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El caso Utrilla o cómo la bolsa seduce a sus presas, las captura... y las arruina
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Javier Molina

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El caso Utrilla o cómo la bolsa seduce a sus presas, las captura... y las arruina

Utrilla no había hecho los deberes cuando decidió exponer a riesgo una cantidad muy elevada de sus ahorros. Como muchos inversores que me voy encontrando por el camino

Foto: Un panel informativo de la Bolsa de Madrid. (EFE)
Un panel informativo de la Bolsa de Madrid. (EFE)

Utrilla vino a cenar a casa hace unos días. No lo conocía pero fue el descubrimiento de la jornada. Es un tipo de cierto éxito, simpático y agradable, que ganó una buena fortuna en sus negocios y que ahora, ciertamente, no entendí muy bien de qué vive. Pero eso es lo de menos. Lo importante es que su historia viene a demostrar la necesidad de aplicar todo lo que en esta tribuna de “aprender a invertir”, les vengo contando.

Utrilla no sabía nada de bolsa. Aunque sí sabía de tenis, de incendios imposibles y de ventas inmobiliarias estructuradas. Vamos, ni yo cuando trabajaba en SG conseguí operación similar alguna. Un crack. Pero Utrilla no había hecho los deberes cuando decidió exponer a riesgo una cantidad muy elevada de sus ahorros. Como muchos inversores que me voy encontrando por el camino. Es muy llamativo ver cómo la bolsa atrae a sus presas, las captura, las seduce y las arruina. Y todo, bajo la propia voluntad del inversor.

Utrilla vió lo de Terra. Año 2000. Aquella operación fallida que enganchó a muchos inversores. En ese caso, intentó comprar en la salida a bolsa, cerca de los 12 euros, pero eran los tiempos en los que se repartían las acciones por apellido y no pudo participar en el botín. Alucinado vio cómo ese mismo día cerró a 37 euros. Más de un 200% de rentabilidad en una jornada. Utrilla estaba furioso. Pero eso no fue nada. Asistió atónito al movimiento que llevó la acción hasta los 157 euros. Tenía que haber comprado pues él sabía que eso iba a pasar. Estaría ahora forrado.

Utrilla se hizo entonces un clásico de Gaesco. La sala de bolsa que esta buena sociedad tenía en Barcelona le sirvió de cabina de operaciones para lo que se estaba fraguando. Nada mejor que compartir con otros inversores las jugadas que pueden llevarse a cabo en mercado. Y el día que estaba esperando Utrilla al fin llegó. Las acciones cayeron en cinco meses, desde los 157 euros hasta cerca de los 37 euros, el precio de cierre de aquel famoso día de salida a bolsa. El que se le había escapado. En ese momento, con ampliación de capital y buenas recomendaciones de muchas entidades financieras, Utrilla pensó que si esos grandes monstruos (bancos) acudían a mercado con esos objetivos de precios, él no podía perderse la fiesta. Utrilla anotó en su mente los 60 euros como precio de venta, al compás de lo que decía una de esas entidades nacionales.. Compró mucho…mucho…y desde luego, ni se la pasó por la cabeza aplicar lo que vimos en esta misma sección hace unas semanas. Esta vez no se quedaba fuera.

Utrilla vió como la acción empezó a recuperar y hasta llegó a los 56 euros. Eran días de gloria en la sala de operaciones. Pero no vendió ni fijo un Stop, como también hemos visto hace poco en esta sección, pues él esperaba ese precio de 60 euros y más incluso. Pero el mercado no entiende de esas cosas y entre la burbuja tecnológica y la inexistencia de estrategia de inversión alguna, Utrilla acabó convirtiendo sus Terras en Teléfonicas y la pérdida global es, a día de hoy (pues las mantiene en cartera), de más del 95%.

Utrilla asumió con resignación la jugada, pero ni se detuvo a pensar por qué le había pasado eso y, con el tiempo, hasta se había olvidado de lo sucedido.

Utrilla volvió a mercado. Esta vez, ya en el 2013 y tras ver cómo las acciones del Banco de Santander habían estado por encima de 7 euros, decidió comprar sobre los 5 euros. Tenía que recuperar lo perdido hacía ya una década y en un valor de estas características, que siempre iba a existir, no podía fallar. Pese a que llegó incluso a ganar dinero, hoy las acciones valen 3,80 euros. Y Utrilla pierde de nuevo. Ha decidido que serán los ahorros para pagar las Universidad de sus hijos y que no tiene prisa. Es un valor seguro y no pasará como Terra que acabó por desaparecer

Disculpe el lector si la forma de explicar este caso real le ha disgustado. Sólo he querido poner de manifiesto, un caso real que se me presentó sin esperarlo, que viene perfecto para concluir con estas dos últimas tribunas de stops y límites de inversión. Este inversor incumplió todas y cada uno de las reglas de participación en los mercados. No tenía ni estrategia ni disciplina alguna y, de esa forma, no se puede invertir. Vamos, yo no lo hago ni lo haría.

Fíjese como el caso de Terra es real hoy día. Acciones como el Popular o Arcelor, acciones del Ibex (Terra formó parte del selectivo un tiempo) presentan una estructura de precios similar. Y ahí tenemos atrapados a miles de inversores que actuaron sin aplicar regla alguna.

Lo mismo ha pasado recientemente con IAG, por ejemplo, que ha dejado “pillados” a un buen número de inversores en la zona de 7 euros cuando hoy valen menos de 5. Y antes del día del Brexit ya había dado señal de venta o activación de Stop.

Y a la vista de los niveles alcanzados por el S&P500 en la actualidad, no estaría de más contar con una serie de reglas y técnicas sencillas para, cuando vengan malas, saber salir de mercado y no convertirse en uno de esos inversores a largo plazo. Estoy seguro que Utrilla lo hubiera agradecido.

Utrilla vino a cenar a casa hace unos días. No lo conocía pero fue el descubrimiento de la jornada. Es un tipo de cierto éxito, simpático y agradable, que ganó una buena fortuna en sus negocios y que ahora, ciertamente, no entendí muy bien de qué vive. Pero eso es lo de menos. Lo importante es que su historia viene a demostrar la necesidad de aplicar todo lo que en esta tribuna de “aprender a invertir”, les vengo contando.

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