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Por el bien de todos: Jóvenes, ¡espabilad ya!
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Por el bien de todos: Jóvenes, ¡espabilad ya!

Las últimas medidas del Gobierno español pueden tener una relevancia histórica. Sí, sí, ya sé lo que van a decirme: insuficientes, tardías, mal comunicadas, tomadas a

Las últimas medidas del Gobierno español pueden tener una relevancia histórica. Sí, sí, ya sé lo que van a decirme: insuficientes, tardías, mal comunicadas, tomadas a desgana, chapuceramente, etcétera. Vale, seguramente estoy de acuerdo. Pero si pienso que serán históricas no es tanto por su contenido como por el cambio de sentido que suponen.

Un cambio de sentido no sólo de las políticas de este Gobierno, sino prácticamente de las políticas de todos los que he conocido desde que tengo uso de razón. Un cambio de sentido que supone el inicio del reconocimiento político de que las obligaciones contraídas durante tantos años por el Estado son insostenibles con este modelo productivo.

Bueno, pues como doy por hecho que no hemos hecho más que empezar a ajustar, y como sobre la reforma laboral queda aún todo por concretar, me gustaría decir algo sobre el asunto. 

Puestos a abaratar el despido, hagámoslo de manera justa: que no se haga sólo para los nuevos contratos, sino también para los vigentes. La reforma, tal y como está planteada, vuelve a generar un escenario dual e injusto entre aquellos empleados que contratados antes o después de una fecha. Esta desigualdad no es de recibo y me suena incluso inconstitucional.

Se argumentará que esto es contrario a los derechos adquiridos por esos empleados que llevan años en su puesto, etcétera. Vale, de acuerdo. Pero, ¿qué cosa es esa de los derechos adquiridos cuando un Estado (una sociedad) no es capaz de pagarlos? Son derechos contra otros que han perdido incluso la capacidad a disfrutar esos derechos en el futuro. Una injusticia clamorosa.

También se dirá que es una medida radical que haría crecer excesivamente el desempleo a corto plazo. Yo no lo creo, puesto que los empleados con más antigüedad seguirían teniendo la “ventaja” de tener un despido más caro. Porque se mantiene el criterio (absurdo, por otra parte) de la antigüedad. Pero el derecho debería ser el mismo.

En último caso, si el desempleo generado responde a razones de productividad no iríamos tan mal como hasta ahora, porque la ganancia en productividad iría generando empleos mejores a medio plazo. Es mucho peor la situación actual, en la que a menudo gente buena se va a la calle por el hecho de llevar menos tiempo en su puesto, simplemente por el hecho de que es más barato o gratis despedirla.

¿No se da nadie cuenta que es imposible ser competitivo con unas reglas del juego tan absurdas y tan injustas? Es una auténtica vergüenza para la economía y la sociedad en su conjunto, parece ser que contenta con el trilerismo de patronales, sindicatos y políticos que no han representado más que sus propios intereses particulares y que necesitan mantener esa broma pesada que empieza a ser la “negociación colectiva” para seguir teniendo razón de ser. Son “insiders” en un sistema cada vez más lleno de “outsiders”.

Entre esos “outsiders” sin silla en la mesa de negociación me sigue llamando la atención la actitud de los jóvenes. No entiendo cómo pueden seguir tan amodorrados. No sólo es que tengan un 40% de paro, sino que están viendo cómo sus mayores se lo llevan crudo y no dicen nada, como por no molestar. Florentino Felgueroso de FEDEA explica en este post cómo la reforma planteada puede empeorar (aún más) la tasa de paro juvenil.

La resignación de los jóvenes sería admirable si no fuera porque necesitamos que se incorporen a trabajar. A pesar de la cada vez más deplorable Universidad que les ha tocado (interesante esta entrevista al catedrático Miguel Ángel Medina) va a ser imposible inocular productividad en las empresas si esta generación no entra a trabajar.

La capacidad de muchos de estos jóvenes y su productividad aportada al trabajo es tremenda; a veces muy difícil de absorber por las propias empresas ineficientes y desmotivadoras estructuras a las que nos ha llevado, entre otras cosas, un marco laboral tan absurdo. Lo del “cambio de modelo productivo” es otra paparrucha política que no quiere decir nada. Empecemos por ser más productivos, y será todo más fácil.

Sería deseable que los jóvenes vayan espabilando no sólo para emigrar (la opción número uno de los mejor formados), sino para reivindicar una reforma laboral retroactiva o algo así. Lo que ahora se plantea les deja de nuevo fuera del cuadro. Y les necesitamos dentro. 

Mi twitter personal es www.twitter.com/boromas

Las últimas medidas del Gobierno español pueden tener una relevancia histórica. Sí, sí, ya sé lo que van a decirme: insuficientes, tardías, mal comunicadas, tomadas a desgana, chapuceramente, etcétera. Vale, seguramente estoy de acuerdo. Pero si pienso que serán históricas no es tanto por su contenido como por el cambio de sentido que suponen.