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La importancia del 'asset allocation'
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Javier Molina

Aprender a Invertir

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La importancia del 'asset allocation'

Cada inversor tendrá sus propios objetivos financieros y, cuanto más aprenda del funcionamiento del mercado, mejor podrá determinar el camino que desea seguir

Foto: Bolsa de Nueva York (Reuters)
Bolsa de Nueva York (Reuters)

La semana pasada vimos la necesidad que tiene, todo inversor, de conocer cuál es su horizonte temporal de inversión y el perfil de riesgo asumible al enfrentarse a los mercados y, comentamos, la necesidad de tener una estrategia a la hora de acometer sus inversiones. Cada inversor tendrá sus propios objetivos financieros y, cuanto más aprenda del funcionamiento del mercado, mejor podrá determinar el camino que desea seguir. Sin eso, ahorrese el disgusto y no exponga ni un solo euro de su capital en los mercados.

Antes de intentar buscar una ruta hacía la fijación de la estrategia a seguir, uno debe conocer los instrumentos disponibles que, básicamente, a la hora de empezar a invertir serán acciones, bonos y activos monetarios o 'cash'. Si bien es cierto que, dada la situación actual de la renta fija, la consecución de rentabilidad por ese lado nos llevará a tener que afinar muchísimo más que en el pasado. Los fondos de inversión (que cambiaremos por ETFs) serán también otro activo que nos dará exposición a los mercados con ciertas ventajas. La idea es hacer una selección de activos que nos permita sentirnos cómodos dentro de ese perfil definido. Es lo que se llama el 'asset allocation' de nuestra cartera.

Las acciones son el tipo de instrumento que, históricamente, han proporcionado el mayor riesgo y la mayor rentabilidad. La volatilidad afectará más al corto plazo y tiende a suavizarse en plazos más largos, ofreciendo una rentabilidad que compensa esos movimientos de corto plazo. Por eso, cuando se habla del S&P, por ejemplo, se dice que a largo plazo, la rentabilidad siempre ha sido positiva. No obstante, su plazo particular no tiene por qué coincidir con esas estadísticas y tendrá, por tanto, que saber el riesgo que está asumiendo.

Los bonos son, por lo general y salvando lo vivido en los últimos años, menos volátiles que las acciones, ofreciendo rentabilidades más moderadas. Esto no significa que, los activos de renta fija, no sufran variaciones. El tipo de interés que van a pagar es conocido y, salvo default del emisor, devolverá el nominal del activo en la fecha de vencimiento. Pero, durante la vida del mismo, están sometidos a las fluctuaciones del mercado, pudiendo subir y bajar de precio. La existencia de bonos de alto rendimiento o los bonos basura, proporcionan más rentabilidad con mayor riesgo. Como decía antes, con un bono español a 10 años pagando un 1,4% anual, habrá que afinar mucho lo que se compra, cuándo lo hacemos y que asumimos al comprar un bono determinado.

Si utilizamos el programa de acceso gratuito Portfolio Visualizer, con datos americanos, nos permite ver esa diferencia entre acciones y bonos, muy claramente. Le invito a que se familiarice con ese programa pues es de gran ayuda y lo utilizo para sacar todos los cálculos de esta sección. Para renta variable utilizamos el SP&500 (su ETF con ticker SPY) y para la parte de bonos un agregado (AGG).

Una cartera invertida 100% en acciones (portfolio 1) ofrece mayor rentabilidad con mayor riesgo que una que invierta el 100% en bonos (portfolio 2).

Y eso lo ve con los resultados de rentabilidad. Si hubiéramos invertido 10.000 dólares en el 2004, hoy tenemos 24.134 dólares en el caso de acciones y 16.742 dólares en el caso de sólo comprar bonos. Pero, fíjese que la volatilidad de las acciones es de 14,20% mientras que la de los bonos es de 3,73%. Eso hace que el peor año de las acciones haya supuesto llegar a perder un 36,81% mientras que, en el caso de los bonos, sólo fue del 1,98%. Por supuesto, esto son datos pasados válidos hasta hoy en esos supuestos. Pero mi objetivo es que vea usted la diferencia de resultados y riesgos de una y otra estrategia. Luego, en la combinación de ambas, encontraremos un 'asset allocation' que más se adecue a nuestro perfil.

Los monetarios o el cash es el otro tipo de activo disponible. Aquí entran los depósitos a plazo (cuando aún pagaban algo), las cuentas de ahorro, los fondos monetarios, etc. Son los activos más seguros pero que pagan menos. El problema de este tipo de activos es la erosión por la inflación. En cualquier caso, este activo nos permitirá posicionar importes en momentos deseados.

Si nos fijamos en su rentabilidad, en el mismo plazo anterior, fíjese como no tiene nada que ver. Es el portfolio 3, con un comportamiento totalmente distinto al resto de carteras.

