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¿Estamos ante el final del sistema bancario?
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Javier Molina

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¿Estamos ante el final del sistema bancario?

Tras la irrupción de bitcoin y las 'fintech' financieras, la puntilla a los bancos llega ahora de la mano de Facebook, que cuenta con recursos y tecnología suficientes para proveer de servicios financieros

Foto: Facebook anuncia su criptomoneda libra para usar en WhatsApp y Messenger.
Facebook anuncia su criptomoneda libra para usar en WhatsApp y Messenger.

¿Qué sucede cuando un gigante tecnológico decide ampliar su negocio, cumpliendo con la regulación existente, y entra en el sistema financiero? ¿Y si varios miles de millones de personas, que hasta ahora no podían (y los que también), tienen ahora acceso a productos financieros útiles y asequibles? ¿Y si ese gigante tiene, además, capacidad económica suficiente para desarrollar hasta el final su proyecto? ¿Y si el equipo de trabajo que tiene detrás el proyecto es de los más potentes que se han visto en mucho tiempo?

Le dejo al lector que responda a esas preguntas. Pero muy corto me quedé cuando analizaba las implicaciones que libra, la nueva criptomoneda que Facebook pondrá en marcha el año que viene, podría suponer para los medios de pago, bitcoin o el ecosistema que gracias a Blockchain se está creando. No solo se trata de que ahora controlen hasta lo que hacemos con nuestro dinero, sino de algo mucho mayor que pasa por quién controlará y emitirá ese dinero en el futuro. Y hay francas posibilidades de que puedan no ser ni los bancos centrales ni los comerciales. Tras la irrupción de bitcoin y las 'fintech' financieras, la puntilla a los bancos llega ahora de la mano de Facebook, que cuenta con recursos y tecnología suficientes para proveer de servicios financieros, sistema de pagos de momento, a sus miles de millones de usuarios.

Foto: El logo de Facebook. (Reuters) Opinión

Los entusiastas del bitcoin (BTC) hablan de la descentralización del dinero que se podría conseguir, en su afán democratizador, gracias al poder computacional algorítmico que lo crea y ordena, junto a la adopción social. Es un nuevo modelo económico que no depende de bancos o gobiernos. Si todos acordamos que aquello tiene valor, como puede suceder en el caso del oro, no precisamos de una entidad intermedia. Y un marco no censurable ni controlable como es el de internet, esto se podría lograr de forma masiva.

Sin embargo, y como estamos viendo, este entorno de supuesta descentralización está favoreciendo la mayor centralización de la historia. Amazon, Google o Facebook son los claros ejemplos al concentrar, gracias a sus redes de usuarios, el poder en los distintos campos que representan. Y la tecnología es dinero. Y si Facebook puede terminar creándolo, bien podría ser el final del sistema bancario tal y como lo conocemos hoy en día. En este sentido, no resulta extraño que el ministro de Finanzas francés expresara su alarma ante el anuncio de la criptomoneda, o que se llamara a la “congelación” del proyecto por parte de legisladores norteamericanos a las pocas horas del comunicado y publicación de la hoja de ruta de libra.

Esta criptomoneda, que pretende ser una moneda digital estable, evita la volatilidad que tiene por ejemplo bitcoin, al estar colaterizada por una cesta de divisas Fiat en forma de depósitos y deuda de corto plazo. Utilizada en los distintos servicios de Facebook, como WhatsApp o Messenger, se configura inicialmente como un medio de pago entre sus usuarios a coste mínimo o nulo. La compañía, que ya es entidad de dinero electrónico, abre de ese modo un frente de infinitas posibilidades dentro, siempre, de la legalidad vigente.

Foto: (iStock) Opinión

WhatsApp, por ejemplo, tiene más de 1.500 millones de usuarios activos en 180 países. La mitad de esos usuarios comprueba la aplicación más de 20 veces al día y un 58% de los mismos accede a la misma varias veces en ese tiempo. Es una de las tres aplicaciones que más se bajan en Android en todo el mundo, y son más de tres millones de compañías las que usan el servicio Business existente. Del total de usuarios de Facebook, unos 2.300 millones, el 96% utiliza su móvil como dispositivo de entrada.

Con esos datos, si Facebook consigue que libra sea la “divisa de internet” y se inicia un uso masivo de la misma, aquella podrá más estable que el dólar o el euro y se desplazaría a esas (y todas) las divisas nacionales. Pagaríamos todos los productos 'online' en libras primero, los productos en comercios físicos después (Visa y Mastercard están en el consorcio, curiosamente) y la criptomoneda, en un futuro no tan lejano, se podría utilizar en más sitios y con mayor facilidad.

La reserva (nombre no escogido de forma casual), que es la transformación del viejo dinero Fiat en dinero nuevo digital, es la base de la criptomoneda. Es decir, no se crea (en un principio) dinero de la nada y es el respaldo de la libra. Sin embargo, y en un supuesto entorno de adopción masiva como el que planteaba, una vez aceptada por todos y en un mundo donde todo se pudiese pagar en libras, si nuestro sueldo fuera abonado en esa criptomoneda y hasta los impuestos se pudieran pagar en libras (el estado de Ohio aceptó que las empresas pudieran pagar sus tasas en bitcoins), ¿a quién le importará con lo que se respalde la libra?

Así las cosas y siendo conscientes de que, a día de hoy, el camino iniciado en medios de pago regulados por Facebook es solo el principio, la alta capacidad tecnológica y económica de la asociación libra y la gran capacidad de adopción que esa red tiene generan el caldo de cultivo para alcanzar una emisión de moneda a gran escala (inicialmente colaterizada) que revolucione, desde principio a fin, el sistema financiero tal y como lo conocemos hoy. Y, como apuntaba Matt Levine el otro día, si alguien es capaz de desplazar a las mayores monedas nacionales, ¿por qué no podría terminar por ser quien regulase el sistema financiero? Si en unos años nos encontramos transando en libras, mucho me temo que esta utopía planteada pueda ser una realidad.

¿Qué sucede cuando un gigante tecnológico decide ampliar su negocio, cumpliendo con la regulación existente, y entra en el sistema financiero? ¿Y si varios miles de millones de personas, que hasta ahora no podían (y los que también), tienen ahora acceso a productos financieros útiles y asequibles? ¿Y si ese gigante tiene, además, capacidad económica suficiente para desarrollar hasta el final su proyecto? ¿Y si el equipo de trabajo que tiene detrás el proyecto es de los más potentes que se han visto en mucho tiempo?

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