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El absurdo del boicot a productos catalanes y la bolsa
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Javier Molina

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El absurdo del boicot a productos catalanes y la bolsa

No haga boicot porque siguen siendo mercancías españolas y por que no debería meterse en la misma cesta de los radicales que no atienden a los problemas económicos y sociales

Foto: Casa Tarradellas, víctimas del boicot contra productos catalanes.
Casa Tarradellas, víctimas del boicot contra productos catalanes.

En el momento que deja de comprar un producto catalán, está dejando de comprar un producto español. En el momento en que se lo plantea siquiera, está impactando ya en la reputación de España y el daño que hace es irreparable. Para que lo entienda, proceder de esa forma es tirar piedras contra su propio tejado y carece de sentido alguno. Tanto económico como sentimental. Y sin pretenderlo, acaba siendo parte del problema cuando lo que se precisa es justo todo lo contrario.

Un 23% de los españoles situados fuera de Cataluña afirma estar procediendo de esa forma. Ha dejado de adquirir productos catalanes y otro 21% se lo está planteando. Todo ello según un estudio del Reputation Institute donde se ve como la reputación y la marca Cataluña se está desplomando en los últimos meses y donde es ese consumidor que ejerce el boicot, uno de los responsables. Una verdadera pena pues la recuperación económica iniciada hace unos años estaba devolviendo a España a los primeros puestos de los países con mayor reputación, logrando subir el año pasado hasta 4 puestos en ese ranking. En esa medición se toman desde factores económicos hasta percepciones emocionales como la calidad de vida, de sus instituciones y del grado de desarrollo.

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Los primeros perjudicados están siendo el sector consumo y el turístico. El inmobiliario y la venta de automóviles le siguen detrás mientras que los inversores, tanto nacionales como internacionales, han paralizado sus proyectos y muchos temen que, lo que se pierda ahora no regresará después. Los centros comerciales ven ya una caída del 20% en sus ventas, 1 de cada 2 comercios de Barcelona se están viendo ya afectados de una u otra forma con toda esta deriva, las reservas hoteleras van camino del 35% de descensos en el último mes, la venta de coches muestra una caída del 30% en el mes de octubre y la paralización de proyectos inmobiliarios alcanza cifras millonarias.

Más de 2500 empresas han salido de la comunidad autónoma y, tras ponerse en duda a Barcelona como sede de la Agencia Europea del Medicamento por las tensiones e inseguridad que se vive en Cataluña, es ahora el Mobile World Congress el que puede finalizar su presencia en la ciudad en 2018 si la situación no se revierte. Al final, perdidas millonarias que tendrán su claro y feroz impacto en el empleo y en los bolsillos de los catalanes. Y de los del resto de ciudadanos de España. Concretamente se restará del PIB entre 0,4 y 1,2 puntos en 2018 para el conjunto del país y de entre un 0,7 y 2,7% en el catalán en caso de prolongación de la crisis.

Un verdadero desastre al que los que ejecutan su particular boicot alimentan de forma absurda desde la inconsciencia. Si no tenemos un cambio radical tras el 21-D y la situación no cambia asistiremos al hundimiento de la moral del resto de empresarios catalanes y se entrará en un periodo de mayor incertidumbre con impacto en la economía que superarán las caídas del 1,2% y 2,7% en el PIB catalán y español. Esto a su vez repercutirá en el déficit y en un posible incumplimiento presupuestario y las primeras señales de alarma negativa sobre el rating de España son ya comunes a todas las calificadoras.

El impacto en bolsa, pese a ser aún muy leve con la que tenemos encima, se empieza a notar en términos de spread o diferencial con el resto de mercados. Si se fija en la evolución de ese diferencial del Ibex contra el Eurostoxx50, desde septiembre no ha hecho más que aumentar y mientras que el primero ha subido un 5%, nuestro índice ha caído un 2%. Si lo vemos contra el Dax y pese a que éste incluye los dividendos (el Ibex no), la diferencia es aún mayor.

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Al final, la radicalización que está viviendo la política catalana impacta en la economía. Y mientras que a esos parece no les importan las consecuencias inminentes que todo este desvarío puede tener, usted como consumidor no debiera de proceder a boicotear producto catalán alguno. En primer lugar, porque siguen siendo mercancías españolas y en segundo lugar, por no meterse en la misma cesta de los radicales que no atienden a los problemas económicos y sociales que toda esta crisis está provocando.

En el momento que deja de comprar un producto catalán, está dejando de comprar un producto español. En el momento en que se lo plantea siquiera, está impactando ya en la reputación de España y el daño que hace es irreparable. Para que lo entienda, proceder de esa forma es tirar piedras contra su propio tejado y carece de sentido alguno. Tanto económico como sentimental. Y sin pretenderlo, acaba siendo parte del problema cuando lo que se precisa es justo todo lo contrario.

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