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¿Serán nuestros hijos más pobres que nosotros?
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Javier Molina

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¿Serán nuestros hijos más pobres que nosotros?

Mucho se ha escrito sobre las nuevas generaciones y sobre sus habitos de consumo e inversión. En concreto, son los millennials los que más atención reciben ahora

Foto: Imagen de archivo de un padre con su hijo (CC/Pixabay)
Imagen de archivo de un padre con su hijo (CC/Pixabay)

Mucho se ha escrito sobre las nuevas generaciones y sobre sus habitos de consumo e inversión. En concreto, son los millennials los que más atención reciben ahora, pues es el momento en que se van incorporando al mercado en todos sus aspectos y, lógicamente, eso tiene su impacto. Han empezado a comprar sus primeros vehículos, son totalmente digitales y su forma de afrontar la inversión es distinta a la que tuvieron las generaciones anteriores. Si tomamos el caso de Estados Unidos, donde los informes y estudios adquieren mayor seriedad y relevancia, vemos comportamientos ciertamente contraditorios. De un lado se ha demostrado que como grupo, tienen menores ahorros disponibles que sus padres, mayores deudas por educación, mayor deuda en sus tarjetas bancarias y acceden más tarde a una vivienda dado ese endeudamiento contraído. Sin embargo, desde otros ámbitos y fuentes, se destaca que algunos de estos millennials han empezado planes de jubilación en este mismo entorno y que lo que realmente sucede es que esperan mas tiempo que sus padres, para comprarse una casa.

En ese contexto, la Reserva Federal de St. Louis ha querido desarrollar un estudio propio para ver si es posible llegar a algún tipo de consenso con respeco al estado de las finanzas de los millennials. Bajo el titular ¿una generación perdida?, el ensayo explora la conexión entre el año de nacimiento de una persona y su situación financiera. Para ello examina el impacto que la crisis financiera de 2008 tiene sobre la riqueza de las familias jóvenes y lo hace en base a datos de casi 48.000 personas.

Pese a que el estudio no hace la clásica separación por edad de las distintas generaciones, los resultados si responden a los grupos así establecidos y que podemos ver en esta tabla del PEW.

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Millenials

La primera de las conclusiones que se extraen resultan claras pues, comparando la riqueza de las familias entre 2007 y en 2016, se llega al resultado de que tanto los ingresos como la riqueza son menores en este último ejercicio analizado, todo ello a pesar de la fuerte recuperación de los mercados financieros y del casi pleno empleo alcanzado en el país. La pérdida de riqueza impacta en todas las generaciones pero aquellas que están previas a la edad de jubilación, son las que más han sufrido y más lentamente se recuperan. A nivel de los ingresos, mientras que el impacto entre los mayores de 62 no se ha dado (de facto ha crecido), en el caso de los millenials es donde vemos el mayor impacto.

Gráfico de cambio medio de los ingresos respecto a 2007.

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Edades

En base a regresiones múltiples (que se puede ver en el anexo 2 del referido informe), se referencian riqueza neta y el ratio deuda/ingresos (variables continuas), para estimar la tendencia y valores de lo que serían la riqueza de las familias. Una vez establecidos esas especies de benchmarks, la realidad demuestra que son justamente los millennials los que mayor desviación negativa sufren y, por tanto, los que ven empeorada su situación económica.

Gráfico con la desviación de la riqueza media respecto al benchmark

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Distribución riqueza

Si ahora observamos los cambios a largo plazo de los niveles de riqueza de las edades entre 25 y 75 años, se observa claramente como la generación de los “Boomers” y “Silent” en 2016 son más ricos que en 1989. Sin embargo y tomando el punto de inflexión cerca de los 60 años, el resto de generaciones han perdido claramente riqueza y, en el caso de los más jóvenes, esa diferencia es aún mayor. La crisis de 2008 provoca que la diferencia entre grupos de edad, se amplie de forma sensible hasta hoy día.

Gráfico con las variaciones de riqueza contra edad desde 1989.

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Variaciones riqueza

Así las cosas y a la vista de este informe, los datos indican que efectivamente nuestros hijos serán más pobres que nosotros. Si bien es cierto que por edad y educación (son los mejor formados de toda la história), éstos deberían tener más opciones, la realidad muestra que la desviación que se produce es ciertamente importante como para cerrarse en un periodo breve de tiempo. Si además lo encuadramos tras 9 años de recuperación económica, donde las bolsas están cerca de máximos históricos y donde la mayoría de activos han generado rentabilidades positivas, el tema se complica pues este momentum no será eterno. El alto nivel de endeudamiento (incluido el de educación), los mayores niveles de gasto sanitario que deben asumir o la necesidad de planificación financiera de futuro entre otros, coloca a los millennials en una situación ciertamente compleja. Y mientras que en otro informe de la FED se arrojan datos más optimistas, que el 41% de la población adulta en Estados Unidos no pueda afrontar un gasto de 400 dólares por imprevistos con recursos propios (liquidez), no genera señal positiva alguna.

Intuyo que en el caso español las cosas no pintan mucho mejor, y se necesitarán grandes cambios estructurales para poder revertir los datos que indican que, por primera vez en muchos años, nuestros hijos podrían vivir peor que nosotros.

Mucho se ha escrito sobre las nuevas generaciones y sobre sus habitos de consumo e inversión. En concreto, son los millennials los que más atención reciben ahora, pues es el momento en que se van incorporando al mercado en todos sus aspectos y, lógicamente, eso tiene su impacto. Han empezado a comprar sus primeros vehículos, son totalmente digitales y su forma de afrontar la inversión es distinta a la que tuvieron las generaciones anteriores. Si tomamos el caso de Estados Unidos, donde los informes y estudios adquieren mayor seriedad y relevancia, vemos comportamientos ciertamente contraditorios. De un lado se ha demostrado que como grupo, tienen menores ahorros disponibles que sus padres, mayores deudas por educación, mayor deuda en sus tarjetas bancarias y acceden más tarde a una vivienda dado ese endeudamiento contraído. Sin embargo, desde otros ámbitos y fuentes, se destaca que algunos de estos millennials han empezado planes de jubilación en este mismo entorno y que lo que realmente sucede es que esperan mas tiempo que sus padres, para comprarse una casa.

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