condición de no abrirlo hasta una hora determinada pero con la promesa de que su situación financiera mejoraría ostensiblemente.