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¿Que si hemos visto el suelo? ¡No lo sé!
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Carlos Doblado

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¿Que si hemos visto el suelo? ¡No lo sé!

¿Sabía yo que el mercado iba a subir? ¿Y que lo haría con fuerza? Para nada. Simplemente consideraba más probable un movimiento al alza de cierto orden que uno bajista

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El trabajo de un estratega financiero no es conocer el futuro, sino combatir el azar. Analizar para por establecer escenarios, proyecciones, circunstancias que con cierta probabilidad sucederán si no aparece un nuevo elemento sobre el tablero que lo cambie todo. Pero necesitamos ser reconfortados y por ello preferimos un gurú a la verdad. Al menos, con un gurú, tenemos a quien culpar.

Vengo comentando desde hace algunas semanas que el mercado lo tenía bastante complicado para seguir cayendo. En mi tribuna de la semana pasada sugería que el rebote podía abrirse paso. Cosas de haberse tirado ya veinte años frente a las pantallas. ¿Sabía yo que el mercado iba a subir? ¿Y que lo haría con fuerza? Para nada. Simplemente consideraba más probable un movimiento al alza de cierto orden que uno bajista, y estoy acostumbrado a defender argumentos contrarios a los que sostiene la reconfortante mayoría ya sea alcista o bajista.

A partir de ahí, en función de mi estrategia, tome el tipo de riesgo que quiero. Y el que quiero yo puede y debe ser distinto al que necesita usted. Este es un tema complejo, pero nos encantan las respuestas simples porque nosotros podemos. Desconozco si hemos visto un suelo. Sí puedo afirmar que el intento en Europa se produce desde zonas de soporte muy relevantes tal y como puede verse en el gráfico adjunto: canal alcista de medio plazo para el EuroStoxx50 total return, y tras una corrección del alza vivida desde 2012 hasta el primer nivel que sugiere la serie de Fibonacci para la mayoría de los índices del viejo continente.

Evidentemente, para afirmar que tenemos un suelo necesitaremos, al menos, es necesario romper los máximos de septiembre de modo generalizado, lo que como llegará desordenadamente para que se hable de divergencias cuando debiéramos hablar de falta de confirmación. Cuando todo encaje, el mercado nos habrá alejado de forma radical de niveles razonables para tomar posiciones en tendencia en términos de riesgo monetario; niveles razonables como los que hemos tenido en los mínimos de septiembre y principios de la que acabamos de dejar atrás si no perdemos de vista cuál es la tendencia que gobierna al mercado desde 2009. ¿Le suena esto de que los árboles no deben impedirle ver el bosque?

No es la primera vez que le subo este gráfico para que no pierda de vista lo que sucedió en 2009 y lo que ha sucedido en los últimos 250 años cada vez que hemos visto algo parecido...

Todos los suelos relevantes en tendencia suelen producirse con un mercado que registra un pesimismo que ha hecho mella en los inversores, expresándose en las encuestas y otras herramientas de sentimiento inversor, tras una sensible corrección en tiempo o profundidad. La semana pasada les mostraba un chart que ilustraba el altísimo nivel de liquidez relativa acumulada por los gestores: pesimismo. Investors Intelligence, la más importante encuesta de sentimiento, advertía la semana pasada que el sentimiento colectivo había llegado a niveles de un diferencial negativo de diez puntos en favor de los bajistas; desde los cuarenta en favor de los compradores registrados meses antes. Y eso es extremo, en tanto en cuanto que no se había visto desde el verano de 2011. Y no venía sólo, sino en sintonía con una media de diez sesiones del ratio put/call que ya se había extremado previamente al alcanzar un nivel de 1,25 un par de semanas antes; algo que tampoco se había visto desde las semanas posteriores a aquel movido verano.

Esta semana Investors Intelligence nos comunicó que su ratio bull/bear había pasado a marcar lecturas en torno al 4 por ciento, subiendo desde el -10 y pico. O lo que es lo mismo, que el diferencial ya había empezado a virar al alza. Sería sorprendente que con la semana que hemos tenido no nos situemos más arriba, quizá por encima del cero de nuevo, en los próximos días. Se lo contaré en mis análisis diarios. Desde los mínimos de 2009, siempre que se ha producido una salida al alza del diferencial entre alcistas y bajistas desde niveles inferiores a 10, sin excepción, el movimiento se ha correspondido con un mínimo relevante en tendencia más o menos previo a nuevos altos crecientes. O lo que es lo mismo, si la historia se repite veremos nuevos altos históricos en el mercado norteamericano en los próximos meses. Sí, ya sé que está deteriorado, e incluso muy deteriorado. Pero también se deterioró seriamente durante el verano de 2011. Y aunque la dimensión de la corrección no haya sido comparable, sí lo son las lecturas de sentimiento. Y sí, también me sé todo lo demás porque hace años que lo escucho justificando ahora por aquí, ahora por allá mientras la historia hace su trabajo. Yo mismo he sido tentado excesivamente por ello de un modo que me ha perjudicado.

La segunda piedra para un suelo relevante -la primera fue el sentimiento- se puso el lunes, con la ruptura de los niveles clave para confirmar figuras de vuelta de corto plazo que planteé en mi tribuna de la semana previa. La tercera la hemos puesto en cierre semanal con unas brutales velas blancas que tienen origen en un hueco de apertura, unas brutales velas semanales que han dejado tiritando a algunas estrategias bajistas.

No vea el mercado como hace tanta gente, como un combate entre el blanco y el negro. La irracionalidad puede estar instalada en él más tiempo de lo dura nuestra solvencia, y por supuesto no olvide que es un lugar en cambio donde los supuestos fundamentales pueden acabar transformándose por el efecto que produce en la psicología económica colectiva el comportamiento de los inversores. Soros lo llama función manipulativa. Esto no es un ejercicio de certezas, sino un trabajo de prueba y error en el que los estrategas balancean riesgo y rentabilidad en una partida que dura durante toda su carrera los trescientos sesenta y cinco días del año.

No sé si tenemos un suelo. Pero sí sé, como he sostenido en mis últimas tribunas, que los puntos de inflexión siempre vienen precedidos de un pesimismo excepcional y que eso se ha visto. A mí, de momento, lo visto últimamente me ha recordado en muchas cosas a 1998.

El trabajo de un estratega financiero no es conocer el futuro, sino combatir el azar. Analizar para por establecer escenarios, proyecciones, circunstancias que con cierta probabilidad sucederán si no aparece un nuevo elemento sobre el tablero que lo cambie todo. Pero necesitamos ser reconfortados y por ello preferimos un gurú a la verdad. Al menos, con un gurú, tenemos a quien culpar.

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