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La bolsa y el final del ciclo económico: claves para no perderse
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Javier Molina

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La bolsa y el final del ciclo económico: claves para no perderse

En la actualidad, nos vemos sometidos a un bombardeo constante de datos económicos de distinta índole que complican las decisiones del inversor medio

Foto: Brújula. (EFE)
Brújula. (EFE)

La sociedad de la información actual en que vivimos se caracteriza por ofrecer acceso a datos y noticias en tiempo casi real. Y, gracias a las redes sociales, estas se hacen omnipresentes. Esta situación y desde el punto de vista inversor, supone un gran cambio con respecto a lo que teníamos hace pocos años y, en teoría, debería servir para tomar mejores y más productivas decisiones de inversión. Sin embargo, esto hace que en la actualidad nos veamos sometidos a un bombardeo constante de datos económicos de distinta índole, guerra comercial con incierto impacto sobre las posibilidades de una recesión, programas de expansión monetaria varios (incluyendo tipos muy negativos) y sucesión de hechos geopolíticos diversos que hacen que, de un lado, tengamos a los bajistas preparados para la explosión de la “burbuja de toda clase de activos” y, de otro, a los alcistas pregonando que toda esta información ya está descontada en las cotizaciones actuales y solo queda seguir subiendo.

Esta diferente interpretación que se hace de tanta información disponible termina por complicar, no obstante, al inversor medio. Mientras que la discusión parece centrada en adivinar si la inversión de la curva de tipos USA indica recesión a la vista, desatando opiniones del tipo que afirman que nunca antes se produjo recesión alguna cuando todos la estaban esperando, parece quedar en segundo término la evolución de los tipos a 10 y 30 años en aquella economía.

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Al mismo tiempo, deberían ser peor interpretadas las noticias que vienen de China y Europa. Alemania puede haber entrado en un momento económico complicado, dada la contracción del segundo trimestre, el estado del sector financiero y el de automoción, los tipos negativos o la contracción del consumo interno. China, por su parte, está sufriendo los efectos de la guerra comercial y el crecimiento se está desacelerando de forma muy significativa, y con respecto a su divisa, una caída del yuan sería muy negativa desde el punto de vista del riesgo.

En este contexto de incertidumbre, donde, por cierto, el S&P 500 con dividendos se encuentra a menos de un 5% de los máximos históricos, el DAX a poco más de un 10% y hasta el Ibex 35 queda solo a un 11% de aquellas cotas máximas (con dividendos), una de las claves para saber situarnos en mercado la da la siempre comentada volatilidad. Si tomamos el VIX norteamericano, en este ejercicio se han producido más sesiones de bolsa con movimientos superiores al 1% (arriba o abajo) que en todo el año anterior. El índice ha superado estos días el nivel de los 20 puntos y se coloca en máximos anuales. La tendencia, aunque de forma aún muy discreta (y conscientes de los bajos niveles históricos en los que nos encontramos), viene siendo alcista desde el año pasado, y eso, lo interpretemos como lo interpretemos, es una señal de mayor riesgo para las bolsas.

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Si observamos el mismo parámetro de volatilidad implícita para los bonos a 10 y 30 años, esta ha tomado igual camino alcista. Si los tipos de 10 años pierden el 1,5% de rentabilidad, el 'trading' sistemático (manejado por algoritmos de todo tipo) activará las ventas masivas. Y eso no es una señal alcista para las bolsas. Otros activos, como las materias primas, oro y plata incluidos, han tomado la misma dirección positiva.

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Otra clave interesante que hay que analizar pasa por el volumen negociado. Mientras que en las sesiones bajistas el volumen se dispara (S&P 500), las alcistas se dan con muy poca negociación. En este caso, se observa cómo una gran parte de ese volumen se concentra en el mercado de futuros previo a la apertura, siendo el flujo neto en este último mes negativo.

Si observamos el Russell 2000, el índice se sitúa a un 15% de los máximos de otoño pasado, en línea con la caída de ciertos indicadores técnicos como el 'momentum' y el número de acciones que siguen subiendo. Con respecto a estas últimas, medidas por una ratio de comparación entre el número de acciones alcistas y bajistas, hace ya más de un año que vienen en tendencia negativa.

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Así las cosas, los periodos de transición entre bajas y altas volatilidades han sido históricamente complicados. Existe un problema de baja liquidez y alta exposición de muchos inversores a un mismo lado de la balanza (desde la causada por la gestión pasiva hasta posiciones cortas en volatilidad) que, en caso de problemas, terminará por generar tensiones de complicada resolución. Estar, posiblemente, muy cerca del final del ciclo económico no ayuda para nada, y con toda la información disponible, equivocarse al unísono es aún más fácil que antaño y, también, más doloroso.

La sociedad de la información actual en que vivimos se caracteriza por ofrecer acceso a datos y noticias en tiempo casi real. Y, gracias a las redes sociales, estas se hacen omnipresentes. Esta situación y desde el punto de vista inversor, supone un gran cambio con respecto a lo que teníamos hace pocos años y, en teoría, debería servir para tomar mejores y más productivas decisiones de inversión. Sin embargo, esto hace que en la actualidad nos veamos sometidos a un bombardeo constante de datos económicos de distinta índole, guerra comercial con incierto impacto sobre las posibilidades de una recesión, programas de expansión monetaria varios (incluyendo tipos muy negativos) y sucesión de hechos geopolíticos diversos que hacen que, de un lado, tengamos a los bajistas preparados para la explosión de la “burbuja de toda clase de activos” y, de otro, a los alcistas pregonando que toda esta información ya está descontada en las cotizaciones actuales y solo queda seguir subiendo.

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