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Traficando con los yonquis del móvil
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Javier Molina

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Traficando con los yonquis del móvil

Mientras va leyendo estas líneas, probablemente experimentará el impulso de tener que chequear su móvil. No espera nada urgente en este tiempo, pero la necesidad creada

Foto: Redes sociales. (Efe)
Redes sociales. (Efe)

Mientras va leyendo estas líneas, probablemente experimentará el impulso de tener que chequear su móvil. No espera nada urgente en este tiempo, pero la necesidad creada le llevará a proceder de esa forma. Facebook, el ultimo tweet, el mail, la nueva foto subida a Instagram o las recientes noticias le atraen con tanta fuerza que, hasta cuando despierta cada mañana, tiene que dedicarle sus primeros minutos del día a ellos. Luego, cuando sale a comer y tras esquivar a esos nuevos zombis que pegados a su dispositivo surcan las calles ajenos a todo los que les rodea, termina siendo parte de esa mayoría que, sentado a la mesa, no deja de mirar su móvil. Al llegar a casa y tras una dura jornada donde lleva unas 85 visualizaciones del teléfono, su hijo tiene que llamarle la atención para que le haga caso y deje por un instante el artilugio. Algunos, con la excusa de tener una fuente de luz con la que poder guiarse en su excursión nocturna al retrete, hasta terminan durmiendo pegados a él.

En total, usted toca de media unas 2.617 veces la pantalla de su dispositivo inteligente al día. 145 minutos invertidos en desplazarse, cambiar de pantalla o teclear sobre la pantalla. Si pertenece al top 10 de los más enganchados, esas cifras quedan en 5.427 toques diarios y 225 minutos dedicados de media. Todo ello según un estudio realizado en Estados Unidos que toma una base de 100.000 participantes analizando las 24 horas del día, durante 5 jornadas. El maratón que hacen nuestros dedos es brutal y, a tenor de la siguiente gráfica, pareciera que nunca descansan. Ni para dormir.

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Touches

Si lo vemos desde otra perspectiva y bajo otro informe más actualizado, resulta que son 85 las veces que se comprueba el teléfono de media diaria. Es decir, no pasan más de 10 minutos sin que miremos el dispositivo, siendo esas métricas de 4 minutos si tomamos al 20% más activo. El 31% siente ansiedad cuando está sin poder acceder a su móvil y el 60% manifiesta alcanzar un cierto estrés en esas situaciones. Un 33% de los encuestados admiten que prefieren estar una semana sin tener relaciones íntimas, antes que pasar un día sin móvil.

Si nos centramos en nuestro país, resulta que el 94,6% de los hogares cuentan ya con un teléfono móvil (ver gráfico), lo que nos supone estar liderando el ranking mundial en grado de penetración. Con lo que, pese a que no he dado con un estudio de dimensión y fiabilidad similar al de los norteamericanos, no es difícil intuir que los datos aquí serán aún mayores.

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En móvil

De otro lado, hay previsiones que indican que el 65% de la población en 2019 utilizarán “Chatbots”, un software de mensajería que modificará la comunicación tal y como la conocemos hoy. En un afán de las empresas por mejorar la experiencia de usuario y la atención las 24 horas los 7 días de la semana, terminaremos hablando con una máquina que simulará ser un operador o persona real. Pedir la comida a domicilio, reservar un taxi o consultar el saldo de nuestra cuenta pueden ya, en muchos casos, hacerse sin entrar en aplicación alguna y desde Messenger. Es decir, más enganche al móvil.

Todo esto genera tal información que, de una forma u otra, se termina conociendo y traficando con nuestros hábitos, debilidades y gustos. De media y para cada minuto de 2018 utilizando información de Domo, se han realizado 3,8 millones de búsquedas en Google, se reciben en Reddit 1.944 nuevos comentarios, Amazon envía 1.111 paquetes, los usuarios visualizan más de 4,3 millones de videos en Youtube, se envían 473.000 tweets, se suben a Instagram unas 49.300 fotos o, entre otros, se escuchan en streaming 750.000 canciones en Spotify. En 2020 y para cada habitante de la tierra, se estima que se crearán 1,7MB de datos cada segundo.

Así las cosas y a la vista de todo lo comentado, si analizamos el comportamiento en bolsa de algunos de los beneficiados de esta explosión de usuarios y datos, 10.000 USD invertidos en Netflix en 2013 serían ahora 265.000, y esa misma cantidad destinada a Facebook o Amazon tendrían un valor de mercado cercano a los 72.000 USD, mostrando claramente la valoración que el mercado hace de esa data.

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Carteras

En 2012, la población global con acceso a internet era de 2.500 millones de personas. En 2017 se alcanzaron los 3.800 millones, lo que supone una penetración del 47%. En este entorno, la habilidad de tomar decisiones en base a la generación de data es crucial para cualquier negocio. Y teniendo en cuenta que, gracias a usted que interactúa unas 85 veces con su dispositivo móvil al día, solo con que aprovechen el 10% de lo que dice con cada clic, “like” o “share”, está creando una información valiosa de forma gratuita. Y mucho me temo que, pese a la nueva legislación que se va aplicando, el modelo de negocio así construido seguirá creciendo pues, pese a que lo sabe, usted no dejará de utilizar su teléfono móvil.

Mientras va leyendo estas líneas, probablemente experimentará el impulso de tener que chequear su móvil. No espera nada urgente en este tiempo, pero la necesidad creada le llevará a proceder de esa forma. Facebook, el ultimo tweet, el mail, la nueva foto subida a Instagram o las recientes noticias le atraen con tanta fuerza que, hasta cuando despierta cada mañana, tiene que dedicarle sus primeros minutos del día a ellos. Luego, cuando sale a comer y tras esquivar a esos nuevos zombis que pegados a su dispositivo surcan las calles ajenos a todo los que les rodea, termina siendo parte de esa mayoría que, sentado a la mesa, no deja de mirar su móvil. Al llegar a casa y tras una dura jornada donde lleva unas 85 visualizaciones del teléfono, su hijo tiene que llamarle la atención para que le haga caso y deje por un instante el artilugio. Algunos, con la excusa de tener una fuente de luz con la que poder guiarse en su excursión nocturna al retrete, hasta terminan durmiendo pegados a él.

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