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El absurdo de aspirar a una igualdad económica
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Javier Molina

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El absurdo de aspirar a una igualdad económica

Existiría una eficiencia entre trabajo y riqueza y hasta los impuestos serían menores y enfocados a un bien común claramente identificado y disfrutado por la población

Foto: Amancio Ortega, en un fotomontaje elaborado por Vanitatis.
Amancio Ortega, en un fotomontaje elaborado por Vanitatis.

En un mundo perfecto donde la distinta oferta y demanda de trabajo produjese un equilibrio absoluto, permitiendo que todos ganasen lo mismo, la existencia de ricos y pobres no sería un problema y el Estado no tendría que desarrollar políticas de distribución importantes. Existiría una eficiencia entre trabajo y riqueza y hasta los impuestos serían menores y enfocados a un bien común claramente identificado y disfrutado por la población.

Sin embargo, llega un momento en que ese equilibrio se rompe y la igualdad económica no es posible. Imaginemos a un emprendedor que crea un producto, que lo introduce en el mercado y que supone un avance sobre el resto y una mejora para todos. Al ser demandado por la sociedad y solo existir un ofertante, el equilibrio anterior se rompe y hace a ese emprendedor de la idea brillante más rico que el resto. Todo ello pese a que comprar o no el producto es totalmente voluntario, y sin entrar en cuál debiera ser el papel ahora del Estado respecto a los impuestos y la redistribución.

El hecho es que se produce una distorsión entre esa oferta y demanda que, con el paso del tiempo, lleva a la existencia de un crecimiento de la riqueza no uniforme y provoca que, poco a poco, las diferencias entre un porcentaje de la población y otra se vaya incrementando hasta llegar a los datos actuales.

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Si tomamos datos mundiales del número de millonarios en el mundo y su crecimiento, observamos como en los últimos años estos no han dejado de crecer y, actualmente, los estudios muestran como el 1% más rico del mundo cuenta con el 50% de toda la riqueza del globo.

A la hora de identificar a ese 1%, muchos economistas difieren de la procedencia de la fortuna. De un lado están los que afirman que el origen viene del desarrollo de negocios de éxito, como sería el caso de Amancio Ortega o de Bill Gates. De otro, tenemos a aquellos como la familia Rockefeller, cuya fortuna se ha forjado en el pasado y es fruto de esa acumulación en el tiempo.

Pero lo interesante viene ahora, pues, incluso entre los muy ricos, existen diferencias significativas respecto a cómo se distribuye ahí dentro la riqueza. Tomando datos de Estados Unidos, ese 1% tiene también su 1% y en los últimos 35 años terminando en 2015, el crecimiento del 0,01% ha sido mucho mayor que del restante 1%.

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Si tomamos la cuota de ingresos después de impuestos de ese 1% de los hogares norteamericanos (unos 1,6 millones) entre 1995 y 2015, esta se ha triplicado en ese periodo. Sin embargo, para el top 0,1%, aquella se ha cuadruplicado. Y, para el 0,01%, el mismo estudio de la Paris School of Economics muestra que el crecimiento ha sido del 423%. En ese mismo periodo, el crecimiento del resto de la población fue del 61%. Diferencias no menores.

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Si observamos la lista de los 10 más ricos del mundo podríamos poner en tela de juicio el título de este artículo, pues los datos muestran como la fortuna se ha hecho gracias al desarrollo empresarial que han llevado a cabo. Desde 1990, casi toda la riqueza que se ha producido en ese segmento del 1%, viene de algún tipo de negocio de innovación y del mundo financiero.

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El 'mix' que se ha producido entre globalización, desarrollo tecnológico y habilidades de esos individuos están tras las razones del éxito. Interesante mencionar como la necesidad de nuevo talento ha desplazado al alza los salarios. El siguiente gráfico muestra el sector origen de ese 1% y ese 0,01%.

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Por último, este año 2017 que termina muestra de igual forma que los ricos son cada vez más ricos y que la brecha que existe no deja de ampliarse. Tal vez es por eso que se teme tanto a lo que bitcoin representa.

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Así las cosas, en el actual sistema económico es muy complicado poder alcanzar un grado superior de riqueza. Si bien es cierto que en los países emergentes es donde se ha visto un crecimiento más significativo, vuelve a ser una parte muy reducida de la población la que accede a ese club de privilegiados.

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Interesante ver el índice anterior de Bloomberg sobre la riqueza así contemplada. De nuevo se pone de manifiesto, como indicaba al inicio, que saber estar en los sectores que realmente cambian el mundo, atreverse a innovar, a salir de la normal, es lo único que puede ayudar a mejorar el actual nivel de riqueza de cualquier persona. Igual no está mal plantearse ese desafío para el nuevo año que pronto se abre ante nosotros. Por aquello de tener algún propósito de futuro.

Buen año 2018 a todos.

En un mundo perfecto donde la distinta oferta y demanda de trabajo produjese un equilibrio absoluto, permitiendo que todos ganasen lo mismo, la existencia de ricos y pobres no sería un problema y el Estado no tendría que desarrollar políticas de distribución importantes. Existiría una eficiencia entre trabajo y riqueza y hasta los impuestos serían menores y enfocados a un bien común claramente identificado y disfrutado por la población.

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