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La historia de Carmona, un inversor en fondos en busca de autor
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Salvador Mas

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La historia de Carmona, un inversor en fondos en busca de autor

“Me doy cuenta de que no te admiro. Y como el amor es admiración, ya no te quiero. Y como no te quiero, tenemos que dejarlo.”

“Me doy cuenta de que no te admiro. Y como el amor es admiración, ya no te quiero. Y como no te quiero, tenemos que dejarlo.” Un razonamiento así creo recordar que le hacía Antoine Doinel a su novia para romper con ella en “Besos robados” del gran Truffaut.

El comportamiento de los clientes, en general, se parece cada vez más al de ese inolvidable personaje. Cada vez es mayor la necesidad de admirar a las empresas para llegar a ser  cliente suyo. O mejor dicho, de admirar a las personas que forman esas empresas: es difícil concebir el éxito en ventas y en valor de Apple sin entender la admiración que despierta Steve Jobs; ni el estancamiento de Microsoft, sin relacionarlo con la retirada de Bill Gates.

En gestión de activos, la cosa también funciona así cada vez más. La otra tarde hablaba con Carmona, usuario de icotizados y gran aficionado a los fondos. Me cuenta que ha acabado invirtiendo exclusivamente en fondos en los que conoce a las personas que hay detrás y, a las que, de alguna forma, admira. No habla de los fondos por su nombre sino por el nombre de sus gestores. Habla de Buffet, de Paramés, de Carmignac, de Garrigasait, etc, casi con devoción; algo así como cuando yo hablo de Leonard Cohen o del mismo Truffaut. Dice que no lo ha hecho a propósito ni por el esnobismo de comprar fondos “de autor”, sino que simplemente busca los mejores fondos y ha ido acabando en esos. Está convencido de que el rendimiento de un fondo es inversamente proporcional al número de personas que participan en las decisiones de inversión. Carmona ya utiliza más los del que nos habla admirativamente   su colega Enrique Roca (otro crack). El éxito de este fondo de Ibercaja demuestra que el fenómeno no tiene porqué limitarse a gestoras independientes. El talento de los gestores en la industria tradicional, que lo hay y mucho, normalmente está poco aprovechado y muy poco expuesto por sus entidades.

Quizás para la industria de los fondos fuera aplicable el caso de Hollywood: de cómo adaptó el modelo del cine “indie” para subsistir, reinventarse y seguir vendiendo pelis y sobre todo series de éxito a partir de una revalorización del oficio de los autores (guionistas y directores), menospreciados por la industria durante los años 90.   

De todos modos, no sabría pronosticar hasta qué punto la inversión de estos fondos “de autor” se irá generalizando en el futuro. Le digo a Carmona que quizás no dejen de ser un producto minoritario y él me dice que quizás tenga razón en eso.

- En cualquier caso – concluye -, serán fondos “para una inmensa minoría”.

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“Me doy cuenta de que no te admiro. Y como el amor es admiración, ya no te quiero. Y como no te quiero, tenemos que dejarlo.” Un razonamiento así creo recordar que le hacía Antoine Doinel a su novia para romper con ella en “Besos robados” del gran Truffaut.