Y sus datos numéricos, igual. 10.000 dólares invertidos en el 2004 son hoy 11.656 dólares. No hemos cubierto ni la inflación del periodo.

El otro tipo de activos que incluiremos serán los fondos de inversión, que como decía vamos a cambiar por ETFs dadas sus menores comisiones y oferta disponible, las materias primas como el petróleo y el oro (también utilizado como divisa), el sector inmobiliario, el private equity, etc.

La existencia de varios tipos de activos, sobre los que nos podemos posicionar en un momento determinado y cerrar cuando se quiera, constituye la base de la famosa diversificación. Aunque yo soy un convencido de lo que dice Warren Buffet al respecto, lo cierto es que la forma de entrar en mercado es mediante un buen 'asset allocation' con su diversificación bien establecida. Ya llegará el momento en el que pueda seguir la filosofía de Buffet. Éste dice que hay que estudiar 2 o 3 industrias en profundidad, para utilizar ese conocimiento en un buen posicionamiento de cara a obtener rentabilidad. No sigue diversificación alguna sino concentrarse en pocos activos con altas posibilidades de revalorización.

Dejando a Buffet al margen y volviendo a la diversificación, ésta la conseguirá distribuyendo la inversión en varios tipos de activos. Fíjese como si combinamos los 3 anteriores, acciones + bonos + cash de forma equiponderada (33,33% en cada uno) la cartera se queda de esta forma:

Con estas lecturas de datos: 10.000 dólares invertidos en 2004, son ahora 17.616 dólares, es decir, se obtiene una rentabilidad menor a la de la cartera de sólo acciones (saca 24.134 dólares), muy similar a la de solo bonos y mucho mejor que la de cash. Pero, el riesgo que se ha asumido es mucho menor. La desviación estándar es del 4,78% frente al de 14,20% de la cartera de sólo acciones y, lógicamente, algo superior a la de los bonos.

De todo lo anterior se desprende que, en la selección de los activos que formen nuestra cartera, residirá el riesgo y la rentabilidad que esperemos. Hay que hacer coincidir, obviamente, el perfil de riesgo que tenemos con lo que compramos y, mediante la diversificación encaminar el objetivo de inversión. Lo bueno de esto es que, a medida que se vayan moviendo los activos, podremos ajustar la exposición a un activo u otro.

Una vez definida la selección de activos, tendremos que seleccionar los componentes de cada uno de ellos. Es decir, si vamos a destinar un 30% a bonos, hay que ver ahora qué bonos vamos a utilizar. Y lo mismo con el resto de activos.

Si hablamos de acciones, una correcta selección por sectores nos puede ayudar a establecer una buena diversificación. De ese modo, seleccionando bancos, eléctricas, industriales, consumo, etc. lograremos el objetivo perseguido. Muchos inversores, no obstante, es aquí cuando deciden tomar fondos de inversión que incorporan esa diversificación. La idea no es mala pero la realidad, tristemente, demuestra que entre comisiones y una regular gestión, son muy pocos los que consiguen replicar al índice de referencia y, muchos menos, los que logran batirlo. Es por eso que nosotros hablaremos de invertir en ETFs y casi nunca en fondos de inversión. Mucho menos tomaremos un fondo de fondos… donde sólo con el nombre ya puede imaginar que, a los tipos de interés actuales, implicarán un coste muy elevado a soportar para no lograr el objetivo de rentabilidad perseguido. En cualquier caso, podremos diversificar de forma sencilla y más o menos barata.

Como último concepto de esta parte, quédese con la idea de que se puede re-balancear su cartera de inversión en función de los objetivos que tengamos. Bien por la mala o buena evolución de un activo, bien por la consecución de un nivel establecido o por la causa que sea. Por ejemplo, supongamos que decide colocar el 50% de su cartera en acciones. Si tenemos un mercado ultraalcista y se produce un alza del 70% en ese tiempo, el porcentaje sobre el total que representan ahora las acciones es mucho mayor que el que definió al principio. Eso puede solucionarse mediante la reducción de exposición a esas acciones e incrementando otras que hayan quedado por debajo del nivel deseado.

Como conclusión diremos que una buena selección de los activos que conformen su cartera es la clave de todo proceso de inversión. Ya conocemos nuestro perfil y los instrumentos que podemos utilizar para “dormir” tranquilos. El siguiente paso será, ahora, el definir las estrategias que podemos llevar a cabo.

La semana pasada vimos la necesidad que tiene, todo inversor, de conocer cuál es su horizonte temporal de inversión y el perfil de riesgo asumible al enfrentarse a los mercados y, comentamos, la necesidad de tener una estrategia a la hora de acometer sus inversiones. Cada inversor tendrá sus propios objetivos financieros y, cuanto más aprenda del funcionamiento del mercado, mejor podrá determinar el camino que desea seguir. Sin eso, ahorrese el disgusto y no exponga ni un solo euro de su capital en los mercados.

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