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Javier Molina

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Invertir en bolsa no es una buena idea

Estos últimos años de bolsas alcistas, favorecidas por las políticas expansivas de los principales bancos centrales mundiales, ha quedado claro que no se puede ir contra

Foto: Jerome Powell, presidente de la Fed. (Reuters)
Jerome Powell, presidente de la Fed. (Reuters)

Estos últimos años de bolsas alcistas, favorecidas por las políticas expansivas de los principales bancos centrales mundiales, ha quedado claro que no se puede ir contra el mercado y que, tomando el caso de Estados Unidos como indicador principal, poco importan las valoraciones de los activos, los altos niveles de apalancamiento alcanzados o estar frente a uno de los ciclos de crecimiento económico más débiles de los últimos 50 años.

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Evolución del dólar con la libra

Bajo la idea de “no ir contra la Fed” y en base a lo sucedido hasta hoy, se ha vuelto a demostrar que cuando aquella lleva a cabo políticas monetarias expansivas, el inversor medio debería estar situado a su lado y nunca contra ella. De esta forma, los datos sugieren que generalmente un inversionista obtendrá mejores resultados estando totalmente invertido (dentro de su perfil de riesgo) cuando los tipos de interés bajan y se llevan a cabo planes de estímulos que inyectan liquidez en el sistema. En ese entorno, las empresas pueden refinanciar sus deudas a mejores tasas, acceder a esa financiación con mejores condiciones y destinarlo a políticas de crecimiento que generen mayor valor. Y esto debería termina por reflejarse en las cotizaciones bursátiles.

Sin embargo, cuando la Fed lleva a cabo una política monetaria restrictiva con alza de tipos y reducción de su balance, el objetivo final pasa por intentar evitar el sobrecalentamiento de la economía y lograr un cierto control de la inflación. Esta situación suele coincidir con un momento de cambio de tendencia del ciclo económico que puede implicar, además, la posibilidad de unas bolsas bajistas funcionado como indicador adelantado.

De esta forma y a modo de conclusión, un inversor racional nunca deberá ir contra las políticas monetarias que los bancos centrales lleven a cabo. Históricamente, ha funcionado muy bien ser más agresivo en momentos de inyección de liquidez y descenso de tipos y, de la misma forma, ser más conservador y eliminar el máximo riesgo en momentos de cambio de tendencia monetaria.

Si ahora añadimos que, por primera vez en mucho tiempo, empiezan a aparecer alternativas relativamente seguras que ofrecen rentabilidades interesantes, el panorama podría tomar otro sesgo. El inversor más conservador y tradicional amante de los depósitos a plazo, al que la industria ha trasladado a mayor riesgo sin estar realmente preparado, empieza a ver como los depósitos a 12 meses en Estados Unidos ya pagan el 2,2% (Marcus by Goldman). Y pese a que, en términos reales eso supone rentabilidad muy baja, lo que realmente importa es el cambio de tendencia y lo que antes comentábamos de nunca ir contra la Fed.

Para empezar, el Treasury a 3 meses ya cotiza por encima de la rentabilidad por dividendo del S&P500, porcentajes no vistos desde los momentos previos al colapso de Lehman, Fannie Mae y Bear Stearns. Un tipo cercano al 2%, por primera vez en los 10 últimos años, el cash empieza a suponer una alternativa como asset class para los inversores más conservadores.

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Bonos US a 3 meses

Esto puede levantar el apetito por esos activos más seguros en un momento donde, desde la propia Fed, se ha indicado que el objetivo para los Fed Funds en 2018 está sobre el 2,55-2,50% y para 2019, en el entorno del 3,00%-3,25%. Al mismo tiempo, existe una intención clara de volver a cierta normalidad en lo que al balance se refiere. Desde septiembre de 2017 y hasta abril de este año, la reducción ha sido aún mínima pues gira sobre los 120 mil millones de dólares. Pero para lo que queda de año, el objetivo manifestado es de unos 330 mil millones de dólares, cifra que ya va tomando otro color.

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Activos de los bancos

Si la Fed se mantiene en esta idea y tiempos, con respecto al alza de tipos y a la reducción del nivel de activos en balance, nos podríamos encontrar con tipos nominales aún mayores a los actuales para el bono a 10 años. Si tomamos la tasa de crecimiento real compuesta del 2,2% para esa economía y una tasa esperada de inflación del 2,18% obtenemos un 4,38%. Entonces, si la rentabilidad de los TIPs a 10 años se ajustara al crecimiento económico esperado, el tipo nominal del 10 años debería estar por encima del 4%. Todo ello bajo la idea de asumir esa vuelta a la normalidad de la política monetaria.

Así las cosas, parece lo más lógico esperar un mayor fortalecimiento del dólar, un ascenso de los tipos a largo más allá de los niveles actuales y una reducción de balance según lo previsto. Y todo esto mientras que el resto de bancos centrales como el europeo o el japonés, continúan en un proceso monetario donde aún no han dado la vuelta sus programas expansivos. En este contexto y siendo fieles a la idea de que no hay que ir contra la Fed, mucho me temo que los precios de los índices a finales de 2018 estarán muy por debajo de los actuales y tomar posiciones hoy, por pura coherencia, puede no ser una buena idea.

Estos últimos años de bolsas alcistas, favorecidas por las políticas expansivas de los principales bancos centrales mundiales, ha quedado claro que no se puede ir contra el mercado y que, tomando el caso de Estados Unidos como indicador principal, poco importan las valoraciones de los activos, los altos niveles de apalancamiento alcanzados o estar frente a uno de los ciclos de crecimiento económico más débiles de los últimos 50 años.

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