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Previsiones para las bolsas en 2019
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Javier Molina

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Previsiones para las bolsas en 2019

Veremos si en este nuevo año que empieza que recién iniciamos, el consenso de mercado vuelve a depararnos las mismas divergencias que en el pasado

Foto: Vista de la Puerta del Sol de Madrid, durante el tradicional encendido de luces de Navidad. (EFE)
Vista de la Puerta del Sol de Madrid, durante el tradicional encendido de luces de Navidad. (EFE)

No hay ejercicio bursátil que se precie, que no vaya unido a las previsiones de los grandes bancos de inversión, con respecto a dónde finalizarán el año los principales índices mundiales. Basta con leer cualquier diario económico, escuchar las tertulias financieras o consultar con su asesor para, de una forma u otra, terminar con una estimación teóricamente bien fundamentada sobre el pronóstico para los próximos doce meses. Si bien estas predicciones suelen sufrir ajustes en función de los acontecimientos durante el ejercicio bursátil, éstas son ampliamente esparcidas entre los participantes del mercado que, de otro lado, suponen una referencia casi divina a la que aferrarse en su afán por ganar dinero.

Sin embargo, estas recomendaciones de analistas, auspicios de Wall Street o incluso los famosos ratings de MorningStar, deberían ser evitadas y no tomadas en consideración a la hora de invertir. Del mismo modo que seleccionar un fondo de inversión de cinco estrellas no significa acceso a rentabilidad futura alguna, el abrir una posición en base al objetivo del analista de turno, suele no reportar muchos beneficios pese a que, año tras año, se repita la historia.

El año pasado, las 32 firmas principales financieras de Estados Unidos presentes en el S&P500, obtuvieron un beneficio superior al billón de dólares, demostrando que el negocio del “brokerage” y todo el negocio generado alrededor de los mercados (desde las comisiones por negociar acciones o ETFs, hasta las comisiones de fondos de inversión, salidas a bolsa, fusiones, adquisiciones, etc.) es enorme y debe ser autoalimentado año tras año. Es en ese momento cuando los conflictos de interés aparecen y resulta que, pese a lo que inicialmente puede pensarse, Wall Street no invierte con usted, sino que más bien le utiliza para generar esos resultados. De este modo, si una firma le quiere colocar un bono, una oferta pública o desea potenciar una fusión, el colocar entre sus recomendaciones un “vender” a una compañía determinada, no parecería la mejor forma de potenciar su negocio. Analizadas las recomendaciones sobre 4625 acciones en Estados Unidos de un año atrás, resulta que 3677 presentaban un “comprar” y solo un 124 se habían colocado en “vender”. Aquellas que contaban con un “mantener” no llegaban al 18% del total. Así mismo, factores como el que la compensación de los directivos dependa en muchos casos, del desempeño del precio de la acción, no ayuda a tener una mayor objetividad pues esos ejecutivos pueden cambiar de proveedor de servicios a alguien más “amigable”. Un artículo de Michael Lebowitz ampliaba estos puntos.

De esta forma y de manera sistemática, nos encontramos con previsiones que siempre son más optimistas de lo que marca la realidad después. Si analizamos ahora las previsiones de los beneficios operativos por acción y usando los informes de Yardeni.com, observamos esta realidad mantenida en el tiempo. En los últimos 25 años, mientras que los analistas preveían un crecimiento de los beneficios empresariales de entre el 10% y 12%, la realidad ha mostrado una cifra del 6%. Para 2018, mientras que la media del consenso marcaba un objetivo de precios para el S&P500 en los 2850, al final se terminó un 6,20% por debajo de dicho nivel.

Si observamos ahora las previsiones para 2019, lo primero que llama la atención es ver como aquellos sectores más castigados en 2018 son ahora los más recomendados. El siguiente gráfico marca para el S&P500, las variaciones anuales finales de este año pasado por sectores.

