De Vuelta
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La basura ya se paga a precio de oro
En términos de riesgo, el mercado ve ahora como más arriesgada la deuda de Estados Unidos que la de los bonos basuras medido por el índice BoFA ML
Esto no va a terminar bien. En primer lugar, le cambiaron el nombre de bonos basura por bonos de alto rendimiento. Así suena mejor y usted los compra con más alegría buscando eso, el mayor rendimiento posible que un título de renta fija parece puede ofrecer. A día de hoy resulta que el inversor final (retail) tiene en cartera más bonos 'high yield' de los que jamás ha tenido. Recordemos que un bono basura es un bono de baja calificación crediticia que puede ser emitido tanto por una empresa como por un Estado. Este tipo de activos incorporan un alto riesgo de impago, tanto de capital como de intereses y es, justo por este motivo, por lo que la rentabilidad que ofrecen (ofrecían) es más alta y su rating está por debajo de BBB (Baa en caso de Moody’s). Antes del cambio de denominación hecha por la industria para atraparle, de basura a 'high yield' o alto rendimiento, eran los inversores especializados los compradores típicos de este tipo de bonos. Este tipo de empresas son las que cuentan con alto endeudamiento, operan en sectores de mayor riesgo, presentan cuentas de resultados débiles y suelen necesitar de financiación adicional para poder continuar su actividad. El caso de Abengoa no le sonará lejano para ubicar a este tipo de bonos.
En segundo lugar, han terminado por superar en rentabilidad a los bonos del gobierno de Estados Unidos. Mientras que en 2008 la rentabilidad de los bonos basura europeos llegaron a pagar un 25%, el Treasury a 10 años rentaba al 2,25%. Hoy, por primera vez en la serie histórica, los bonos basura pagan menos que ese mismo bono US. Es decir, en términos de riesgo, el mercado ve ahora como más arriesgada la deuda de Estados Unidos que la de los bonos basuras medido por el índice BoFA ML, todo ello pese a las diferentes duraciones existentes y considerando la gama más alta dentro de la categoría. Obviamente, el papel del BCE está tras esta fuerte distorsión y está provocando que, incluso una parte de bonos basura italianos renten por debajo del Treasury americano.
Y ahora, en tercer lugar, este tipo de instrumentos se están agotando. Es decir, la oferta se ha reducido sensiblemente y no es nada fácil poder encontrar ese tipo de bonos. Aprovechando este momento de complacencia y sensación de ausencia de riesgo, operaciones como la que va a realizar Tesco mediante la recompra anunciada de bonos basura en el mercado UK, contribuye a la reducción de la oferta. Esta empresa representa cerca del 6% del índice de referencia y en cuanto se retiren de mercado no será fácil encontrar sustitutos. Otro efecto que se está viendo en el mercado es la revisión al alza de la calificación crediticia de algunas compañías. Es el caso de Telecom Italia donde, tras el alza de Fitch a grado de inversión, el BCE podrá comprar ahora esos bonos y supone, en consecuencia, tener menor activos disponibles. Aquí lo absurdo es que, al subir de calificación los mejores bonos basura de la familia, los gestores de fondos de inversión de alto rendimiento, tienen que bajar un escalafón dentro de la gama para simplemente reinvertir ese dinero. De bonos malos a bonos peores.
Contaba el gestor de un 'hedge fund US' que estaba corto de bonos basura de empresas retail y hospitales esperando un movimiento como el experimentado por el sector energía de hace unos años. Así mismo, el mayor fondo de bonos europeos reconocía, hace unas semanas, el riesgo de invertir en este tipo de activos y reducía, tanto las posiciones como la duración de la cartera. En definitiva, existe la idea de que el riesgo de crédito está infravalorado y los bonos cotizan a tipos irracionales que no compensan, para nada, el riesgo asumido. Hace unas semanas, Baupost Group que es un conocido 'hedge fund' especialista en este sector, decidió devolver dinero a los partícipes bajo la excusa de no poder acometer inversiones pues no veía oportunidad alguna.
Al final, parece que la exuberancia de precios alcanza a todos los activos y es común en todos los niveles. Y visto lo visto, parece prudente analizar más de dos veces todas las ofertas de inversión que le ofrezcan. Mientras los gestores especializados se retiran, usted entra en fondos 'high yield' pues parece ser la única opción potable para el inversor. Pero no debería olvidar que el riesgo sigue existiendo, que la volatilidad de las acciones no puede ser igual que la de los bonos y que un activo de alto rendimiento, pese a que le den ese nombre para despistarle, no deja de ser un bono basura cuya definición es la de ser todo material y producto no deseado, considerado como desecho y que se necesita eliminar pues carece de valor económico.
Esto no va a terminar bien. En primer lugar, le cambiaron el nombre de bonos basura por bonos de alto rendimiento. Así suena mejor y usted los compra con más alegría buscando eso, el mayor rendimiento posible que un título de renta fija parece puede ofrecer. A día de hoy resulta que el inversor final (retail) tiene en cartera más bonos 'high yield' de los que jamás ha tenido. Recordemos que un bono basura es un bono de baja calificación crediticia que puede ser emitido tanto por una empresa como por un Estado. Este tipo de activos incorporan un alto riesgo de impago, tanto de capital como de intereses y es, justo por este motivo, por lo que la rentabilidad que ofrecen (ofrecían) es más alta y su rating está por debajo de BBB (Baa en caso de Moody’s). Antes del cambio de denominación hecha por la industria para atraparle, de basura a 'high yield' o alto rendimiento, eran los inversores especializados los compradores típicos de este tipo de bonos. Este tipo de empresas son las que cuentan con alto endeudamiento, operan en sectores de mayor riesgo, presentan cuentas de resultados débiles y suelen necesitar de financiación adicional para poder continuar su actividad. El caso de Abengoa no le sonará lejano para ubicar a este tipo de bonos.