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Mi banco no es un zombi, es un muerto viviente…
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Carlos Doblado

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Mi banco no es un zombi, es un muerto viviente…

Estas cosas antes no pasaban, ya no hay zombis que duren como los de antes, empezamos a ser por tanto un país avanzado

Foto: Una oficina del Banco Popular junto a una sucursal del Santander. (Reuters)
Una oficina del Banco Popular junto a una sucursal del Santander. (Reuters)

Cuando la semana pasada hablaba de los 12+1 motivos por los que nos hacemos pupa en valores como el Popular no tenía la menor idea de lo que íbamos a vivir durante estos días que han quedado para la historia de la bolsa española. Quien crea que esas cuestiones pueden leerse en los gráficos no tiene aún la menor idea de para qué sirven. Aquel banco del que los grandes contadores de historias de esto contaron maravillas ya no existe como tal. No hay vida certificada más allá de la muerte. Que cuenten de mí que viví en los tiempos del 'Popu'.

Sin embargo, esto no es realmente nuevo. También hablé de ello en una tribuna relativamente reciente. La lección a sangre y cuchillo ha acabado siendo de las que no te permiten levantarte de la lona, tras una paliza de años al final no han quedado ni los sueños. Puede suceder siempre que un valor está en caída libre absoluta; y así es en más ocasiones de las que debiéramos tentar en la vida si queremos llegar a mayores con la dentadura en condiciones de seguir disfrutando.

Si echamos la vista a las recomendaciones que se hacían desde grandes entidades financieras en los últimos meses respecto al Popular, lo cierto es que el potencial de subida resultaba innegable. Claro que sí. Vender es pecado. Pero el mercado decía otra cosa. Piensa lo impensable, y recuerda que si algo tendrá el agua cuando la bendicen; también pasa al revés: por sus frutos les conoceréis. Sí, había potencial, sí, pero para dejarse hasta las pestañas. Otra vez más, y en un mercado alcista. Estas cosas antes no pasaban, ya no hay zombis que duren como los de antes, empezamos a ser por tanto un país avanzado.

Hasta no hace mucho tiempo en España se oxigenaba a los zombis, e incluso se les rendía pleitesía. Sin embargo, aseguro que pese a todo lo que he escrito y hablado sobre el Banco Popular -hasta recibir alguna llamadita para que me modere, que al fin y al cabo somos amigos-, yo no sabía realmente que era un zombi (no necesito saber tales cosas para evitar ciertas tentaciones). Pero lo era, el Popular era un zombi, un muerto viviente, y no el viejo banco que vino del otro mundo para estar conmigo, tal y como nos contaron en aquellos tiempos en los que aceptar el error nos convertía en los más tontos de la clase. Tiempos de vino y rosas… Pero como decía la semana pasada, Dios perdona pero el mercado no.

Hoy la pregunta es quién será el próximo. Y lo más probable es que no haya un próximo porque estas cosas son excepcionales. Pero usted debe pensar en lo impensable siempre porque al final va a salvarle la vida si invierte en valores. Si te afectan eventos extremos como estos dos o tres veces en la vida sin ir muy diversificado, si enganchas dos o tres experiencias del tipo Terra, Fadesa, Piking-Pack, Prisa o Abengoa -por no salirme de títulos que han estado en el IBEX35 en algún momento-, la vida nunca vuelve a ser igual. Si además te coge de mayor, el juego ha terminado. Como el mercado, que técnicamente está donde estaba.

¿El mercado? No se asuste mucho por lo de ayer del Nasdaq y fíjese en lo sucedido con lo que venía no apoyando el alza en Wall Street.

Cuando la semana pasada hablaba de los 12+1 motivos por los que nos hacemos pupa en valores como el Popular no tenía la menor idea de lo que íbamos a vivir durante estos días que han quedado para la historia de la bolsa española. Quien crea que esas cuestiones pueden leerse en los gráficos no tiene aún la menor idea de para qué sirven. Aquel banco del que los grandes contadores de historias de esto contaron maravillas ya no existe como tal. No hay vida certificada más allá de la muerte. Que cuenten de mí que viví en los tiempos del 'Popu'.