Organizadas por mayor consenso de “comprar”, usando al menos 5 analistas, con porcentajes por encima del 75% y de cara a la evolución en los próximos 12 meses, estas deberían ser las compañías supuestamente ganadoras dentro del S&P500. Así mismo y según datos de FactSet.com, no hay ni una sola compañía con una opinión mayoritaria de “vender”. En la última columna de la derecha, observamos la rentabilidad de 2018 y en la anterior el potencial de alza que se les marca.

Si vamos al Dow Jones, compañías como Visa reciben un 93% de consenso de compra y un objetivo alcista del 24%, en línea con lo previsto para Microsoft, Cisco, JP Morgan entre otras. Puede observar en este artículo reciente las previsiones y los cuadros anteriores ampliados. Si ahora pasamos a ver el consenso sobre dónde terminará el S&P500 el ejercicio de 2019, estos son los pronósticos de algunos de los jugadores principales de la industria. Morgan Stanley se coloca como el “menos” optimista con un objetivo de precios que no varía sobre el de este año pasado en los 2750 puntos. Credit Suisse acaba de ajustar su objetivo de precios de los 3350 puntos hasta los 2925 al abrigo de los últimos acontecimientos en las bolsas.

A la vista de estos datos, resulta curioso este ambiente optimista en medio de datos de crecimiento mundiales en clara desaceleración, ajustes a la baja de los resultados empresariales esperados, cuestiones geopoliticas no resueltas, niveles de deuda extremadamente peligrosos y una reserva federal en modo restrictivo. Parece que la tendencia en este sentido, sigue intacta.

Para nuestro Ibex-35, lo cierto es que no tenemos una industria de previsión comparable a la norteamericana y los analisis al respecto no son tan explicitos. Bankinter publicaba en su informe para 2019-2020 un objetivo en los 9181 puntos, bajando desde los 10712 que sacaron en octubre o los 11781 de junio. El mes pasado, Mirabaud le daba un potencial del 25% al Ibex-35, fijando los 11300 puntos como posible objetivo alcista.

En este contexto y tras mis ultimas tribunas sobre mercados, no han sido pocos los lectores que me preguntaban cuál era entonces la idea del mercado que tenía. Y la verdad es que simplemente, no lo se. No se puede predecir el futuro y el mercado es suficientemente complejo como para aventurarse a sacar conclusión alguna al respecto. En septiembre decía que estar en liquidez parecía ser lo mas sensato, y explicaba la semana pasada cuales eran los riesgos y oportunidades que ofrecían los mercados. En ese sentido, debe ser el inversor el que tome sus decisiones de inversión, el que haga sus propios análisis, el que establezca una estrategia para entrar y salir de bolsa, el que seleccione el riesgo que quiere asumir y los objetivos que persigue cuando invierte sus ahorros y no debería, en ningún caso, esperar que otros hicieran los deberes por él. Acudir al mercado sin esas herramientas supone enfrentarse a pérdidas seguras. Y solo entendiendo la dinámica de las bolsas adaptandose a la realidad y no tratando de adivinarla es, bajo mi punto de vista, la unica forma de afrontar todo proceso de asignación de recursos. Veremos si en este 2019 que recién iniciamos, el consenso de mercado vuelve a depararnos las mismas divergencias que en el pasado. Feliz año a todos.

No hay ejercicio bursátil que se precie, que no vaya unido a las previsiones de los grandes bancos de inversión, con respecto a dónde finalizarán el año los principales índices mundiales. Basta con leer cualquier diario económico, escuchar las tertulias financieras o consultar con su asesor para, de una forma u otra, terminar con una estimación teóricamente bien fundamentada sobre el pronóstico para los próximos doce meses. Si bien estas predicciones suelen sufrir ajustes en función de los acontecimientos durante el ejercicio bursátil, éstas son ampliamente esparcidas entre los participantes del mercado que, de otro lado, suponen una referencia casi divina a la que aferrarse en su afán por ganar dinero.

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