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Ahorrar para la pensión… y tener que invertirla en salud
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Javier Molina

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Ahorrar para la pensión… y tener que invertirla en salud

Justo cuando podríamos ponernos a disfrutar de nuestro tiempo y dinero estamos más expuestos a sufrir cualquier tipo de problema mental o físico

Foto: Pensiones. (EFE)
Pensiones. (EFE)

Mientras que aún no hemos digerido del todo que nos jubilaremos más tarde y con menos pensión (salvo que seamos capaces de ahorrar de forma privada), nos toca ahora descubrir que muchos llegaremos a esa edad de retiro con tan mala salud que, en vez de disfrutar de esos años de supuesto descanso y alegría, nos tocará librar la batalla por mantener un mínimo de bienestar hasta el fin de nuestros días, utilizando para ello una gran parte de nuestra pensión y recursos.

Consciente de que eso no suena muy bien, la realidad que muestran algunos informes realizados en Estados Unidos es irrefutable: a medida que la edad de jubilación se incrementa, la salud de los que van a retirarse se deteriora de forma cada vez más significativa. De ese modo y según ese estudio de la Universidad de Michigan, los trabajadores que se tengan que jubilar en 10 años lo harán en peores condiciones de salud que sus predecesores.

Partiendo de la idea de que la edad de jubilación está aumentando (de momento, hasta los 67 años) y que uno de cada tres americanos de entre 65 y 69 está aún trabajando (una parte, por no llegar a los recursos financieros necesarios), del lado de la salud se muestra cómo los trabajadores rondando los 50 años presentan un estado de salud mucho peor que el que tenían esos mismos hace 10 o 15 años.

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Se entiende por problemas de salud el no poder realizar de correcta forma actividades diarias básicas como caminar, aun dentro de un mismo domicilio, bañarse y vestirse uno mismo, comer de forma autónoma o meterse y levantarse de la cama. El porcentaje de norteamericanos con esas limitaciones alcanza casi el 13% de los que a la edad de 66 años ya tenían problemas a los 50. Este mismo dato era del 8,5% a la edad de 65 años. Además, también se destaca que llegada la edad de jubilación actual (66 años), un 25% de esos retirados lo hace con una salud precaria o muy justita.

Las habilidades cognitivas también se reducen con el paso del tiempo. Un 11% de los jubilados a los 66 años presenta algún tipo de demencia o caída de esas habilidades mentales que ya se inició a la edad de 58/60 años. Ese porcentaje era del 9,5% a la edad de 65 años.

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Curiosamente, un estudio del HRS muestra cómo la educación influye en la salud de los individuos. Una de cada cuatro personas que esperan a los 66 años para jubilarse con menos de 12 años de estudios tiene al menos una limitación de salud en su día a día desde los 50. Ese porcentaje cae hasta el 7% si resulta que se han cursado estudios superiores.

Entre las causas existentes para justificar el que se llegue cada vez en peor estado de salud a la edad de jubilación, el estudio muestra cómo son el abuso de drogas, el alcohol o la mala alimentación algunas de esas razones para la decadencia. Fíjese en el siguiente gráfico, donde se muestra el porcentaje de obesos en varios países. Tras Estados Unidos, tenemos el triste honor de ser los segundos de la lista con mayores tasas de obesidad. Y eso significa, entre otras cosas, llegar con muchos más problemas a la edad de jubilación.

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Y la falta de actividad es otra de las razones para incrementar el problema. Tenemos igualmente una de las mayores tasas de inactividad de los países analizados.

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Así las cosas, mientras que se nos va alejando la edad de jubilación, nos vamos cuidando menos y estamos más expuestos a sufrir cualquier tipo de problema mental o físico. Eso significa que, llegada la jubilación, y justo cuando podríamos ponernos a disfrutar de nuestro tiempo y dinero, si no lo remediamos, nos tocará invertir en tratamientos y especialistas médicos para aguantar lo máximo posible. Eso significará tener que destinar nuestra disminuida pensión a gastos médicos y, en consecuencia, tener menos renta disponible. La buena noticia es que aún estamos a tiempo de evitarlo o, en su defecto, de ahorrar más para cuando llegue el momento.

Mientras que aún no hemos digerido del todo que nos jubilaremos más tarde y con menos pensión (salvo que seamos capaces de ahorrar de forma privada), nos toca ahora descubrir que muchos llegaremos a esa edad de retiro con tan mala salud que, en vez de disfrutar de esos años de supuesto descanso y alegría, nos tocará librar la batalla por mantener un mínimo de bienestar hasta el fin de nuestros días, utilizando para ello una gran parte de nuestra pensión y recursos.